Por Fernando Savater |
Un mes después de asumir la presidencia del Consejo de la
Unión Europea con el lema “Unidad y equilibrio”, Estonia convocó para el 23 de
agosto una jornada en memoria de las víctimas de los totalitarismos europeos,
es decir, el estalinismo y el nazismo. Es evidente que los estonios algo saben
del asunto, porque los han padecido a ambos.
Lo que no sé es por qué al comunismo lo llaman
“estalinismo”, como si antes de Stalin y después no hubiera sido también
totalitario. Como si, ya puestos, no lo siguiera siendo hoy, cuando de Stalin
ya no se acuerda casi nadie... al menos fuera de los países que sufrieron su
caricia de acero.
Esta jornada no parecía una efeméride demasiado
comprometida, pero sin embargo no logró ni mucho menos un apoyo unánime. El
griego Tsipras, Podemos, Izquierda Unida, EH Bildu y algún otro grupo parecido
se desmarcaron de la celebración proclamando que “equiparar nazismo y comunismo
supone un error histórico”. Cosas del parentesco. No sé exactamente qué error
hay. Si es el número de asesinados por cada equipo siniestro, dentro de Europa
el balance está bastante equilibrado pero China y los jemeres rojos desbordan a
sus rivales. La única diferencia que veo es que alguna vez pudo haber
comunistas de buena fe, mientras que un nazi de buena fe es inimaginable. Pero
eso a las víctimas de unos y otros les ayuda poco.
Lo que cuenta es que el comunismo y el nazismo son la mugre
política que la UE trató de erradicar. Pero ahí siguen. Marina Albiol,
eurodiputada por Izquierda Plural, ha calificado hace unos días a la UE en un
tuit de “institución criminal al servicio de los poderosos”. Y eso repantingada
en su escaño de Estrasburgo. Ella sí que es un error histórico...
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