Por Giselle Rumeau |
Nada resulta más ingrato por estas horas que hacer un
análisis del desempeño electoral y político de Margarita Stolbizer, quien en
alianza con 1País obtuvo en las PASO apenas el 15% de los votos como segunda
candidata a senadora en la boleta encabezada por Sergio Massa. Con 57% de
imagen positiva y un 35% de opiniones negativas, la titular de Generación para
un Encuentro Nacional (GEN) es una de las cuatro dirigentes mujeres con mejor
imagen en el país, junto a María Eugenia Vidal, Elisa Carrió y Gabriela
Michetti.
Su persona está asociada a la ética y a la transparencia,
valores que se potenciaron en la percepción de la opinión pública a partir del
año pasado con su lucha contra la corrupción y las denuncias contra Cristina
Kirchner. Como si fuera poco, es una de las políticas más creíbles. El análisis
de su lenguaje corporal es unánime: Margarita es la dirigente más segura a la
hora de comunicar con su cuerpo. Según los expertos, ganó muchísima
credibilidad por la congruencia entre lo que dice, lo que hace y lo que expresa
corporalmente. Y cuando uno habla verbal y corporalmente de la misma manera, es
creíble.
Lo paradójico es que ser una dirigente tan valiosa y honesta
no alcanzó: Stolbizer se quedará afuera del Congreso de la Nación en diciembre
y volverá a dedicarse al partido, al menos, hasta la próxima elección de 2019.
La única forma de obtener una banca en la Cámara alta por la provincia de
Buenos Aires, donde ingresan dos senadores por la mayoría y uno por la minoría,
sería que el massismo ganara los comicios de octubre en la Provincia. Algo que
hoy no parece posible, ni siquiera en el mejor de los sueños. Quienes conocen
íntimamente a Stolbizer explican que su jefa política ya sabía que volvería al
llano.
"Desde el momento en que decidió ser la segunda
candidata a senadora estaba claro que no iba a entrar", aseguran en su
entorno. "Nosotros esperábamos salir segundos y en ese escenario,
Margarita tampoco ingresaba al Senado. Sólo Massa", dicen sus voceros de
siempre. El objetivo de los líderes de 1País era superar los 20 puntos en
agosto, neutralizar la polarización entre Cambiemos y el kirchnerismo y dejar
competitiva a la boleta de la fuerza de cara a octubre. No sucedió. Lo lógico
para un dirigente tradicional, ávido de poder a cualquier precio, hubiera sido
encabezar la lista de diputados, con la que Stolbizer se hubiese asegurado un
escaño en la Cámara baja, aún repitiendo el tercer puesto en octubre. Si ella
no lo hizo -explican desde el GEN- es porque la carta orgánica del partido
impide las reelecciones legislativas por varios períodos consecutivos.
"Margarita siempre privilegió al partido, en especial a las bases. Quiere
dar lugar a la renovación", insisten.
En esa línea, remarcan que como resultado de la sociedad con
Massa, el partido logró colocar varios concejales en las listas y llevar las
candidaturas a diputados nacionales de Marcelo Días y Julia Romero, y de Sergio
Abrevaya como legislador porteño.
Aún así, es difícil no entrar en las especulaciones sobre la
conveniencia de sus últimos movimientos. ¿Por qué ella, que siempre abominó a
los dirigentes con pasado kirchnerista, se asoció con Massa, ex jefe de
Gabinete de Cristina Kirchner? ¿Qué la llevó a hacer campaña junto a un hombre
asociado a la vieja política como Felipe Solá, cabeza de la lista de diputados
bonaerenses?
¿Errores de cálculo?
Desde el vamos, la sociedad con Massa no pareció una
decisión acertada. La mayoría de los votantes de Stolbizer, que se definen
progresistas con alto apego por las instituciones, jamás votarían al tigrense.
Pero para encontrar la respuesta acertada, habría que repasar otras decisiones
en la carrera política de la diputada.
Radical de origen, Margarita se fue del partido en 2007
cuando la Convención Nacional votó un acuerdo para llevar en la boleta
presidencial al economista Roberto Lavagna, mientras otro sector, los radicales
K, festejaban que Julio Cobos fuera el compañero de fórmula de Cristina. Los
conflictos con la UCR ya se venían acumulando desde hacía rato, ante el
narcisismo y la misoginia que reinaba en el partido. A fuerza de rebeldía,
formó el GEN, cerró un acuerdo con el ARI de Elisa Carrió y el socialismo y se
postuló a gobernadora por la Coalición Cívica.
