Por Fernando Laborda
Ante la virtual certeza de que, si mantenía la estrategia
conservadora que empleó en la campaña proselitista previa a las PASO, iba a ser
superada por Cambiemos el 22 de octubre, Cristina Fernández de Kirchner optó
por tomar riesgos y enfrentar al periodismo al que tradicionalmente no había
dudado en ningunear durante casi 15 años.
Y, como en la fábula del escorpión
que pica a la rana en el medio del río cuando ésta intenta transportarlo a la
otra orilla, afloró la naturaleza de la ex presidenta.
Reapareció la Cristina de los grandes valores de ayer, de
hoy y de siempre. La que pretende dar clases de periodismo, aunque ya no desde
el atril sino en los novedosos mano a mano con los entrevistadores, y la que ha
hecho de la negación de los errores una rutina propia de su relato. Su última
equivocación fue afirmar que la tragedia ferroviaria en la estación Once sólo
se debió a un error del maquinista que no frenó.
A la luz de las últimas encuestas, quienes desde hace varias
semanas aseguraban en el oficialismo macrista que cuanto más hablara Cristina,
más chances de ganar en el distrito bonaerense tendrían los candidatos de
Cambiemos, parecerían tener razón. Todos los sondeos de opinión pública le
asignan a Esteban Bullrich y Gladys González una ventaja bastante clara en
intención de voto sobre la ex mandataria y Jorge Taiana.
Hay dos factores que apuntalan esos pronósticos electorales:
1) El espanto que provocarían algunas declaraciones de la
candidata a senadora por el Frente Unidad Ciudadana estarían ayudando a la
polarización que incentiva el macrismo. Votantes de terceras fuerzas
-fundamentalmente de Sergio Massa y Margarita Stolbizer- se estarían volcando
hacia la coalición gobernante para asestarle una dura derrota a Cristina
Kirchner.
2) Comienza a ganar terreno la hipótesis de que algunos
intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires que hasta ahora se
declararon fieles a Cristina incentiven cortes de boletas para conservar sus
mayorías en los Concejos Deliberantes, tal como lo hicieron en 2009, 2013 y
2015 en desmedro del propio kirchnerismo.
Un indicio de lo que estaría sucediendo lo brindan recientes
afirmaciones de Margarita Stolbizer, mientras las encuestas advierten que se
estaría licuando parte del apoyo que obtuvo su coalición 1País en las PASO.
"El Gobierno sigue escondiéndose detrás del fantasma de Cristina para no
discutir la realidad. Pero el pasado no vuelve. No hay que tenerle miedo a
Cristina ni al pasado", aseveró la compañera de lista de Massa.
El cambio en la estrategia discursiva de esta fuerza
opositora es sugestivo. Antes de las PASO, invitaba al electorado a sumarse a
su propuesta para evitar el retorno de Cristina Kirchner. También sostenía que
cada voto que se acercara a la ex presidenta iba a actuar como una presión
sobre los jueces para asegurarle impunidad. Ahora, considera que no hay que
temerle a Cristina. La intención del massismo es clara: persuadir a sus
votantes de que deben votar con total libertad y no pensando que hay que evitar
a toda costa un triunfo kirchnerista.
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