Por Giselle Rumeau |
Es una de esas tantas cosas que suceden inevitablemente en
cualquier mandato de gestión política: ejercer el poder produce desgaste y los
presidentes y sus gobiernos suelen sufrir caídas estrepitosas en la percepción
de su imagen positiva por parte de la opinión pública. En el inicio de su
tercer año al frente de la Casa Rosada, Mauricio Macri no es la excepción. Los
cambios en el cálculo de la movilidad jubilatoria y la reforma previsional
enturbiaron la visión optimista que creció tras los comicios de octubre.
Basta
un dato para corroborarlo: la imagen positiva del Presidente cayó a 44% en
diciembre, 9 puntos desde el 53% registrado en octubre y noviembre, según el
Monitor del Humor Social realizado el mes pasado por la firma D'Alessio IROL/
Berensztein y publicado el miércoles por El
Cronista.
En el Gobierno prefieren mirar el lado lleno del vaso.
Afirman que Macri aún mantienen una alta imagen positiva en relación al resto
de los presidentes de Latinoamérica y destacan como algo normal que se produzca
esa baja ante medidas antipáticas. Así, minimizan la medición como algo del
momento, un mal humor de corto plazo, alentados por la experiencia: lo mismo
-dicen- le sucedió hace un año, tras los tarifazos energéticos y finalmente
ganó las elecciones.
Es verdad. Pero no menos cierto es que en los primeros meses
del 2018 seguirán las malas noticias por la continuidad del plan de cambios
estructurales. Habrá más medidas impopulares, como la reforma laboral o la
extensión de la edad jubilatoria. Y la clave será la forma en que se comunique
y se administre la crítica y el rechazo.
Mucho se ha dicho sobre las debilidades de la comunicación
macrista para explicar y sostener medidas dramáticas. Hay quienes creen que el
error fundamental fue no haber transmitido de entrada y sin reservas la
hecatombe heredada del kirchnerismo, que minó el camino hacia adelante.
Otros identifican el problema en la falta de un relato M.
Para evitar cualquier debate ocioso, vale aclarar que no se trata de pensar al
relato político como una ficción. O peor aún, como una explicación desmesurada
de lo absoluto, que no deje lugar a la disidencia y pida adhesiones
incondicionales, tal como desplegó el Gobierno anterior. Lo que se le pide al
macrismo es comunicar su visión de país de largo y mediano plazo, un plan que
especifique el rumbo, con la dosis de mística que eso conlleva.
Para muchos, al no explica bien los cambios en las
jubilaciones, Macri malgastó el capital político que acumuló con el triunfo de
octubre. Pero la doctora en Ciencias Sociales por FLACSO y licenciada en Letras
por la UBA, Adriana Amado, cree que sucedió exactamente al revés: el Gobierno
usó esa fuerza para realizar todas las medidas antipáticas en un santiamén, sin
dejar que los ciudadanos se recuperen del primero golpe. "Estratégicamente
le sirvió para legitimar lo que viene ahora que es el recorte del gasto
público. Paradójicamente, muchos de los críticos de la reforma previsional
pedían a Cambiemos que saquen el dinero de otro lado. Y con el rechazo, estaban
habilitando de alguna manera lo que vendrá, como el recorte de subsidios o el
achicamiento de la planta pública", asegura.
Más allá de algunos logros recientes, como la comunicación
del anuncio de la suba de tarifas -mitigada por el boleto multimodal que
incluye descuentos en viajes sucesivos- lo cierto es que el Gobierno tiene
problemas para comunicar la crisis. Frente al panorama de cambios
irreversibles, 3Días consultó a
varios expertos de comunicación política para dar algunos consejos al Gobierno.
