Por Claudio Jacquelin
Los fracasos electorales tienen para el kirchnerismo el
impacto de bombas de efecto retardado. Lo peor no se ve la noche ni la mañana
siguiente de haber perdido sino a medida que pasan los días, cuando empieza a
desatarse un proceso de desintegración interna. Más parecido a una implosión
que a una explosión.
Ahora es Aníbal Fernández el que con nombre y apellido le
impone a Cristina Kirchner el descalificativo de mariscala de la derrota,
aunque él haya sido una de las causas del fracaso electoral de 2015,
precisamente por el empecinamiento de Cristina de hacerlo candidato a
gobernador. Antes ya se habían expresado en el mismo sentido Alberto Fernández,
Florencio Randazzo, Luis D'Elía y la lista sigue y seguirá.
Pero algo más grave ha empezado a oírse y leerse desde que
la Justicia (otro efecto retardado de las derrotas electorales kirchneristas),
decidió avanzar contra los ex funcionarios de Néstor y Cristina. La medalla de
conductora de fracasos empieza a compartir espacio con la cucarda de la
traición, por abandono de los suyos.
"Cristina no puede hacerse la pelotuda", había
dicho el siempre explícito D'Elía cuando las muñecas de los ex funcionarios
kirchneristas empezaron a cambiar relojes de lujo por ordinarias esposas.
El piquetero no había salido en defensa de un cuadro menor
de la gestión kirchnerista, sino nada menos que del mismísimo ex
vicepresidente, a quien sólo Cristina a solas eligió para tener a su lado en su
segundo mandato.
La mujer de Julio De Vido tocó otra cuerda sensible: habló
de falta humanidad. Fue la respuesta que le dio a la ex jefa de su marido por
decir que sólo ponía las manos en el fuego por sus hijos. Una frase con la que
Cristina privatizó, desde el llano, toda la generosidad que durante 12 años
había socializado desde la cima del poder.
"No se pueden aceptar las peores agachadas de mierda en
nombre de la Unidad y la Concordia", dijo el ex jefe de Gabinete con las
mayúsculas del sello electoral que usó Cristina, como para que no queden dudas,
a pesar del barroquismo suburbano con el que suele expresarse La Morsa.
Casualmente el mismo día en que dos hombres estrechamente ligados a él fueron
acusados ante la justicia de Estados Unidos de recibir coimas en el FIFA-gate.
Pero no es la única destinataria de planteos por no defender
a sus compañeros. De Vido interpeló por su falta de apoyo al presidente del PJ,
José Luis Gioja , de manera explícita, pero también al resto de la conducción
partidaria.
Lo que se dice en público es apenas una fracción de lo que
se escucha en privado y de lo que se ha escuchado durante la última campaña
electoral, que dejó incontables heridos en las filas kirchneristas. La lista de
reproches, desencantos, reclamos y pases de factura parece no tener fin.
El silencio de la gran conductora, en cambio, suena infinito
para los que perdieron la libertad y para los que temen perderla en algún
momento próximo. Le reclaman alguna palabra a cambio de "haberle dado
tanto", en términos políticos y de los otros.
Suelen decir los peronistas que una máxima del movimiento es
acompañar hasta la puerta del cementerio, pero nunca entrar con el cajón.
Cristina siempre buscó mostrarse como una librepensadora, pero no parece
dispuesta a renegar de algunos ritos.
Muchos se preguntan si habrá que esperar hasta el próximo 17
de octubre para que exprese su solidaridad con los caídos y se solazan
recordando que en el calendario peronista Día de la Lealtad hay uno solo en
todo el año.
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