Por
Ernesto Tenembaum
En la tarde del viernes, mientras decenas de miles
de personas en todo el país pedían que se esclarezca la desaparición de Santiago
Maldonado, Mauricio Macri posteó en las redes sociales su imagen en una
heladería tucumana y contó, encantado, que había probado gustos exóticos.
"Probé de remolacha, arroz con leche, mate cocido, y me encantó".
Unos días antes, en un acto de campaña, su enemiga, la ex presidenta Cristina
Kirchner, sostuvo en sus manos el retrato de Santiago Maldonado y afirmó que
Maldonado fue víctima de una "desaparición forzada". Luego
agregó: "No hay que echarle la culpa a la Gendarmería, porque es la misma
que estaba hasta el 2015, sólo cambió el que le da las órdenes, así que a
Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", agregó. Un día
antes, Hebe de Bonafini lo había dicho de manera menos
elíptica: "Macri mandó a matar a Santiago Maldonado".
Mauricio Macri y Cristina Kirchner son los líderes
más importantes del país. La reacción de los dos frente a la desaparición de
Maldonado es muy reveladora de cómo se comportan ante un drama que
afecta a otras personas. A Macri no le importa. Apenas balbuceó unas
palabras sobre el tema durante un reportaje, y nada más. El país está
conmovido, pero para él no es asunto presidencial. Cristina, en cambio, es
insuperable en su capacidad para tirarles muertos encima a sus enemigos. Macri
mató a Maldonado. Lagomarsino mató a Nisman y está vinculado a Clarín. Ernestina
Herrera de Noble le robó sus hijos a desaparecidos. No tengo pruebas pero no
tengo dudas, siempre, cuando se trata de ensuciar a los otros.
La indiferencia de Macri es un clásico. La muerte
de los otros no es su tema. Por eso, tartamudea cada vez que habla sobre la
dictadura militar. No tiene idea de cuántos desaparecidos hubo, no se sabe qué
opina sobre lo ocurrido en esa época y, cuando se sabe, todo es mucho peor.
Estuvo de vacaciones en Villa la Angostura y ni se acercó a Bariloche o Esquel
para conocer la situación. Se conmueve ante un "emprendedor"
tucumano pero no ante un desaparecido. En la edición de Perfil de
hoy, Jorge Fontevecchia recuerda que el actual Presidente se fue de vacaciones
a Punta del Este en los días de la desaparición de Julio López.
La sobreactuación de Cristina, por su parte, tuvo
su respuesta el viernes cuando, también durante la marcha, participó de una
misa por Santiago Maldonado. Lo ocurrido se conoce, pero tal vez convenga
reproducirlo tal como lo contó la protagonista del hecho:
"Hoy en la Iglesia de la Merced, de Merlo, el
obispo celebró una misa por la aparición con vida de Maldonado. Me sumé por el
cuidado de la vida de todos. Estoy esperando que empiece la misa y veo un
revuelo desde adelante donde yo estaba, un revuelo en el fondo del templo… Una
señora me dice: ¡vino Cristina Kirchner! Cuando todos se sientan, ¡la veo!
Pensé un segundo qué hacer… Camino hasta el banco donde estaba rezando la ex
presidente… La miro fijo a los ojos y le digo… 'Soy la mamá de Tatiana
Pontiroli fallecida en la tragedia de Once…' Me contesta: ya me dijo Gustavo
(Menéndez)… Usted es una asesina, le dije, pide por la vida de Maldonado pero nunca
se hizo cargo de la masacre que causó a 52 inocentes. Los guardaespaldas se me
acercan y les digo que se queden tranquilos, que yo ya me iba, que la que tenía
que rezar era la señora, no yo. Y entre lágrimas salí de la Iglesia".
Son dos tipos de crueldad distinta. Naturalmente, en tiempos de la
grieta, habrá fanáticos de una crueldad, y de la otra.
El primero de agosto, hace casi un mes, fue
denunciada la desaparición de Maldonado. Desde entonces, el
Gobierno fracasó en dos aspectos claves: no encontró al desaparecido, ni
pudo ofrecer una explicación creíble sobre lo que ocurrió con él. Mientras tanto,
en tiempo récord, absolvía a Gendarmería, denunciaba la existencia de un grupo
terrorista mapuche entrenado por terroristas extranjeros, y difundía que
Santiago Maldonado operaba con ellos. Pero no ofrecía una sola prueba de todo
esto. Al referirse a la década del setenta, además, la ministra de
Seguridad, Patricia Bullrich, pronunciaba una frase terrible:
"Los demonios no eran tan demonios".