En 2009, llegaría el Acuerdo Cívico y Social, esta vez con
la UCR y el ARI, por el que se presentó como diputada nacional. Cuando ese
espacio fracasó, volvió a la carga con el Frente Amplio UNEN, que también
terminó volando por los aires tras la conmoción y el reordenamiento político
que generó la muerte del fiscal Alberto Nisman en enero de 2015. Carrió dejó
esa alianza primero para irse con Mauricio Macri.
La siguieron los radicales. Stolbizer se quedó. Ante la
renuncia del socialista Hermes Binner a la candidatura presidencial del
espacio, decidió tomar la posta y se calzó ese traje con un discurso enfocado
en la decencia y la igualdad. Lo hizo por un nuevo frente, llamado
Progresistas, integrado por su partido, el socialismo y Libres del Sur. La
falta de un candidato presidencial que arrastre los cargos legislativos en las
boletas fue clave en su determinación.
También la certeza de que se dejaría vacante el espacio
progresista y de centroizquierda, ante un escenario que consideraba copado por
candidatos de centroderecha. "Entre Altamira y Scioli, Macri y Massa no
hay nada", repetía entonces Stolbizer como si fuera un mantra. No quería
regalar ese lugar a la izquierda y mucho menos consideraba la posibilidad de
llegar a un arreglo político con el PRO o el FR.
El resultado fue calamitoso. Sacó apenas el 2,5% de los
votos, al ser víctima de la polarización entre Macri y Daniel Scioli, quedó
quinta detrás de Nicolás del Caño, y le llovieron las críticas de los analistas
políticos. Se la acusó de ir con una candidatura testimonial, de no animarse a
construir poder y de sentir fobia por los cargos ejecutivos. Es probable que
algo de eso sea cierto. Cuando Vidal era sólo una idea audaz, una encuesta de
la consultora Analogías de febrero de 2015 sorprendió al otorgarle a la líder
del GEN un 18% de intención de voto como candidata a gobernadora bonaerense.
Pero Stolbizer venía diciendo públicamente que no quería volver a postularse
por ese cargo, incluso cuando UNEN era una promesa alentadora.
Al comienzo de la gestión Cambiemos, la líder del GEN se
mostró con buena sintonía macrista. "Cuando asumió Macri, lo apoyamos un
tiempo. También respetamos muchísimo a Vidal y nos dio alegría que le ganara a
Aníbal Fernández. Pero con el correr de los meses, el Gobierno no cumplió lo
prometido. No hay gestión para mostrar", dicen sus seguidores.
Progresistas desapareció pero la imagen de Margarita comenzó
a subir una vez más en las encuestas al salir a protagonizar un raid de
denuncias judiciales contra la ex presidenta Cristina Kirchner, muchas de ellas
con alta repercusión mediática como la denominada ruta del dinero K. Dispuesta
a no malgastar ese capital político, y con la intención de no volver a ser una
candidata testimonial, la diputada buscó cerrar una alianza con una fuerza que
contara con peso territorial. Con Macri fuera de su mira, terminó como socia de
un hombre al que había cuestionado en el pasado, en mímesis con la conversión
macrista de Carrió.
"Tuvimos prejuicios con Massa y nos demostró que se
puede trabajar en un clima de generosidad absoluta", afirman en su
entorno. "Hay leyes de Marga que se aprobaron por apoyo de los votos de
Massa. Y lo de Ganancias salió porque él se plantó", justifican.
La polarización volvió a jugarle en contra. Para algunos,
hubo otro error de cálculo político. "El problema en la Argentina es que
siempre se vota con componentes emocionales", se quejan.
Ahora, ante el peor escenario, los socios de 1País saldrán a
buscar a los votantes de Randazzo, aunque saben que podrían quedar atrapados
por el voto útil que pedirá Cambiemos. Sea cual fuera el resultado final, lo
cierto es que Marga se irá a su casa. "Esto ya le pasó en 2007 y volvió en
2009. No es nada grave", afirman. Una pérdida para el Congreso.
0 comments :
Publicar un comentario