Pasen y lean:
- Distinguir al equipo de comunicación de campaña del de
gestión: algunos expertos consideran que gran parte del problema está en la
amalgama que se hace entre comunicación electoral y de gestión. Si hay algo en
lo que el Gobierno de Cambiemos resultó eficaz es en construir un discurso
negativo del pasado centrado en el kirchnerismo. Esa estrategia de lo viejo
contra lo nuevo le permitió ganar dos elecciones, pero la comunicación del día
a día es diferente y por eso consideran que deberían ser diferentes los
equipos. Es la visión del sociólogo Marcos Novaro. En cambio, el especialista
en comunicación política, Orlando DAdamo, remarca que la transición de la
comunicación de campaña a la de gestión es compleja. "El gobierno no
comunica mal pero es evidente que ha habido aciertos y desaciertos. Entre los
primeros, la construcción de un estilo diferente de comunicación presidencial.
El no uso de las cadenas nacionales (y menos el abuso de la era K), la
realización de conferencias de prensa y las entrevistas a periodistas le han
dado un toque de seriedad y formalidad muy importante a la vez que carece de la
vocación autorreferencial de victimización permanente de los tiempos de
Cristina. Si yo era la palabra más usada, ahora lo son equipo, argentinos o
nosotros. También se destaca la conferencia de prensa pos electoral como un
acierto", explica DAdamo. En tanto -dice- las fallas más visibles se
dieron en la comunicación de tarifas, la Ley Previsional y las nuevas medidas
para la economía.
- Hacer docencia para explicar las medidas económicas: los
analistas asumen que transmitir decisiones en política económica nunca es
sencillo. La gente se aburre con la economía, parte de la base que siempre son
malas noticias y en general no entiende en que medida esas decisiones pueden
afectar su vida cotidiana. "Creo que habría que hacer una suerte de docencia
en estas cuestiones, al menos como para que no se instale, como en la Ley
Previsional, la opinión de la oposición como dominante", remarca DAdamo.
En ese sentido, todos recomiendan realizar un trabajo informativo para explicar
los motivos y objetivos de la medida y la proyección social de su impacto.
- Admitir que una medida puede ser impopular: el politólogo
Julio Burdman también cree que existe cierta tendencia oficialista a negar que
algunas políticas, como la reforma previsional, son impopulares. Y por lo
tanto, no logran medir los costos de sus decisiones. "Deberían admitir que
eso es una posibilidad y no negarla de raíz", dice.
- Enfocarse en la prensa y los grupos ilustrados: la experta
en medios Adriana Amado considera que quienes mejor comunican para el macrismo
son los opositores. "El Gobierno es bastante torpe para comunicar el día a
día pero como los otros dramatizan demasiado, esa exageración termina siendo un
punto a favor del oficialismo: cuando las cosas malas suceden siempre es en
menor escala de lo planteado", remarca. Según su visión, las críticas no
sólo le llueven de la oposición sino del grupo más activo e informado de la
población. "Lo que falla es que aquellos que suelen mover la opinión
publicada son siempre los más disconformes. Y esos son siempre los menos
atendidos. Porque a este gobierno le cuesta mucho comunicar en la crisis. Y
como estamos en épocas de crisis y reformas, creo que si no fuera por la
decisión de la oposición de llevar la situación a un extremo, le costaría mucha
más legitimarse en la opinión pública", explica. Y agrega: "Falta ver
cómo administrar esa crítica furibunda que hay en la prensa y el grupo de la
población más informado, posiblemente con razón, pero como es el grupo
informado, al igual que lo hace la protesta social, llevan los argumentos a
unos extremos que en ambos casos se clausura la escucha". La clave de todo
-dice- es la información. El gobierno debería elaborar más informes técnicos a
través de especialistas y ponerlos a disposición de estos grupos informados.
Con todo, la mayoría considera que la diferencia con el kichnerismo es inmensa.
"El anterior gobierno comunicaba muy bien para fanáticos. Lo carismático y
lo discursivo era lo principal, Y por eso los argumentos de Macri resultan
muchas veces descremados", cierra Amado.
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