Por Giselle Rumeau |
Las elecciones legislativas de 2017 podrían tener la
retorcida particularidad de convertirse en una competencia en la que ‘ganen’
casi todos. Con la oposición fragmentada y el peso de las alianzas locales, es
probable que haya resultados muy variados en las provincias y distritos de todo
el país. Y que cada cual los acomode en aras de su propia conveniencia.
Los números son siempre rotundos pero no menos cierto es que
la verdad puede tener distintas caras según la forma en que se presenta. Para
algunos podría ser más importante la cantidad de bancas que obtenga cada fuerza
a nivel nacional, mientras que otros resaltarán el mandato popular e implacable
en el poderoso suelo bonaerense. Habrá también quienes comparen los resultados
con los porcentajes obtenidos en 2015 al mismo tiempo que sus adversarios se
concentren en los logros distritales. Un ejemplo concreto: ¿qué pasaría si
Cristina Kirchner sale primera en la provincia de Buenos Aires por apenas dos
puntos y Cambiemos se impone a nivel nacional. ¿Cuál de los dos triunfos sería
más atronador? ¿Quién se quedaría, en definitiva, con el rótulo de ganador?
El planteo no es descabellado si se miran las encuestas. A
un mes de las primarias obligatorias, la mayoría de esos sondeos registran un
resultado cabeza a cabeza entre la ex Presidenta y el postulante a senador de
Cambiemos, Esteban Bullrich, en la Provincia de Buenos Aires, con oscilaciones
que van del 30% al 35%. Incluso, esos trabajos dan cuenta de que la
polarización no es hoy tan contundente como se esperaba y que Sergio Massa
-cuyo electorado es similar al del oficialismo- mantiene un porcentaje
competitivo. No por nada, la campaña liderada por María Eugenia Vidal se
centrará en la lucha contra un sistema mafioso que durante años reinó en la
Provincia y que avalaron tanto la lista de Cristina como la de Florencio
Randazzo y Massa.
En el Gobierno no piensan dejarse vencer por el pesimismo,
pero este escenario complejo obligó a los estrategas de la Casa Rosada a variar
el discurso original y a relativizar el peso del distrito bonaerense, que
representa el 40% del padrón nacional. La Provincia de Buenos Aires es
importante -dicen ahora- pero el triunfo lo dictaminará el resultado en todo el
país. Un hombre que trabaja en los vericuetos de la campaña lo expresó así:
“Esto es una elección nacional, el único partido que tiene presencia en todo el
territorio es Cambiemos y por eso será la fuerza que gane las elecciones más
allá de si saca un punto más o un punto menos en la provincia de Buenos Aires”.
El politólogo Julio Burdman, titular de Observatorio
Electoral (OE), sostiene que Cambiemos está corrigiendo el esquema analítico
planteado meses atrás. “En los inicios de la campaña, decía que el ganador de
la elección iba a definirse en territorio bonaerense. Pero las condiciones
cambiaron. Su ventaja competitiva dejó de ser la Provincia, en la que Vidal y
Macri siguen teniendo alta popularidad. Ahora es el conjunto del país, donde el
oficialismo se distingue por tener una oferta unificada frente a un peronismo
dividido”, explica.
Así las cosas, el peso de la Capital será clave. Un sondeo
de OE realizado la última semana de junio ubica a la candidata a diputada por
el oficialismo, Elisa Carrió, al frente con el 41% de intención de voto,
seguida por la lista de Unidad Porteña que encabeza Daniel Filmus (17,6%) y la
de Evolución que lidera Martín Lousteau (12,4%).
El Gobierno también se ilusiona con los resultados que
obtendría en la provincia de Santa Fe -dónde Cambiemos se impondría ante la
lista del peronismo y la del socialismo gobernante- y en Córdoba, que registra
un escenario parejo con la boleta del peronismo local, según sondeos de
Management & Fit. No es poco. Los tres distritos, junto con Mendoza, se
llevan el 30% del padrón nacional.
Pese al pus de la corrupción que la salpica, Cristina es
fuerte en la Provincia, en parte por la base sólida de sus intendentes y el
núcleo duro de su electorado, y en parte, a decir verdad, porque el ajuste lo
vienen sufriendo de manera brutal los sectores más rezagados, aquellos a
quienes el incipiente repunte de las estadísticas oficiales no llega al
bolsillo, y dicen sin rodeos que estaban mejor con la ex mandataria.
Pero si se abre la perspectiva, el kirchnerismo sufrió una
merma importante porque sólo se presenta en Buenos Aires, San Luis, Santa Cruz
y una parte de Santa Fe, cuando hay 17 gobernadores peronistas. De ahí se toman
en la Rosada para relativizar un nuevo reposicionamiento de la ex presidenta en
caso de ser la primera en entrar al Senado.
Con todo, el analista Rosendo Fraga suele repetir que los
triunfos en territorio bonaerense siempre arrastran al resto del país. Basta
con recordar los antecedentes de Francisco De Narváez en 2009 o de Massa en
2013. De ser así, podría complicarse el panorama para Cambiemos si perdiera en
el principal distrito electoral. Aunque los expertos sostienen que sólo sería
una calamidad -que complicaría la gobernabilidad- si además de sucumbir ante
CFK, el macrismo retrocediera en el número global de bancas.
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