Por Giselle Rumeau |
En los papeles es un poder independiente. Pero lo cierto es
que en el día a día, el Congreso nacional suele tener la impronta política de
cada gobierno de turno. Con el kirchnerismo se clausuró el debate en el
recinto. Se llegó a mencionarlo como "la escribanía de la Casa
Rosada", porque con mayoría en ambas cámaras, el oficialismo sólo
ratificaba las iniciativas que enviaba el Poder Ejecutivo sin tocar una coma.
Durante el gobierno de Carlos Menem, no había escrúpulos. Si
necesitaban un voto más, sentaban a un asesor de un diputado en una banca y
listo, tal como sucedió cuando Armando Vidal, histórico periodista
parlamentario, descubrió la treta en marzo de 1992 y reveló el episodio del
"diputrucho".
En la era de Fernando de la Rúa, se habló directamente de la
"Banelco", como el "incentivo" para que los senadores
aprueben las leyes. Fantasma que -agitado por Pablo Moyano- frenó ahora la
reforma laboral del oficialismo.
Mauricio Macri, en tanto, inauguró la etapa de la
negociación permanente, del ensayo y el error, de las correcciones y la marcha
atrás. Se trata del único Presidente que desde el retorno de la democracia
asumió con minoría en las dos cámaras legislativas. Hasta ahora, mal no le fue.
En esa situación de desventaja, logró que en su primer año de gestión se
aprobaran 96 leyes en el Congreso, número considerable en comparación con las
120 normas sancionadas en 2015, ó las 197 de 2014, según la fundación
Directorio Legislativo. Con la campaña electoral en el medio, el 2017 fue un
año menos laborioso, en el que se dio sanción definitiva a 75 proyectos de ley.
¿Cómo será el 2018 con el nuevo Congreso? Algo es claro: esa
gimnasia negociadora del oficialismo se mantendrá como una letanía interminable
en los próximos dos años, dado que el triunfo en las elecciones del 22 de
octubre no alcanzó para convertir a Cambiemos en una fuerza con mayoría propia,
capaz de sancionar leyes sin necesidad de contar con el aval de la oposición.
Cuando el próximo lunes se renueven la mitad de la Cámara baja y un tercio del
Senado, el interbloque oficialista seguirá siendo la primera minoría en
Diputados y la segunda fuerza en la Cámara alta (peleaba al cierre de esta
edición por pasar al frente con la suma de aliados provinciales), aunque estará
mejor parado para negociar frente a un peronismo que seguirá desunido,
diseminado entre el kirchnerismo, el peronismo no K, y lo que quede del
massismo. Si bien los realineamientos están a la orden del día, por ahora
Cambiemos pasará de sus 87 diputados actuales a contar con 108, y quedará así a
21 legisladores para lograr el quórum de 129 presentes en el recinto,
necesarios para iniciar una sesión y tener mayoría simple a la hora de votar
los proyectos. Seguirá funcionando como interbloque porque la intención del
macrismo de fusionarlo en una sola bancada es rechazada por la UCR en pos de
mantener su individualidad partidaria. También quedó en el camino la
posibilidad de sumar al flamante afiliado radical Martín Lousteau y a su
correligionaria Carla Carrizo ante el pataleo de Elisa Carrió, quien tampoco
aceptó el acuerdo en la Ciudad entre el promotor del economista, Enrique Coti
Nosiglia, con el operador del PRO Daniel Angelici.
Por su parte, el Frente para la Victoria ya tiene asegurados
más de 60 diputados, que volverán a ser conducidos por Agustín Rossi, mientras
que el interbloque del PJ sumarían 31 bancas, y el massismo, 17.
En el Senado, Cambiemos pasará de los 15 senadores actuales
a 24, un tercio del recinto, convirtiéndose en el segundo bloque, por detrás
del peronismo que quedará con 25. El cuerpo se completará con el kirchnerismo
(8) y otras fuerzas provinciales (10). Todas las miradas estarán puestas en
Cristina Kirchner, en su regreso o no al recinto, ya que depende de qué
decisión tome el Senado respecto de su pedido de desafuero en la causa por el supuesto
encubrimiento en el Pacto con Irán.
