Por Gustavo Ybarra
El destino suele jugar con las cartas marcadas y dar giros
inesperados y crueles como el que vive Cristina Kirchner en su regreso al
Senado, en donde dos de los dirigentes más vilipendiados y odiados por la ex
presidenta son, de alguna manera, los principales responsables de la doctrina
que le permitirá esquivar el desafuero y la prisión preventiva reclamada por el
juez Claudio Bonadio.
Autor de lo que en los pasillos del Senado algunos llaman
como la "doctrina Menem", según la cual ningún legislador puede ser
desaforado hasta no tener una condena firme de la Corte Suprema, el presidente
del flamante Bloque Justicialista del Senado, Miguel Pichetto (Río Negro), ya
anticipó que no se correrá un ápice de su postura, aún cuando la beneficiaria
sea su principal rival política.
El otro protagonista de esta historia es también un ex
presidente y quien, con su caso judicial, le dio nombre a la doctrina según la
cual ningún legislador debe perder su inmunidad de arresto hasta no tener una
sentencia firme. Se trata de Carlos Menem, quien cumple desde el domingo su
tercer mandato consecutivo como senador por La Rioja gracias a un fallo de la
Corte Suprema que permitió rechazar la impugnación a su candidatura que le
había impuesto la Cámara Nacional Electoral.
Menem fue el enemigo preferido de Néstor Kirchner, que lo
veía como el responsable de todos los males de la República, incluso más que el
catastrófico medio mandato de Fernando de la Rúa, al extremo que la
contraposición con su nombre fue una de las fraguas que le sirvieron al
kirchnerismo para forjar una identidad política una vez en el poder.
Cristina Kirchner continuó esa tradición hasta abril de
2010, cuando la abstención de Menem rescató a Mercedes Marcó del Pont de lo que
parecía el inevitable rechazo del Senado a su pliego para presidir el Banco
Central. Desde ese día, el nombre del riojano dejó de formar parte de las
diatribas de la jefa del Estado.
Pichetto, por su parte, es el nuevo archienemigo de Cristina
Kirchner, no sólo porque se convirtió en el primer peronista en abjurar del
kirchnerismo, sino porque se encargó de llevar su prédica a los hechos y armó
un bloque que responde a los gobernadores peronistas al que tienen vedado su
ingreso los seguidores de la ex presidenta.
Cristina no le perdona esto y se ha juramentado hacerle la
vida imposible al rionegrino en el Senado. Se ha encargado de comentárselo a
sus allegados, a los que manda a criticar en público a Pichetto mientras planea
el momento de tomarse revancha.
Más aún, el jefe del bloque kirchnerista en Diputados,
Agustín Rossi, acusó a Pichetto de actuar en connivencia con Bonadio, ya que el
rionegrino anunció la composición de su nuevo bloque, que excluyó al
kirchnerismo, justo el día anterior a que el juez federal sacudiera el
escenario político con su nueva ofensiva en la causa por la que investiga el
Memorándum firmado con Irán durante el gobierno de Cristina Kirchner.
Sin embargo, más de un kirchnerista sostiene ahora que llegó
el momento de cambiar de objetivo, o al menos dilatar la pelea con Pichetto.
Afirman, con razón, que el sostenimiento de la decisión de la "doctrina
Menem" por parte del rionegrino es un pilar fundamental para que Cristina
Kirchner no termine presa en los próximos meses.
Además, recuerdan que Pichetto fue uno de los pocos
legisladores peronistas que mantuvo esa postura cuando la Cámara de Diputados
discutió el desafuero de Julio De Vido, marcando un claro contraste con el
silencio de Cristina Kirchner y con la decisión de los diputados kirchneristas
de abandonar a su suerte al ex ministro y no bajar al recinto a dar el debate.
Más allá de que Pichetto no es dueño de los 25 votos de las
diversas tribus peronistas que reunió en el interbloque Argentina Federal,
también es cierto que ahora esa postura es el principal sostén de la ex
presidenta para rechazar la embestida de Bonadio. "Mi pelea con la Señora
es política, no personal", es la frase que repite el rionegrino cada vez
que le preguntan por su decisión de impedirle a Cristina Kichner sumarse al
nuevo bloque peronista del Senado.
Con o sin aviso de Bonadio, lo cierto es que ahora que el
fantasma del desafuero vuelve a asomar por los pasillos del Senado, Pichetto y
la "doctrina Menem" se convertirán en el mejor blindaje para
garantizarle a la ex presidenta su permanencia en la Cámara alta.
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