Por
Ernesto Tenembaum
Diego Armando Maradona toma en sus manos una pelota
de futbol, mira a cámara, y dispara con solemnidad patriótica: "Macri:
largalo a Maldonado", como si el Presidente tuviera al joven secuestrado
en un sótano.
Maradona suele ser un símbolo de la desmesura
nacional. Pero no es el único: ni siquiera el que más barbaridades dice. En
comparación con lo que sigue, es casi un caballero.
El jefe de la Sociedad Rural de Esquel advierte
contra el avance de la "guerrilla" mapuche. "Los movimientos
guerrilleros nunca son masivos en sus comienzos, pero todos recordamos en donde
desemboca la violencia que desatan, y miles de muertos de ambos lados tapizan
una historia de estúpidos e imberbes que eligieron la lucha armada para
encabezar su demanda. De ellos, idiotas, deberíamos tomar debida nota para no
generar la Colombia de las FARC, la ETA de España o el ISIS de Medio Oriente".
Está hablando de un grupo de, a lo sumo, sesenta
personas, que viven de la caza y de la pesca, casi no tienen dinero y su
armamento es escaso y rudimentario: cualquier barra brava del ascenso
es un problema más serio para la seguridad nacional.
El jefe del bloque de senadores del PJ, Miguel Ángel
Pichetto, sin embargo, advierte que los cincuenta mapuches tienen un tufillo a
Sendero Luminoso. Lo ovacionan en el Rotary Club. Luego califica a Cristina
Kirchner como comunista.
Hebe de Bonafini compara al macrismo con la Triple
A. "Nos dicen que vivimos en una democracia porque votamos. Pero cuando
Lopez Rega armó la triple A también se votaba. Esto es lo mismo" Susana
Gimenez y Mirtha Legrand sostienen que no entrevistarían a Cristina Fernandez,
porque eso sería ir contra sus convicciones, como si reportear a alguien
contagiara.
En una Facultad de Rosario un grupo de
estudiantes dibuja y
expone un retrato enorme de Mauricio Macri con un balazo en la
frente y un hilo de sangre que chorrea como una lágrima.
El rector dice que no se debe exagerar la
relevancia del hecho. A nadie le parece demasiado horroroso.
El Ministerio de Seguridad difunde que los
integrantes de la Resistencia Ancestral Mapuche reciben entrenamiento de las
FARC, sin una sola prueba. Y eso, en momentos en que, justamente, las FARC
firman un acuerdo para entregar las armas en su país: ¿por qué razón estarían
interesados en exportar la revolución que abandonan?
Víctor Hugo Morales defiende a Jones Huala con este
argumento: "Es un hombre que defiende la libertad en alpargatas. A lo sumo
se le habrá chispoteado un auto quemado". Alfredo Leuco advierte que es
tiempo de reaccionar porque "nos han declarado la guerra".
"Nosotros somos la esperanza de construir una sociedad más igualitaria y
con más libertad, que fortalezca los lazos solidarios y la convivencia plural
entre distintos. Ellos son el odio multiplicado y fomentan el caos y el
autoritarismo con el objetivo de imponer sus ideas jurásicas que solo fomentan
más muertes y terror".
Los buenos, los malos, nosotros, ellos: más claro,
agua.
La ex presidenta Cristina Kirchner, sostiene en sus
manos el retrato de Santiago Maldonado y afirma que
Maldonado fue víctima de una "desaparición forzada". Luego
agrega: "No hay que echarle la culpa a la Gendarmería, porque es la misma
que estaba hasta el 2015, sólo cambió el que le da las órdenes, así que a
Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", agrega. Un día
antes, Bonafini lo dice de manera menos elíptica: "Macri mandó
a matar a Santiago Maldonado". Cristina agrega que en la Argentina no
existe el estado de derecho.
La ministra Patricia Bulltich, respecto de la
década del setenta, explica que "los demonios no eran tan demonios".
"Yo me la banco" desafía.
La grieta, por momento, transforma todo en un
absurdo infinito. De un lado, parece que hay que apoyar sin matices los reclamos de
los mapuches e ignorar los de los wichis. Del otro, hay que bancar a los wichis
y desmerecer a los mapuches.
Los macristas son prowichis y antimapuches.
Los kirchneristas son promapuches y antiwichis.