Con todo, y pese a no tener mayoría parlamentaria, el
triunfo de octubre envalentonó a Macri para anunciar un paquete de reformas
estructurales, que abrió paso a una negociación con los gobernadores,
empresarios, gremios y legisladores de la oposición. Como resultado, se
materializaron varias iniciativas que fueron ingresando al Congreso. Se espera
hasta fin de año una gran actividad parlamentaria. La agenda para las sesiones
extraordinarias contempla el Presupuesto 2018, la reforma tributaria, la
reforma y el pacto fiscal, la reforma previsional, el financiamiento
productivo, el revalúo impositivo y el impuesto a los créditos y débitos
bancarios. La reforma laboral, cuestionada por un sector de los gremios, podría
quedar para marzo próximo.
De cara a las futuras negociaciones por el quórum, el
Gobierno volvió a confiar en la buena cintura de Emilio Monzó para ratificarlo
al frente de la Cámara baja. El radical Mario Negri será el titular del
interbloque de diputados de Cambiemos, mientras que Federico Pinedo continuará
al frente de los senadores oficialistas.
Así las cosas, ¿quién será la fuerza que jugará como árbitro
del nuevo Congreso? ¿A quién elegirá el Gobierno como interlocutor válido? Si
Cristina logra esquivar el desafuero por un largo tiempo como lo consiguió
Menem, ¿será un escollo para la aprobación de las leyes o quedará debilitada? A
continuación, las claves del Congreso que se viene:
- El PJ, dividido e
interlocutor
Todo indica que hasta el 2019, el destino del peronismo será
la fragmentación. Al menos hasta que se resuelva la candidatura presidencial y
el nuevo líder logre reunir las partes. "El peronismo es una fuerza que,
al igual que el PRI mexicano, sólo acepta liderazgos indiscutidos cuando está
en el poder", afirma el consultor Enrique Zuleta Puceiro, titular de OPSM.
Precisamente, el principal escollo del PJ es que tiene varios actores
institucionales de peso, como los gobernadores, pero sin figuras descollantes.
Y para peor, la sindicada como la culpable de esa crisis, Cristina Kirchner,
fue la peronista más votada en los comicios del domingo, pese a su rotunda
derrota frente a Cambiemos en la Provincia. Esta situación tiene su correlato
en el Congreso, donde habrá -al menos hasta que se terminen los
reacomodamientos- tres sectores diferenciados. Mientras se encara la
reconstrucción de la fuerza con el objetivo de volver a ser un partido de
centro, la novedad en la Cámara baja es la conformación del "bloque de los
gobernadores". Se trata de Argentina Federal, un grupo de tono dialoguista
con el Gobierno, integrado por los 19 diputados del peronismo no K que lidera
Diego Bossio y aquellos legisladores que responde a los mandatarios peronistas
Juan Manuel Urtubey (Salta), Juan Schiaretti (Córdoba), Gustavo Bordet (Entre
Ríos), Sergio Casas (La Rioja), Juan Manzur (Tucumán), Domingo Peppo (Chaco),
Carlos Verna (La Pampa) y el misionero Hugo Passalacqua. Con 31 miembros, la
intención del interbloque es remplazar al massismo en su rol de principal
interlocutor con el Ejecutivo y negociar el quórum en pos de los intereses de
las provincias. Estará presidido por el salteño Pablo Kosiner, delfín de
Urtubey, y funcionará en mímesis con el que comandará en el Senado Miguel Angel
Pichetto, quien el miércoles formalizó la ruptura del bloque del Frente para la
Victoria, conformó el espacio del peronismo y dejó asíaislada a Cristina.
"En el corto plazo, la división del peronismo es una
ventaja para el Gobierno. Pero no hay que descartar que PJ y kirchnerismo voten
juntos algunos proyectos, como ya sucedió en 2016 y 2017", advierte
Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. Ese
escenario podría darse con la sanción de la reforma laboral que propone el
Gobierno, rechazada por el cristinismo y un sector del peronismo que no
responde a los gobernadores.
