El detrás de escena del fallo judicial de mayor impacto de los últimos
tiempos. El rol papal y de la Cancillería.
Por Roberto García |
Sólo otro peronista podía generar una batahola política dentro
del peronismo como la que explotó hace 48 horas con el pedido de desafuero y detención posterior de
Cristina de Kirchner. Incluyendo en esa orden carcelaria a parte
de la compañía teatral, primeras figuras, subalternos y espontáneos, villanos y
héroes de la escena. El autor de la vorágine, astilla del mismo palo: un
confeso seguidor del general Perón, el juez Claudio Bonadio.
Nunca, tal vez, un hombre de otra extracción partidaria hubiera
sido capaz de fulminar con tanto esmero a la viuda del Sur, enfurecida y
atemorizada, o viceversa, por los dictámenes de este anacoreta de la Justicia,
quien ya le provocaba sarna cuando Ella reinaba en la tierra como la duquesa de
Alba. O sea, sin límites.
Así, no es de ahora el desacuerdo: se odian con la encendida pasión que
siempre manifestaron las fracciones justicialistas, para asesinarse inclusive,
la dama hoy procesada en una formación especial que resucitó su finado Néstor y
el magistrado convertido en un vestigio viviente de la llamada Guardia de
Hierro, especie en extinción que despertó nostalgias desde que Jorge
Bergoglio se volvió papa, cercano en su momento a esa curiosidad del
peronismo (que le sirvió, en tiempos lejanos, para proceder a una limpieza en
la Universidad del Salvador, de la cual nunca fue perdonado por sus excluidos
rivales).
Conviene señalar que Bonadio ha pasado varias veces por el
Vaticano, debe ser el juez de mayor intimidad con el Sumo Pontífice y con
menos fotografías, secretos de viaje que en algunos casos ha intermediado un
especialista en cebar mate, sea a la autoridad religiosa o al ex
gobernador Daniel Scioli. Dato para desmentir a quienes lo señalan
como macrista.
Es público que Bonadio accedió al fuero federal luego de acompañar en el
Ministerio del Interior menemista a Carlos Corach, con quien más
tarde habría de distanciarse gracias a los entuertos que en la Justicia genera
el Grupo Clarín. En su gremio lo consideran un caprichoso ermitaño,
vehemente, pero al revés de más de un colega, no le endosaron en su larga
carrera –ya pidió la jubilación– episodios de dinero mal habido, corruptelas,
imprescindibles denuncias para que, antes con el cristinismo y ahora con el
macrismo, se discipline a los magistrados en ciertas causas. Ha sido prudente Bonadio, por lo
menos se viste con el traje de la primera comunión y vive en la misma casa
desde hace más de treinta años.
Resulta graciosa la imputación de Cristina de que es el director de la
orquesta persecutoria de Macri, ya que a éste ni lo debe haber votado, salvo que
se haya tapado la nariz para no inclinarse por los subordinados de ella. Más
fingida candidez quinceañera revela la mención de la ex mandataria de que su
gobierno no se dedicaba a las escuchas ni que se servía de ellas para
utilizarlas en expedientes fabricados para apartar críticos u opositores. Como
si nunca hubiera estado en la escena del crimen cuando hay abundantes
ejemplos de esta tarea en su administración, y su marido, un obsesivo de la
información, la ropa sucia y el pescado podrido, no sólo leía las
desgrabaciones de los organismos de inteligencia y de otros servicios, sino que
además exigía las escuchas originales para compararlas y analizar el tono y las
inflexiones de voz de quienes mandaba espiar.
Lógicas. Aunque uno dispone de la impunidad periodística para asegurar que el fallo de Bonadio es idóneo, se ajusta a derecho o, por el
contrario, es un esperpento jurídico, fundado en un libro del siglo pasado, insostenible
como la denuncia del muerto en extrañas circunstancias Alberto Nisman,
quizás resulta más atendible y humilde sumergirse en cuestiones menos
específicas. Como las superficialidades sobre la razón que en aquellos tiempos
alimentaba el gobierno de Cristina para
emprender un pacto con el gobierno de Teherán. Básico: Castro en sus
postrimerías y Chávez en el apogeo aventuraban hacia el futuro la declinación
inevitable del poder de Estados Unidos, el crecimiento de los Brics, el avance
arrollador de China y la vigencia consolidada de países productores de petróleo
como Irán. Ese caviar ideológico se consumía en exceso en la Casa Rosada de entonces,
varios nombres aparecen en la lista de Bonadio.
Si esto es una aproximación a la teoría que justifica al juez, otros
datos complementarios interesan: en la reciente visita de septiembre al país,
el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu acordó con Macri
más de un entendimiento de Inteligencia, también acercó archivos hasta ahora
clasificados sobre episodios de la década cristinista. Seguramente no deben
favorecer a la viuda acusada de traición a la patria, aunque tampoco se sabe si
constituyen elementos de prueba para condenarla. Se supone que ese material se
ha incorporado a las investigaciones.
Será interesante esta provisión de política internacional, ya que la
decisión judicial complica –como no hay antecedentes– a personal jerárquico de
la Cancillería, una docena de personas que juran no haber escrito el
memorándum, como si éste no hubiera existido. Aunque participaron de su
tráfico, de su traducción (del farsi al inglés, del inglés al castellano), de
las reuniones secretas, fueron correos y transmisores. Del propio Timerman, de su segundo Zuain (al que
Macri premió con la embajada en Paraguay), de la ex canciller de Alfonsín, Susana
Ruiz Cerruti, quien defendió en el Congreso el memorándum por ineptitud de
su jefe, del influyente D’Alotto, y varios no mencionados que cercaban al
ministro y luego ganaron embajadas o consulados. De Trombetta a Poffo, de Tanto
Clement a la presunta dadora de ideas de Timerman, Paula Verónica
Ferraris, hoy en una intendencia bonaerense, responsable del área de salud.
No son Zannini, D’Elía, Parrilli, Cristina, Abbona, Larroque, Mena o Bogado.
Son otros a los que les cuesta recuperar la memoria según la fiscalía,
que ni siquiera recuerdan haber sido testigos: la mejor forma para pasar la
vida y permanecer como funcionarios públicos. Inadvertidamente.
© Perfil
0 comments :
Publicar un comentario