En algún momento, evidentemente, algo pasó y nos
volvimos todos locos.
El día de la marcha más relevante por la aparición
con vida de Maldonado, el presidente de la Nación viraliza una foto suya
tomando helado con gusto a mate cocido.
Un psicoanalista K trata de explicar por qué tanta
gente vota al macrismo. Cuenta que a un paciente suyo que vivía en el exterior
"varios problemas en su ano y recto lo habían llevado a tener que realizar
varias operaciones en dicha zona. Vuelto a la Argentina se afilió al partido de
Mauricio Macri" y que otro paciente, "por simpatía y conveniencia
laboral, había terminado trabajando con algunos jerarcas del PRO que le
prometían ascensos y premios que nunca llegaban. Tenía VIH y sabía que si
ganaba Macri era posible que el acceso a la medicación se complicara. Aun así
se ponía la camiseta". Concluye: "Ambos resultaron ser
militantes del masoquismo anal". La nota se publica desplegada en
Página 12.
—¿Qué sería el masoquismo anal, doctor?
—Que les gusta que le rompan el tujes.
—¿Y qué problema habría si les gusta eso?
—Si les gusta que se lo toquen es una cosa. Pero si se rompe…
—Que les gusta que le rompan el tujes.
—¿Y qué problema habría si les gusta eso?
—Si les gusta que se lo toquen es una cosa. Pero si se rompe…
Y Jaime Durán Barba, el destacado asesor
presidencial, explica: "En octubre se decide también si queremos que
gobiernen personas violentas que fomentan el odio, matan a sus adversarios y
proyectan en los demás sus complejos y sueños destructivos o gente menos
delirante, que desea simplemente construir un país en que la gente pueda ser
más feliz".
Son todas personas inteligentes, importantes, con
un público dispuesto a creerles, ávido de sus verdades.
Hace más de cuatro décadas, Nacha Guevara compuso
una hermosa canción que recomienda un método efectivo para terminar con el
odio. "Basta de violencia, de egoísmo, de indecencia. Nos esperemos a
mañana. Cuando antes comencemos, con el odio acabaremos…", arrancaba. Y
luego: "Con el odio acabaremos, con el pie lo aplastaremos, luchemos por
el día, en que el amor al fin sonría… Con el odio acabaremos, la picana le
pondremos, y si llora o si se queja, le arrancamos las orejas. ".
El escritor y periodista español, Manuel Vicent, en
cambio, tiene una frase clásica sobre los rasgos que debería tener el
periodismo, aplicable tal vez a la vida en general. "Los héroes de
este oficio son aquellos periodistas que dan noticias fidedignas, emiten
comentarios inteligentes y ponderados, conscientes de que la moderación es la
conquista más ardua del espíritu y a la vez el arma más certera".
Entre las sugerencia de aquella canción de Nacha y
las de Vicent, gran parte de la dirigencia política, y también del periodismo,
ha elegido en estos días la primera variante. Casi nadie se priva de decir
cualquier cosa. El caso Maldonado ha proyectado esto hasta el infinito
y lo ha hecho, incluso, más sucio, simplemente porque en medio del griterío se
olvida a las personas que sufren directamente esa ausencia.
Es curioso. A diferencia de lo que ocurre en
Venezuela, donde ya no existe la democracia, o en Brasil, donde cayó una
presidenta, o incluso en Uruguay donde acaba de renunciar el vice, el sistema
institucional argentino se desenvuelve con elegancia: hubo una transición
relativamente normal, nadie discute los resultados electorales, los problemas
que hay son los de cualquier democracia.
Pero el debate público es cada vez más ensordecedor
y desquiciado: se dispara desde todos los rincones y en todas las
direcciones. No es solo el kirchnerismo, no es solo el macrismo: el
desvarío ha logrado, como nunca, ser transversal.
La duda es la jactancia de los intelectuales.
Mejor tatuarse la M o la K en el pecho (algunos por
convicción y otros porque es un flor de negocio) y cantar con Nacha: "Con
el odio acabaremos. Una bomba le pondremos. Cuatro tiros, seis
granadas, diez misiles y un torpedo. La lengua le arrancaremos y los
dientes venderemos".
Seguro que nos va fenómeno. ¿O no es un método
probadísimo para que un país, finalmente, encuentre su destino?
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