Carl Jung define la sombra como el rincón de la naturaleza humana. |
Por Sergio Sinay (*)
En un ensayo que escribió hacia 1917, Carl Jung (1875-1961),
padre de la psicología analítica, presentó su idea de la Sombra como el rincón
oscuro de la naturaleza humana. La definía como “la suma de nuestras
características desagradables que desearíamos ocultar, las funciones
insuficientemente desarrolladas en nosotros y el contenido del inconsciente
personal”.
Todos tenemos nuestra Sombra y ocultamos en ella lo que negamos y
rechazamos de nosotros. Pero lo rechazado sigue existiendo y perturba. Debe
salir por algún lado. Así es como se lo adjudicamos a otro (u otros).
Percibimos, denunciamos y hasta odiamos en otros lo mismo que negamos en
nosotros. Y a menudo, si no lo tienen, se lo inventamos. Los tomamos como un
lienzo blanco, según define el filósofo Sam Keen, para crear el rostro de un
enemigo, sin advertir que, es un espejo.
Desde aquel ensayo en adelante mucho se estudió y profundizó
acerca de esta inspirada descripción, y se lo sigue haciendo. El propio Jung en
su momento, y muchos de sus discípulos y continuadores después, estudiaron cómo
se manifiesta la Sombra en la pareja, en el trabajo, en la familia, incluso en
el arte. El siglo XX, más lo que va del XXI, resultó un campo fértil para la
observación de la Sombra en la política, así como la Sombra colectiva. El
nazismo fue acaso la más tenebrosa expresión de esta última, echada sobre los
judíos. Pero asomó también en el fascismo, en numerosos populismos y dictaduras
aquí y allá, se vuelve a ver en las reacciones xenófobas ante los refugiados,
extiende su oscuridad bajo la forma de islamofobia y arroja cotidianos y
miserables excrementos de cobardía en las redes sociales y en numerosos foros
en los cuales es fácil advertir que las atrocidades que se disparan desde el
anonimato describen más a quienes las pronuncian que a los destinatarios de las
diatribas.
James Hollis, analista que dirige el Jung Educational
Center, de Houston, estudia el aspecto político y colectivo de la Sombra en Tus
zonas oscuras (Kairós). Recuerda allí a Edmund Burke, padre del liberalismo
británico en el siglo XVIII, según quien todo lo que se necesita para que el
mal triunfe es que las buenas personas callen. Hollis se pregunta por qué “los
buenos” no sólo callan sino que miran hacia otro lado o hasta colaboran en
terribles episodios de la historia y del presente. Su respuesta es que lo hacen
porque líderes carismáticos, oportunistas, ambiciosos, inmorales y a veces
desquiciados saben estimular la Sombra y activar las partes enfermas de
quienes, en otras circunstancias, se muestran sanos y normales. Y porque estas
personas, transformadas en masas (o en “gente”, “militancia”, etcétera) e
ignorantes de su propia Sombra, se creen unidimensionales, sólo honestos,
sinceros, solidarios, trabajadores, etcétera. Pura luz.
Como espesos nubarrones en un horizonte cercano, la Sombra
colectiva (nacida de la suma de las Sombras individuales) está siempre
presente. Se necesita reconocerla y traerla a la luz de la conciencia para ver
lo que hay en ella y, aunque atemorice, trabajar en ese contenido para sanearlo
y no proyectarlo. Los que primero deben anoticiarse de ello, y no olvidarlo
nunca, son quienes desde la política y desde los gobiernos plantean transformar
la sociedad. Y luego quienes como ciudadanos comunes aspiran a vivir en un país
mejor. Porque unos y otros tienen su Sombra. Como ocurre con la sombra física
que proyectan cuerpos y objetos, ésta no se puede eliminar. Si hay luz, hay
sombra. Cuando cada quien ignora la propia y la proyecta sobre otro se producen
grietas abismales. Ocurre así que quienes proclaman el cambio se valen de las
mismas triquiñuelas mediáticas y artimañas seudolegales que denunciaban en sus
adversarios. O, del otro lado, hablan de Justicia quienes la bastardearon,
denuncian fraudes los fraudulentos, se dicen robados los ladrones, denuncian
pobreza quienes la negaron. Y se ven manifestaciones de encapuchados (¡nada
menos!) llamando dictadura a un gobierno legal. Cuando todas las Sombras
emergen al unísono, sólo hay oscuridad.
(*) Escritor y periodista
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