Al otro lado de la grieta, se elongaba para
intentar demostrar, una vez más, que Macri es igual a Videla. Macri, basura,
vos sos la dictadura, pero por otros métodos.
El gremio docente CTERA -un emblema clásico del
progresismo argentino- impulsó actividades en las escuelas sobre el tema con un
sesgo evidente: se comparaba lo que, aparentemente, le ocurrió a Santiago con
lo sucedido durante la dictadura militar. La decisión de Ctera se espeja con
los gestos de Cristina: en la comparación de Macri con la represión ilegal, y
en el increíble proceso de selección de las víctimas. Otra vez, la mamá de un
muerto en la tragedia de Once puso las cosas en su lugar. Fue la docente María
Luján Rey, mamá de Lucas Menghini, quien les recordó que no habían
organizado ninguna actividad para explicar la tragedia de Once. Ctera
tiene esas cosas: arma una carpa docente frente al Congreso pero no en Santa
Cruz.
Como contrapartida, el Gobierno impulsó una
campaña de padres para rechazar que se hable del tema en las aulas. ¿No hubiera
sido más humano, sensible, inteligente, sumarse a la iniciativa e imprimirle un
sesgo propio? Si se trata de un tema que sacude al país, ¿cual sería el
problema en que el Ministerio de Educación transmita contenidos alrededor de
él? Ctera quiere que se enseñe que Macri es un dictador. El Gobierno no quiere
que se diga nada sobre el tema. En el medio, Santiago está
desaparecido, y no solo físicamente: ni los unos ni los otros están hablando de
él.
El viernes, se realizó la marcha a Plaza de Mayo
para pedir por la aparición con vida. Estuve allí. En esa plaza había muchos
ausentes. Uno de ellos, el principal, claro, era Santiago Maldonado. Pero
también estaban los muertos de los que no se habla en esa plaza, ni en plazas
similares a esa. Y son muchos. Si se tapan algunos muertos pero se tapizan
las paredes con los otros, y si justo los que se tapan son los muertos causados
por aliados al así llamado "progresismo", pero se enarbola la imagen
de los que sirven para acusar a los enemigos políticos, entonces resulta que se
puede sospechar si lo que duele es la muerte o si estamos ante un fenómeno un
poco más oscuro, por más buenos y coherentes que se sientan los que gritan
"aparición con vida y castigo a los culpables".
Cuando uno se aleja un poquito de la grey
progresista, la mira desde afuera, ve un problema gigantesco. Se lo dice la
mamá de una fallecida en Once a Cristina, se lo dice otra mamá a Ctera. Pero no
solo ellas: hay un enorme sector del país, nutrido desde tradiciones políticas
muy distintas, incluso mucha gente que se sintió alguna vez progresista, que ha
militado para que los militares de la represión ilegal estén presos, que lo ven
cada vez más: si defienden la vida, ¿cómo es que nadie nombra a Gildo Insfrán
en esas marchas? ¿Y a de Julio De Vido? ¿Cómo es que nunca estuvo la cara de
Milani? Y entonces, cada vez más personas no quieren ser usadas por
manifestaciones tan sesgadas, de tan evidente sesgo partidario.
Mientras tanto, Patricia Bullrich no pide disculpas
y se grita con los referentes de los organismos de derechos humanos. Jaime
Durán Barba ordena que se realicen encuestas par ver si el tema tiene alguna
influencia en las elecciones de octubre. Los líderes de los organismos de
derechos humanos se dicen de todo en público. La Cámpora pretende copar los
actos: lo logra en el primero, fracasa en el del viernes pero su columna vuelve
a entonar: "Macri, basura, vos sos la dictadura". Cuando
estalla la violencia después de los actos, ni la izquierda ni el kirchnerismo
la repudian: como si estuviera bien lanzarle una bomba molotov a los pies de un
gendarme.
Macri sigue probando helado. Desapareció un chico:
no es su tema. Él llama a los heladeros tucumanos, no a los familiares de un
desaparecido.
Fernandez de Kirchner dice que ve algo oscuro en la
Argentina, como si el resto del mundo hubiera olvidado el día en que bailó
mientras decenas de argentinos caían bajo las balas policiales.
¿Cómo se verá todo esto desde los ojos del papá o
la mamá de Santiago Maldonado?
"¿Dónde está
Santiago?" es una pregunta lacerante: un chico desapareció en la Argentina.
Pero, en medio del griterío, de las miserias, de
las sobreactuaciones, de la utilización electoral del tema, de las consignas
absurdas, de la inoperancia, Santiago se vuelve a perder otra vez, como si a
muy pocos les interesara de verdad, mientras un país espera que aparezca con
vida, o que alguien le explique qué pasó.
© Infobae
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