Por Javier Calvo
A pesar de la remontada final en el escrutinio, que llevó
al entusiasmo en el centro partidario K, el resultado en la provincia de Buenos
Aires no deja de ser una derrota para la expresidenta.
Con ella al frente de la boleta, araña el mismo porcentaje de
sufragios que obtuvo hace dos años el peor candidato que podían instalar en
ese territorio, el ahora solitario Aníbal Fernández. Tampoco le sumó los fríos
desempeños económicos de la administración Macri, en especial en el Conurbano,
donde no casualmente Cristina Fernández de Kirchner obtuvo sus mejores
resultados en estas PASO.
También se podría computar a su favor que compitió contra un
candidato que acaso no dio la talla, Esteban Bullrich, como quedó
comprobado con su campaña errática, que se expresó en un corte de boleta que
benefició a la lista de diputados encabezada por Graciela Ocaña.
Sin embargo, nada de esto le permitió un triunfo claro a Cristina, como
previeron no pocas encuestas de las últimas semanas y días.
El cristinismo terminó festejando lo que al final termina siendo un empate
técnico -décimas más o menos a favor de uno u otro- no sólo por su
propia necesidad de supervivencia. Además le quedó servida la épica,
una vez más, de la remontada respecto a los primeros resultados oficiales. Un
relato que ya es conocido.
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