El presidente ya
decidió competir por otro mandato.
Cristina se consolida como la gran líder opositora.
Cristina se consolida como la gran líder opositora.
Por Ignacio Fidanza |
La elección entrega dos datos contundentes: Macri tiene el
camino despejado para buscar su reelección y Cristina se consolida como la
opción opositora con mayor respaldo popular.
La Casa Rosada tenía bastante claro que este iba a ser el
resultado y su esfuerzo de las últimas semanas fue que no trascendiera y si lo
hacía, minimizar un crecimiento nacional y sobre todo un triunfo en la
provincia de Buenos Aires, que querían guardarse para que explote en toda su
dimensión este domingo.
Tan seguros estaban de este desenlace que el proyecto
reeleccionista de Macri incluía un destape en el acto de cierre de campaña del
Teatro Orfeo de Córdoba, que debió suspenderse por la aparición del cuerpo de
Santiago Maldonado. En oficinas de la Casa Rosada se diseñaron los afiches con
la leyenda "Macri 2019" que anónimos "militantes" iban a
levantar ese día, para que los tomaran las cámaras de televisión. Es decir, la
decisión está tomada. Macri va por otro mandato.
La extensión del triunfo de este domingo, que desbordó las
previsiones más optimistas consolida esa trayectoria, Cambiemos ganó en la zona
núcleo, Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, pero también se impuso en
bastiones peronistas del norte como La Rioja y Chaco. Punteó de amarillo la
Patagonia con triunfos en Neuquén y Santa Cruz, además de ratificar el
liderazgo porteño.
En un país polarizado al extremo, las opciones que
intentaron "mejorar" los proyectos en pugna desde una construcción de
centro superador, fueron barridas a niveles humillantes, en una deriva muy
funcional a Macri.
De los 23.214.180 votos afirmativos, Cambiemos se llevó
10.077.575 votos y Unión Ciudadana cosechó 4.732.520. Así, entre ambos
reunieron el 64% de los votos y polarizaron la elección.
Los proyectos presidenciales de Sergio Massa, Juan Manuel
Urtubey y acaso Martín Lousteau, deberán esperar otro país.
La elección tuvo algo de fundacional y acaso Macri merodea
la posibilidad de sumarse como el nuevo eslabón de esa línea histórica que
enhebran Mitre, Roca y Menem.
Cristina perdió pero también ganó. Superó los 37 puntos en
provincia, merodeó los 3,5 millones de votos en provincia y destapó resultados
inesperados en Salta donde el kirchnerismo diputó el segundo puesto y en Tierra
del Fuego donde ganó. Sus candidatos salieron segundos en Santa Fe, Santa Cruz
y Capital y tuvo buenos resultados en Neuquén y Chubut. De hecho, en Capital y
provincia terminó metiendo más diputados que en el 2015. Es decir, consolidó su
posición de primera fuerza en la interna peronista.
Lo que fracasó en toda la línea fue ese peronismo de centro
dialoguista, esa suerte de democracia cristiana europea que tiene como líder
ideológico al senador Miguel Ángel Pichetto y que se construyó sobre la
hipótesis de un declive pronunciado del "chavismo" cristinista.
Cristina anunció esta noche que Unidad Ciudadana llegó para
quedarse y esta elección es apenas el principio de ese recorrido. Una noticia
excelente para Macri que necesita esa división del peronismo para prevalecer,
mientras construye su propia hegemonía.
El Presidente goza además de la comodidad de tener como gran
adversaria a una líder acosada por serios problemas judiciales, con la
posibilidad de la prisión merodeando. Una suerte de rehén de una dialéctica,
que por ahora la ubica en el lado débil de la tensión. Débil incluso desde los
números: Cambiemos suma un 43 por ciento nacional contra un 20 por ciento de la
ex presidenta. Es decir, proyectado Macri estaría ganando en primera vuelta en
una presidencial.
Si los proyectos de poder exitosos son aquellos que logran
modelar su oposición, está claro que el proyecto de Macri se completa con
Cristina. La idea -ahora se percibe en toda su extensión- no era colaborar en
el surgimiento de un relevo peronista de centro que estabilice el sistema, sino
conectar al kirchnerismo a un pulmotor para que la idea del relevo sea
imposible.
Sería fácil decir que donde el peronismo fue unido potenció
sus chances y hasta ganó. Formosa, Tucumán, San Juan son ejemplos. Que si
Randazzo se hubiera plegado a Cristina estaban para ganar. Pero esa lectura no
explica la expansión geométrica de Cambiemos, su consolidación donde gobierna.
Hay algo de cambio de época dando vueltas, acaso aquella
vieja teoría de Torcuato di Tella de un sistema político que se encaminaba a
dos grandes polos de centroizquierda y centroderecha, a la argentina.
La vieja profecía incumplida de la muerte del peronismo,
este domingo bordeó como pocas veces la realidad.
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