Por Carlos Ares (*) |
Tanto que querías llegar al dos mil y mirá, 2018. ¡Dieciocho
años pasaron ya! Viejo, tendrías que haberme advertido sobre lo que ocurre
cuando el sol del crepúsculo te pega en los ojos y el tiempo agarra la
pendiente. Acelera demasiado. Encima, no encuentro el freno. De seguir así, en
cualquier momento me doy un palo contra la pared de la noche.
Amaneció nublado, ahora llueve. Nada nuevo. Ayer hizo casi
40º C, hoy menos de20º C. Hay quilombo con el clima, parece. Por el humo de las
industrias, los chinos que se fuman todo, los aerosoles y los pedos que se
tiran las vacas. Se derriten los polos, los glaciares, todo. Efecto
“invernadero”, le llaman los científicos. Pero nadie se calienta por eso.
La verdad es que mucho nuevo que digamos para contar no hay.
Los autos voladores todavía no se venden. Hay eléctricos. Están probando otros
que andan solos. Pero así, que salís a la calle y ya los ves, todavía no. Menos
por acá. Nosotros, como decía la canción de Serrat: “llegamos siempre tarde
donde nunca pasa nada”. Sí, sí, Serrat vive todavía. Y Charly, y Violeta Rivas
y Néstor Fabián, hasta Palito Ortega. ¿Qué tal Sandro, allá? ¿Y Spinetta? Acá,
se los recuerda como a Gardel. Sin comparar. En cariño, digo.
¡Qué gil! ¡Escribo “mucho de nuevo no hay” en un telefonito
mientras voy en un bondi. ¿Alcanzás a verlo? Es como una computadora de
bolsillo. ¿Llegaste a saber lo que era una computadora, no? Igual, pero tamaño
tarjeta. Podés hablar y ver al que llamás, escribir, bardear en las “redes
sociales”, pelotudear con jueguitos, escuchar música, ver videos, pedir comida,
medirte el tamaño dormida y parada, conseguir parejas, lo que quieras.
Las “redes sociales” son “sitios” en internet con nombres en
inglés, “Facebook”, “Twitter”, “Instagram”. Como si fueran bares, o una casa
donde te encontrás con “amigos”, reales o virtuales. Te sacás fotos y se las
enviás. Te mandan fotos. Contás chismes sobre conocidos o figuras de la tele.
Te sacás fotos y las enviás. Te mandan fotos. Hablás mal de uno, le pegás a
otro. Pero todo bien. Sin sangre, sin dolor. Relaja mucho eso.
Otra novedad, el peronismo perdió las elecciones. Dos veces
ya. El presidente es Macri. Sí, aquél de Boca. Primero fue jefe de Gobierno. Lo
reeligieron. Después, se juntó con los radicales, mandaron “Cambiemos” y calzó
justo. La gente estaba harta. Mucho choreo. Mucho. ¿Cómo le va? Es largo de
explicar, pero te la hago fácil. ¿Te acordás, después de la dictadura, cuando
el peronismo también perdió con Alfonsín? No te digo que igual, igual, pero más
o menos. Ubaldini murió, pero quedó Moyano y sus hijos ya heredaron en vida la
fortuna, los sindicatos y las empresas. Hay Moyanos para veinte años. Siguen
Cavalieri, Barrionuevo, Gerardo Martínez, Viviani, Genta, Lingieri, Andrés
Rodríguez. Los de siempre. Ya no tan gordos. Se cuidan. Disfrutan de la que
hicieron, viajan, juegan al golf. ¿Los empresarios?, igual, los mismos.
¿Amalita? No, no, Amalita murió. La que sigue tirando es Mirtha Legrand. Sí,
increíble.
¿Políticos? Fue tan escandaloso y evidente el robo estos
últimos años que algunos están presos. No, no todos. Hay varios reciclados que
por ahora zafan. Hablan como si nunca hubieran tenido nada que ver con nada.
Rodríguez Saá, Felipe Solá, De Mendiguren, Eduardo Amadeo, Scioli. Sí, el que
estaba con Menem. Llegó a ser candidato a presidente. Te juro. Pero no, ¿cómo
voy a joder con eso? ¿Menem? Vive. ¿En cana? No, él no. Se refugió en el
Congreso. Es senador ¿Qué te asombrás? ¿No vivías en este país vos?
“Otro tema”, que diría Biasatti. Sí, sí, Santo Biasatti
vive. Hace unos días se jubiló de Telenoche. Se lo veía bien. César y Mónica,
bien también. Lo del telefonito ya te lo conté. Ah, sí, ¡el metrobus! Carriles
exclusivos para colectivos. No sabés cómo cambió el centro. Llega hasta Vicente
López y La Matanza. ¿Qué más? Quilombos
en diciembre, eso ya sabés. El metrobus, te dije, lo del telefonito te lo
conté. Y no, nada más. Pero, bueno, tampoco es que pasó un siglo.
(*) Periodista
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