Momento en que explota un artefacto contra una columna de agentes motorizados de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). (Foto: Reuters) |
Por Alfredo Meza y Francesco
Manetto
Las votaciones de la Asamblea Nacional Constituyente
impulsada por Nicolás Maduro sumieron este domingo a Venezuela en una espiral
de violencia sin precedentes durante un proceso electoral, con al menos una
docena de muertos desde la noche del sábado, y abocan al país a una fractura
insalvable de la sociedad y las instituciones.
El Gobierno siguió adelante con
su plan de escribir una nueva Constitución y celebró unos comicios rechazados
en bloque por la oposición, que no presentó candidatos y promete ahora redoblar
su pulso al régimen, y buena parte de la comunidad internacional.
El primer efecto de la decisión de Maduro de seguir adelante
con su proyecto es que Venezuela tendrá a partir del lunes un Parlamento
exclusivamente oficialista ignorado por todos los partidos de la Mesa de Unidad
Democrática (MUD) y sectores críticos del chavismo.
El Gobierno intentó transmitir que la votación transcurrió
en paz, pero el saldo de muertes lo desmiente. Nunca en la víspera o el
desarrollo de un proceso electoral habían ocurrido tantos fallecimientos.
Caracas no fue el único escenario de los violentos enfrentamientos entre los
manifestantes, las fuerzas de seguridad y los colectivos armados afines al
chavismo. Hubo cinco muertos en la provincia andina de Mérida, uno en el Estado
de Lara (centro-occidente del país) y otro en Sucre, en la costa nororiental de
Venezuela.
La Fiscalía confirmó, además, el asesinato a tiros de José
Félix Pineda, un candidato a la Constituyente en Ciudad Bolívar, la capital del
suroriental Estado de Bolívar. En la capital el Estado de máxima tensión quedó
reflejado en Altamira, convertida en símbolo de las protestas opositoras, donde
la explosión de un artefacto contra una columna de agentes motorizados de la
Guardia Nacional Bolivariana (GNB) dejó varios heridos. Oficialmente, el
ministerio público pudo corroborar cinco muertes en las primeras horas de la
mañana. Además de la de Pineda, encargó a un fiscal la investigación de los
homicidios de Ricardo Campos, subsecretario de la formación socialdemócrata
Acción Democrática en Cumaná (Estado de Sucre, nororiente de Venezuela), y de
Marcel Pereira, en el poblado de Chiguara, en Mérida
Nueva etapa
Hoy Venezuela comienza una nueva etapa. La oposición llamó a
la unidad contra el régimen, mientras el Gobierno continuará una huida hacia
adelante llena de incógnitas. La nueva Asamblea Nacional Constituyente
desmantela la Cámara elegida en 2015, compuesta por una mayoría de
representantes críticos con el chavismo, e incluso, según los defensores del
legado del expresidente Hugo Chávez, supone una traición y una ruptura sin
vuelta atrás con los últimos 18 años.
Lo que dejó claro la elección, en cualquier caso, es que
Venezuela es desde este domingo un país más dividido. En el este y el sureste
de Caracas los comicios prácticamente no se celebraron. La huelga general de 48
horas convocada la semana pasada por la MUD, , materializada en cortes de vías,
que se vivió desde el miércoles, impidió que en esos sectores de la capital
venezolana, donde se concentra la mayoría de la oposición al régimen de Nicolás
Maduro, el Consejo Nacional Electoral abriera los centros de votación. El
diputado Juan Andrés Mejías, del partido Voluntad Popular, informó de que abrió
menos del 10% de los centros en los municipios opositores de Baruta, Chacao y
El Hatillo.
Pero al superar esos límites otro país salía a votar. A
primera hora de la mañana, en el colegio electoral Andrés Bello, de la avenida
México, en el centro de Caracas, había muy poca gente formada en filas. En el
único colegio abierto en la avenida Lecuna de Caracas, también en el corazón de
la capital venezolana, había unas cuantas personas más, las suficientes, en
cualquier caso, para que la televisión oficial, con planos cerrados, proclamara
que, desde primera hora de la mañana, la asistencia era masiva. Aun así, la
concurrencia no era la de comicios presidenciales, en los que suele votar mucha
más gente.
El chavismo perdió en Coche y El Valle, dos parroquias del
suroeste de Caracas que, hasta el varapalo de las elecciones al Parlamento, en
diciembre de 2015, eran sus bastiones principales en la capital. Pero a media
mañana, en la larga avenida intercomunal que las une, había cinco colegios
electorales con varias personas esperando que les autorizaran la entrada. Era
un domingo distinto al que discurría en los sectores opositores, silencioso y
con restos de barricadas en las esquinas.
El oficialismo
La oposición se abstuvo de participar porque no avaló la
convocatoria del presidente Maduro ni las condiciones establecidas por el
Consejo Nacional Electoral, que reservó a la clientela del oficialismo un
tercio de las diputaciones y sobrerrepresentó aquellas provincias donde el
régimen conserva buena parte de sus apoyos. Como colofón a sus esfuerzos de
impedir los comicios, la dirigencia de la MUD convocó a una manifestación en la
autopista Francisco Fajardo. Pero la Guardia Nacional Electoral impidió que los
manifestantes se concentraran en los cinco puntos dispuestos para la protesta.
Fue una represión brutal que incluyó, según denuncias del dirigente nacional de
Primero Justicia, José Manuel Olivares, el robo de teléfonos celulares y el
lanzamiento de gases lacrimógenos y golpes.
Venezuela, en definitiva, afronta ahora un momento decisivo
marcado por la violencia en el que toda posibilidad de diálogo, auspiciada
especialmente en las últimas semanas por el expresidente español José Luis
Rodríguez Zapatero —y que culminó con la salida de la cárcel de Leopoldo López
en un intento del Gobierno de buscar un balón de oxígeno ante la presión—,
parece haberse desvanecido. Las decisiones que tomen el régimen de Maduro y los
dirigentes de la MUD en las próximas horas serán determinantes para definir el
futuro del país.
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