Por Ezequiel Rudman
Tres gobernadores se ubicaron al tope de la lista negra de
la Casa Rosada. El sanjuanino Sergio Uñac, el riojano Sergio Casas y el
santiagueño Gerardo Zamora le dieron la espalda al Gobierno nacional, no sólo a
la hora de habilitar quórum, sino también en la votación que convirtió en ley
en la madrugada de ayer la reforma del cálculo de jubilaciones.
La presunta
"liga" de gobernadores quedó así explícitamente fracturada. De un
lado, el trío de "traidores" al acuerdo Nación-Provincias que incluía
también el acuerdo fiscal y la reforma tributaria. Del otro, el "Grupo
Fernet" de mandatarios aliados encabezados por el cordobés Juan
Schiaretti.
Es cierto que la sesión frustrada de la semana pasada, la
violencia en las calles y el rechazo popular a la reforma previsional
desgastaron la relación entre el Poder Ejecutivo Nacional y los gobernadores
peronistas. Pero el Presidente considera que lo peor ya pasó. Ahora se abre la
etapa del reparto de recursos para las provincias una vez que se termine de
aprobar el Presupuesto y las reformas fiscales y tributarias -ver nota aparte-.
Los mandatarios no volverán a pasar por una sesión tan traumática en lo que
queda de la presidencia de Macri. Todos salieron afectados por el stress
legislativo y social, pero la batalla política se ganó en conjunto entre la
Casa Rosada y los Gobernadores. El kirchnerismo, ese fantasma animado a través
de Cristina de Kirchner que atemoriza a los mandatarios aún más que el propio
Macri, quedó aislado y estigmatizado por una oleada de destrozos que no logró
frenar la ley ni el funcionamiento del Congreso.
Macri y Frigerio se encargaron ayer de cicatrizar eventuales
heridas sufridas por los gobernadores "leales" tras la aprobación de
la ley. El Presidente se ocupó en persona de escribirle mensajes de
agradecimiento y aliento a los gobernadores peronistas. Empezó con Schiaretti.
También el salteño Juan Manuel Urtubey recuperó el "up grade" en a la
categoría de aliado confiable. El misionero Hugo Passalacqua se afianzó en el
círculo íntimo presidencial. Junto a su par de Córdoba aportaron nueve votos
determinantes para sancionar la ley. En el "Club del Fernet" también
se acomodaron el entrerriano Gustavo Bordet, el tucumano Juan Manzur -premiado
con el freno de la suba de impuestos a bebidas azucaradas-, el chaqueño Domingo
Peppo y el neuquino Omar Gutiérrez.
Del otro lado del Jordán, al tope de la lista negra que
irritó a Macri y Frigerio están Zamora, Casas y Uñac. Los diputados que
presuntamente respondían al gobernador de San Juan se desmarcaron y votaron en
contra junto a José Luis Gioja, del Frente para la Victoria. Tampoco aportaron
quórum. No hubo ningún voto del peronismo sanjuanino afirmativo. Casas sufrió
la interna peronista de La Rioja con Luis Beder Herrera, su antecesor, quien
bloqueó el apoyo de votos justicialistas al proyecto de Cambiemos. Zamora
tampoco respondió. Maneja un mini bloque de seis legisladores. Sólo uno votó a
favor. El mandatario ni siquiera pudo comprometer el apoyo de su esposa,
Claudia Ledesma.
La tortuosa votación en Diputados y el periplo que debió
encarar Frigerio para garantizar el quórum, operación que lo llevó a permanecer
24 horas sin interrupción en Diputados -hasta que se sancionó la ley-
expusieron sobre la mesa política del Presidente otra conclusión: la
inoperancia del Interbloque Argentina Federal, incluido el Bloque
Justicialista, como colectora confiable de votos peronistas en el recinto. Ese
colectivo resbaló el jueves pasado a la hora de blindar el quórum. Y perdió la
categoría de interlocutor confiable en la previa de la maratónica sesión que
comenzó el lunes por la tarde y que continuó ayer. El Gobierno nacional no
puede contar un paquete cierto y determinado de votos de ese interbloque para
garantizar quórum y leyes delicadas. Por eso la negociación debió encararse uno
a uno con los gobernadores. Comenzó el viernes pasado en Diputados con la
presencia de los mandatarios más Marcos Peña y Frigerio. Y continuó el lunes en
el Congreso con la foto de familia entre los mandatarios y los ministros de
Macri. Casi un óleo del Renacimiento.
Lo que sigue será un rediseño de ese interbloque de 35
diputados que no funciona de manera coordinada y presenta intereses demasiado
disímiles para votar en conjunto. No hay interlocutor confiable que comprometa
el apoyo de esa cabeza de Medusa de liderazgos provinciales peronistas con
objetivos metálicos tan divergentes. Un formato más reducido, con bancadas
provinciales desagregadas aportaría un horizonte de mayor previsibilidad en
Diputados a la hora de negociar leyes.
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