Por Manuel Vicent |
Si los científicos se dedicaran a desacreditar los
descubrimientos que realizan otros equipos de investigación y por principio
solo aceptaran los avances de la ciencia que salen de su propio laboratorio, es
decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con la ideología, ¿no
estaría la ciencia todavía en poder de la fe o incluso de la Inquisición?
Si los médicos en lugar de curar enfermos, se pasaran el día
metiéndose zancadillas mutuamente por los pasillos del hospital y cada uno
pusiera en duda la honestidad y la competencia de otros colegas, es decir, si
se comportaran como lo hacen los políticos con sus adversarios, ¿acaso no
causaría terror ponerse en sus manos?
Si los farmacéuticos proclamaran que las medicinas que
expende la farmacia de la otra esquina pueden causar daños irreparables a la
salud, es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con el programa
de otros partidos, ¿quién sería el estúpido que les confiara una receta?
Si los maestros, lejos de transmitir un conocimiento libre y
sosegado, optaran por envenenar el cerebro de los alumnos con bajas pasiones,
es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con el patriotismo, ¿no
estaríamos todavía en la caverna?
Si los tenderos en lugar de vender sus mercancías a un
precio razonable, se pasaran el día de juzgado en juzgado, de cárcel en cárcel,
es decir, si se comportaran como lo hacen los políticos con la corrupción, ¿no
sería el comercio lo más parecido a una escuela de malhechores? Si un
empresario se viera obligado a aceptar a un ejecutivo cuyo talento fuera
similar al de la mayoría de nuestros políticos, ¿no estaría temblando ante la
probable quiebra de su negocio?
Por fortuna este es todavía un país habitable gracias a que
los científicos, médicos, maestros, empresarios y tenderos no se comportan como
los políticos.
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