- CFK, una incógnita
Con varias causas y procesamientos por corrupción en su
haber -a lo que se sumó ayer el pedido de desafuero para poder darle prisión
preventiva del juez Claudio Bonadío-, la ex presidenta llegaría al Senado para
liderar la bancada Unión Ciudadana de ocho miembros. Son varios quienes creen
que llegaría debilitada y obligada a negociar, dado que el bloque peronista
junto con el oficialista tienen el número para proceder a quitarle sus fueros
parlamentarios. Está claro que más allá de los vericuetos técnicos, el
desafuero de una ex Presidenta que obtuvo más de tres millones de votos en la
última elección a senadora, es una cuestión política. El Gobierno no estaría
dispuesto, por ahora, a complicar la negociación con el peronismo ante las
reformas que deben aprobarse durante las sesiones extraordinarias. Sería
colocar a Pichetto en un lugar incómodo, de presión extrema. Es probable entonces
que el pedido de Bonadio no se trate hasta marzo del año próximo. O no se trate
nunca si se decide atender a la jurisprudencia del Senado que sostiene que se
procederá a quitarle la inmunidad de arresto a uno de sus miembros sólo si
existe una condena con sentencia firme. Que lo diga sino el senador Menem,
quien en 2013 -dieciocho años después de cometido el delito- recibió una
condena de siete años de prisión por el tráfico ilegal de armas a Ecuador y
Croacia ocurrido en su gobierno, y aún espera la sentencia firme de la Corte
Suprema sentado en su banca.
En cambio, la fortaleza de CFK estaría en el bloque del
Frente para la Victoria en la Cámara de diputados que, con más de 60
integrantes belicosos, se convertirá en la oposición fuerte al oficialismo.
Según Fraga, "Cristina y sus bloques serán un obstáculo para las
negociaciones del oficialismo con el peronismo, pero no decisivo. El PJ tendrá
un bloque de 25 senadores y cerca de 35 diputados nacionales, que pueden
acordar mayoría en las dos cámaras".
Carlos Fara, director de la consultora que lleva su nombre,
cree que el oficialismo va a lograr consenso con los gobernadores para aislar a
Cristina. "No será la forma ideal para el Gobierno pero creo que el
negocio de ambas partes es dejarla a Cristina por fuera del marco de la
racionalidad y la gobernabilidad", explica.
- Fin del arbitraje
massista
Sin duda, Sergio Massa es uno de los grandes perdedores de
las legislativas de octubre. Al quedarse fuera del Congreso -dado que se
postuló como senador en la provincia de Buenos Aires y salió tercero- le será
difícil mantener la unidad de su bloque y el rol de árbitro entre oficialismo y
oposición. El resultado electoral diluyó de manera automática a su tropa en
general y el Frente Renovador -estará presidido por Graciela Camaño- pasó de 37
diputados a 17. El mejor ejemplo de su pérdida de poder es que los cinco
cordobeses que responden al gobernador Schiaretti abandonaran el interbloque
massista para mudarse a la flamante bancada de los mandatarios peronistas.
"La situación de Massa es compleja porque muchos de sus
soldados creen que tarde o temprano hay que volver al justicialismo con
condiciones. Además, el bloque del peronismo no cristinista reduce mucho las
posibilidades de diferenciación del tigrense", analiza Fara.
Para Zuleta, en tanto, "por ser un grupo heterogéneo de
políticos y profesionales de extracción muy diversa, son muy pocos los
massistas que se apuran a volver al peronismo. "Por el momento muchos se
apuntan mas bien a contribuir a formar la indispensable pata peronista de
Cambiemos".
- Los aliados de
Cambiemos
En el Gobierno festejaron el martes la conformación de lo
que llaman el bloque de los gobernadores. Consideran que Argentina Federal será
el principal interlocutor opositor en la Cámara baja, así como Pichetto seguirá
siendo uno de los negociadores preferidos en el Senado. Se trata de un
razonamiento simple: "Los gobernadores serán los principales aliados
porque ahí se da el toma y daca del dinero y del ordenamiento para que todos
terminen felices en 2019. Con eso, el Gobierno tiene asegurada la gobernabilidad",
afirma Fara.
Según Zuleta Puceiro, el Gobierno carece de aliados
incondicionales. "Todos están dispuestos a contribuir en la medida en que
tengan posibilidades de ser entendidos e incluidos en sus reclamos",
explica.
Fraga, en tanto, advierte que los bloques peronistas serán
los interlocutores para los acuerdos con el Gobierno, pero ello no implica que
sean aliados.
Desde Balcarce 50 destacan también a los socios de las
fuerzas provinciales, que responden a gobernadores sin partido político y suelen
negociar con el gobierno de turno. Así, cuentan a los seis diputados del Frente
Cívico por Santiago, al representante del Movimiento Popular Neuquino y al del
bloquismo de San Juan. Sería el plan B de la Casa Rosada en caso de que la
relación con el peronismo se ponga difícil. Al cierre de esta edición,
negociaban la incorporación al interbloque de senadores de Cambiemos del
salteño Juan Carlos Romero y de la fueguina Miriam Boyadjian, entre otros. La
intención es convertirse en la primera minoría del Senado.
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