Ducler, las
denuncias y los vínculos de socios con la política. Quién le compra a Nicky
Caputo.
Por Roberto García |
Dos episodios, uno policial y el otro económico, saltaron la zanja de la
política. Distraídamente, como si nada los relacionara con esa actividad. La primera
fotografía retrata al grupo Petersen (familia Eskenazi) denunciando por extorsión al hijo del economista
muerto Aldo Ducler, a quien filmaron por el presunto reclamo de
un anticipo (300 mil dólares) para no mencionar añejas operaciones financieras
con los fondos de Santa Cruz que, controlados por la familia Kirchner, luego de
diversas travesías, culminaron en la particular adquisición del paquete
accionario de YPF a Repsol.
Esa grabación comprometedora del episodio señalado
como extorsivo, las transitorias detenciones policiales de los involucrados,
testimonios y declaraciones, al parecer son la punta de un iceberg de mayor
complejidad, del cual el Gobierno tal vez no sea ajeno.
Aparte de esta singularidad ya casi histórica de los fondos, evolución y destino que el matrimonio Kirchner nunca aclaró, podría sumarse a la derivación de un juicio posterior que un fondo internacional, Burford, ha hecho sobre la Argentina (monto aproximado, entre 3 y 4 mil millones de dólares) por violar los estatutos de YPF –y dañar económicamente a otros accionistas– al estatizar la empresa luego de haberla privatizado sin compensaciones adecuadas. Hoy está pendiente la jurisdicción en la que se tratará la causa (Nueva York, según la demanda; Buenos Aires, de acuerdo a la defensa que asumió la administración Macri) y, para tener certeza de la importancia del tema, conviene señalar que en la última emisión de deuda de YPF la compañía debió acompañar una adenda advirtiendo a los prestamistas sobre el conflicto planteado en los tribunales.
La otra fotografía alude a una cuestión empresarial, económica, relacionada la última semana con la inauguración de un parque eólico a la que asistió el mismo Presidente,alterando sus vacaciones, emprendimiento saludable, según sus palabras, que preside Genneia. Al respecto, hubo una nota en PERFIL (firmada por Emilia Delfino) –por la cual luego el cristinismo y Margarita Stolbizer presentaron por separado demandas judiciales– indicando la velocidad con la cual la familia Macri obtuvo una ganancia superlativa en la compra y venta accionaria de la compañía, en la que participan en rangos menores un inversor español, la familia Brito y el fondo del mexicano David Martínez –socio de Clarín en Telecom–, mientras la amplia mayoría (50%) está controlada por un fondo hasta ahora poco conocido o escasamente divulgado, Point State, inspirado en la astucia financiera de un argentino llamado Darío Lizzano. Líder en inversiones en el país desde que ganó Macri la presidencia, este fondo avanza ahora para adquirir la floreciente constructora que pertenece a una suerte de hermano postizo del ingeniero, Nicolás Caputo, novedad que posiblemente se institucionalice la semana próxima.
Estos dos episodios ajenos a la política ahora parece que se han
contaminado con ella. Veamos.
Fondos polémicos. Durante décadas, Aldo Ducler insinuó disponer de
información comprometedora sobre los fondos de Santa Cruz, en los cuales
aportó gestión financiera (a su oficina llegaban extractos de esas
operaciones). Este economista, de inquietudes políticas y capacidad para
administrar fondos de las provincias –encabezaba el fund rising de la campaña
de Palito Ortega, trabajaba a pie juntillas con el cantor tucumano, el aún no
macrista Horacio Rodríguez Larreta y el aún no massistaSergio Massa–,
quedó al margen de esa responsabilidad con Kirchner, quien lo suplantó en
apariencia por gente de su confianza (por ejemplo, un hombre clave luego
ubicado en la cúpula de la SIDE).
Las advertencias de Ducler se fueron demorando hasta poco antes de su muerte, cuando prometió documentación sobre la transferencia de ese dinero para la compra poco usual de YPF a la familia Eskenazi. Ducler hijo insistió con el tema en público, no se sabe si acercó algún material al Gobierno, pero inició negociaciones con los Eskenazi por su presunto silencio. En ese ejercicio fue grabado por especialistas, demorado y en apariencia enjuiciado.
Más de un observador entiende que determinados funcionarios no desconocían la naturaleza de su demanda, del ministro de Justicia Garavano a su colega de Seguridad (Bullrich), de vacaciones hasta hace poco en Israel. Curiosamente, entendidos de inteligencia de ese país habrían frustrado las pretensiones del hijo de Ducler. También se habría interesado un asesor jurídico de Macri, colaborador en YPF, Fabián Rodríguez Simón. Un culebrón que recién comienza.
Desde el Gobierno se encaró además una misión exploratoria que no solo apunta a esa instancia anterior –de la cual habrían hallado alguna operación back to back poco explicable– sino a neutralizar el reclamo del fondo Burford, que considera ganado su millonario juicio. Siempre y cuando este se mantenga en los estrados de Nueva York e impere el criterio de la SEC, y no pase a la Justicia argentina, como pide la administración de la Casa Rosada. Hay quienes suponen que, de descubrirse irregularidades previas a la estatización, podría invocarse esta situación para que el trámite quedara en tribunales de Buenos Aires.
Una singularidad de este caso, ahora explosivo entre los Eskenazi y el Gobierno, es que el empresario –al margen de su cercanía con Massa en la etapa preelectoral– contribuyó también con Macri en la campaña y, según las versiones, se reunía con bastante habitualidad con el Presidente. Un amor que se truncó.
Eólicos. En cuanto al vértigo alcanzado en crecimiento por Point
State, se trata de un fondo devoto por creer en la administración Macri
–quien los recibió en exclusividad en una visita a Nueva York– y, sobre todo,
en negocios vinculados a la energía, con interesantes subsidios por la
limpieza ambiental como los parques eólicos, y en desprecio a la industria
petrolera tradicional que hoy, con el aumento del crudo, amenaza ciertamente
con incrementar el déficit fiscal. Y sin que lo contemplen, por ahora, los
economistas, como ocurrió con Kicillof en años anteriores.
Al margen de asociaciones con David Martínez (quien en la era Cristina venía al país casi mensualmente para ver a Zannini y a Massa, casi por obligación), ahora Point State ocupa un estrellato superior y hasta invertiría en proyectos de construcción, necesitado el Gobierno para aceitar una actividad económica algo estancada, de ahí su interés por comprar la empresa de Nicky Caputo dedicada a ese rubro. Justo cuando hablan de que Caputo ya no visita tanto a Macri en esa terna secreta, confidencial y amistosa, que en ciertas mañanas cumple un rol clave en el entorno del Presidente junto a sus compañeros de colegio, Torello y Clusellas. Casi más influyente que el entorno de Peña, Rodríguez Larreta y Vidal.
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