Por Analía
Argento
Los gobernadores del justicialismo volvieron a
reagruparse cuando María Eugenia Vidal llevó a la Corte su reclamo para
recuperar el Fondo del Conurbano bonaerense. Desde que asumió Mauricio Macri
las provincias fueron piezas fundamentales en el armado de acuerdos en el
Congreso, donde Cambiemos no tenía mayoría propia, ni probablemente la tenga
aún si hace una gran elección en octubre.
En ese marco, Rogelio Frigerio fue un
jugador fundamental desde el Ministerio del Interior para tejer acuerdos. El
Gobierno tiene pendiente varias reformas que deben pasar por el Congreso, entre
ellas la reforma previsional y la reforma impositiva. La elección de
ayer dejó en la oposición a varios gobernadores heridos y a un puñado
fortalecidos para intentar ser interlocutores frente al gobierno nacional y
también para aspirar a un cambio dentro del PJ hacia 2019. Falta
todavía votar en octubre pero la PASO es un indicio.
En el peronismo, el tucumano Jorge Manzur, el
formoseño Gildo Insfrán, el chaqueño Domingo Peppo y el misionero Hugo
Passalacqua, validaron su poder territorial. También Sergio Casas (apoyó a
Carlos Menem la última semana tras el fallo judicial que invalidaba su
precandidatura por estar condenado en la Justicia), Sergio Uñac en San Juan,
Lucía Corpacci en Catamarca y el matrimonio Zamora con su Frente Cívico en
Santiago del Estero, donde ganaron con el 66% de los votos contra 16%. Todos
ellos han tomado distancia de Cristina Kirchner y estarían abiertos a una
renovación del peronismo. Desde Salta, Juan Manuel Urtubey hace
años trabaja para perfilarse como uno de los líderes de ese cambio que abona
permanentemente. Este domingo su vicegobernador durante dos períodos, Miguel
Zottos, se impuso en la interna del Frente que precisamente lleva el nombre de
Unidad y Renovación. La boleta única electrónica será una excusa
también para su posicionamiento futuro, plantean cerca suyo.
La provincia de Tucumán es, con el 79,28% votantes,
la primera en participación en la elección PASO. Pero el dato más relevante es
que su gobernador, Jorge Manzur, ex ministro de Salud de Cristina Kirchner, fue
uno de los impulsores de la última reunión de gobernadores en el CFI y ahora se
repone del escándalo y polémica en las elecciones de 2015. El Frente
Justicialista de Tucumán tuvo 52,36% de votos y se impuso por más de veinte puntos
sobre Cambiemos para el Bicentenario, que alcanzó los 30,87 con José Cano,
radical y titular del plan Belgrano Norte. Para octubre, Cano apuesta a
la polarización y a confrontar el modelo que representa Macri con el de Manzur
y los otros peronistas con los que comparte poder: José Alperovich y Osvaldo
Jaldo, vicegobernador que lidera la lista de candidatos a diputados
nacionales peronistas.
En la liga de gobernadores el cordobés Juan
Schiaretti buscaba posicionarse como referente y se movía en el difícil
equilibrio entre ser opositor sin enfrentarse en forma contundente con Macri,
tras años de enfrentamiento de Córdoba con el kirchnerismo. En los últimos
tiempos, durante la campaña, endureció su discurso. Una estrategia similar fue
la del pampeano Carlos Verna. Ambos fueron derrotados por la alianza Cambiemos,
que en los dos casos obtuvo su triunfo de la mano de figuras fuertes del
radicalismo local. El cordobés quedó doblemente marcado: los derrotados (por
37,94% a 24%) fueron su vicegobernador, Martín Llaryola, y su mujer, Alejandra
Vigo. En igual situación queda Gustavo Bordet de Entre Ríos (el peronismo
perdió por cinco puntos) y, después de 32 años, el gobernador Alberto Rodríguez
Saá y su hermano el senador Adolfo. Pactaron con la Unidad Ciudadana de
Cristina Kirchner en Buenos Aires y en su propia provincia perdieron
contra Claudio Poggi, que dejó al peronismo oficialista para ir como
candidato a senador nacional por Cambiemos. La cuestión generacional
es para el entorno de los Saá una de las razones que explica el resultado
contundente: 57,48% contra 38,37%. Rodríguez Saá no había participado de la
reunión en el CFI con el resto de los gobernadores, como tampoco había sido
invitada Alicia Kirchner de Santa Cruz. Cada uno de ellos juega su propio juego
pero las derrotas de ambos, en la interna del PJ, son entendidas como
una señal anti K y un reclamo de renovación de 'ismos'.
Las fuerzas provinciales Movimiento Popular
Neuquino y Juntos Somos Río Negro también fueron derrotadas por lo que
tanto Omar Gutiérrez como Alberto Weretilneck deberán revisar su
posicionamiento, siempre más forzados al equilibrio. En Neuquén ganó
Cambiemos, aunque la brecha permite pensar en un escenario de casi cuádruple
empate con final abierto para octubre. En Río Negro ganó María Emilia Soria, peronista
pero no K y también se impuso el Frente para la Victoria en Chubut, aunque
Mario Das Neves (cercano a Sergio Massa) está convencido de que el FpV no
sumará en octubre lo que cada lista sacó en la PASO en forma separada. Especula
con una final entre sus candidatos y los de Cambiemos.
Santa Fe, con un triunfo para un ex ministro de
Cristina Kichner, no sólo sorprendió por la recuperación de Agustín Rossi sino
que relegó al socialismo al tercer lugar. No es un gobernador confrontativo,
pero de todos modos Miguel Lifschitz pierde poder en el mapa nacional y
debilita la llama del Frente Progresista que podría perder la provincia en
2019. En Tierra del Fuego también ganó el kirchnerismo, con Martín
Pérez de La Cámpora, dejando herida a Roxana Bertone que mantiene su propio
equilibrio con la Rosada.
En resumen, frente al avance de Cambiemos que pelea
voto a voto en Buenos Aires y se impuso en los distritos que ya gobierna
(Capital, Jujuy, Mendoza y Corrientes) sumando a San Luis, Entre Ríos, La
Pampa, Neuquén, Córdoba y Santa Cruz, los gobernadores de fuerzas provinciales
caen en el hueco de la polarización. Y en el peronismo se fortalecen en
forma desigual viejas y nuevas figuras. En el mapa del país el norte se pinta
color justicialista, el centro busca el cambio y el sur presenta un mosaico de
poder repartido.
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