Por Guillermo Piro |
Desde hace semanas se está discutiendo en Francia sobre la
“escritura inclusiva” y una regla gramatical que muchas personas proponen
superar y otras defienden. La regla, válida también en español, está resumida
en la frase le masculin l’emporte sur le féminin, es decir, “el masculino
prevalece sobre el femenino”. En nuestra lengua, la gramática también prevé que
cuando en una frase un adjetivo se aplica a dos o más sustantivos se deben
seguir dos reglas: si los sustantivos son todos masculinos o todos femeninos,
el adjetivo mantiene el mismo género y se declina al plural, y si los
sustantivos son de distinto género, el adjetivo se declina al masculino plural.
La edición francesa de Slate publicó un divertido artículo
de Titiou Lecoq en el que cuenta que cuando cursaba la escuela primaria y le
fue explicada la regla de la prevalencia del masculino, todas las niñas
protestaron, mientras que los niños aplaudían: “Habían entendido perfectamente
lo que estaba en juego y que la ilustración del libro decía claramente. Las
chicas habíamos perdido”. La ilustración a la que se refiere Lecoq era,
efectivamente, elocuente: un niño tirando de la soga con la sola ayuda de un perrito
vencía a tres niñas que tiraban del extremo opuesto. El maestro trató de
calmarlos diciendo que se trataba de una mera regla gramatical, pero los chicos
comenzaron a canturrear algo así como “nosotros somos más fuertes”. “Pero
nosotras –sigue Lecoq– veíamos que la regla nos estaba diciendo otra cosa: que
los chicos habían ganado. Y los chicos habían entendido exactamente lo mismo”.
Se trata de una regla que no siempre existió en la lengua
francesa. Hasta el siglo XVII prevalecía la concordancia por proximidad: el
adjetivo asume el género del sustantivo más cercano. Fue después que se la
reemplazó por la regla de la superioridad del masculino.
Algunos días atrás, más de trescientos docentes apoyados por
un centenar de intelectuales firmaron un manifiesto en el que declaran que de
ahora en adelante enseñarán ignorando la regla de la prevalencia del masculino.
Los motivos son tres: 1) la regla de prevalencia es reciente en la historia de
la lengua y no tiene utilidad alguna; 2) el objetivo de los promotores de la
regla de prevalencia no era lingüístico sino político: la nueva fórmula fue
usada para afirmar el orden de los valores que debían fundar la República
francesa, un orden que “les negó a las mujeres los derechos políticos hasta
1944”; 3) la repetición de esta fórmula a niños y niñas induce a que ambos
realicen representaciones mentales que llevan a aceptar el dominio de un sexo
sobre otro.
La Academia Francesa –fundada en 1635 por el cardenal
Richelieu, que dicta las reglas sobre cuestiones lingüísticas y que admitió por
primera vez a una mujer entre sus miembros en 1980– reaccionó enfáticamente con
una declaración firmada unánimemente por sus cuarenta miembros: la propuesta
inclusiva de la lengua francesa es una “aberración” y pone “en peligro de
muerte a la lengua francesa”.
Muchas personas hacen notar que la regla de proximidad es
mucho más simple, más lógica y más fácil de enseñar. La ventaja de esta regla
es además que quien la entiende como un duro golpe a la identidad nacional
siempre podrá escribir, en vez de “los manteles y las sillas son blancas”, “las
sillas y los manteles son blancos”.
Nota bene: esta columna fue escrita según las reglas de la
escritura inclusiva. Si nadie se dio cuenta, tanto mejor. Significa que es
posible no excluir a nadie sin provocar por eso un desbaratamiento lingüístico
que ponga en peligro de muerte a la lengua española.
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