Siete puntos para un debate ineludible
Por Mariano Narodowski (*) |
Este puede ser el año en que la Argentina comience
a salir de la parálisis y la banalidad educativa. Es cierto que algunas
provincias habían avanzado (nuevo secundario de Rio Negro, Escuelas Proa de
Córdoba, Inglés desde Primer Grado en CABA o Ítem Aula en Mendoza) pero son
medidas de impacto restringido. La idea de hacer, aunque salga mal, valía para
tiempos fundacionales.
Hoy, el cambio va a estar bien si está bien hecho, pero?
¿qué significa bien hecho?
Propongo 7 criterios para el debate que viene:
1. Consenso: toda propuesta educativa necesita ser consensuada,
pero esto no alcanza. Los últimos años mostraron grandes consultas que
terminaron en la nada o en medidas poco efectivas.
2. Consistencia técnica: la idea de que la
voluntad política es suficiente conduce a errores fatales, como la ley de 180
días de clase que de tan mal confeccionada nunca pudo cumplirse. La política
educativa no difiere en eso de la política económica: además de querer y poder,
hay que saber.
3. Realidad de las escuelas: los escritorios
ministeriales soportan cualquier cosa, pero el sistema escolar es -hasta ahora-
jerárquico y burocratizado, por brillante que luzca el Power Point. Es
indispensable reconocer la realidad escolar y dar autonomía y poder a los
educadores, estimulando la innovación desde cada escuela.
4. Igualar para arriba: ningún chico
merece nacer en la pobreza así como ninguno hizo mérito para nacer en la
riqueza. La educación es una herramienta fenomenal para igualar el terreno de
juego con medidas a favor de la equidad. Esto es fácil de declamar y difícil de
realizar: la revisión de las acciones debe ser severa para resguardar este
criterio central.
5. Responsabilidad por los resultados: la implementación
necesita identificar con precisión a los responsables de procesos y resultados,
con herramientas evaluativas útiles y reflexivas. Debemos aprender de la
experiencia pasada para no echarle la culpa a los docentes de las malas
decisiones políticas. Las medidas de aseguramiento de la calidad y la inclusión
son indispensables en cada nivel de decisión.
6. Financiamiento: la educación
necesita más recursos. Eso implica también usar mejor los existentes pero la
experiencia muestra que el "ajuste" jamás beneficia la calidad del
sistema educativo.
7. Fortalecimiento de la escuela pública: las iniciativas
deben tender a la cohesión social y evitar la segregación entre escuelas
públicas y privadas. No basta con mejorar marginalmente las escuelas públicas a
las que asisten los más pobres. No alcanza con incluir: hay que integrar. Los
últimos años mostraron cómo tras un discurso a favor de lo público y de
ampliación de derechos, se profundizó brutalmente el proceso de privatización
de la educación.
(*) Profesor de la
Universidad Torcuato Di Tella y miembro de Pansophia Proyect
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