El juego dialéctico,
tramposo y siniestro generador de culpas
Por Martín Risso Patrón |
“"Exhortamos a los padres a ejercer su derecho para que sus hijos o pupilos reciban en la escuela pública la educación religiosa.
[Cargnello, Zanchetta, Jiménez y Olmedo,
dignatarios católicos con asiento en la provincia de Salta]”
[El Tribuno de Salta,
edición del 14abr17]
Con lealtad, afirmo aquí qué es lo que concibo como Estado
en términos de forma de convivencia social adoptada por los pueblos. Pues nada,
ahí mismo está mi definición: Forma de
convivencia social adoptada libremente por los Pueblos del Planeta. Por
definición, el Estado concebido esta manera, es laico; en otras palabras,
a-religioso, sí sostenedor de la
Libertad de pensar, de concebir un dios, y de expresarse. Punto. Hay
Pueblos que estructuran un Estado confesional, agente y parte de una Religión.
Nuestro Estado es republicano y laico.
El Estado Laico garantiza la Libertad de Ser humanos, a los humanos. Incluyendo la Libertad de
generar los sistemas legales de convivencia que se llaman Estado de Derecho y
Orden Público. Por lo tanto, es contradictorio que un Estado Laico, obligue a
educar en términos de una religión determinada.
En el mes de marzo de 2017, como sucede rutinariamente, se
plantea la cuestión de si la religión en la Educación Pública de Salta debe o
no debe ser obligatoria, etcétera. Ante un fallo, a inicios del año, del juez
Domínguez, determinando que no debe ser obligatoria, comenzó la presión
eclesial hasta llegar al punto de que la Corte de Justicia provincial tuvo que
dictaminar que es obligatoria por precepto constitucional. Recurso va, recurso
viene, la cuestión llega a manos del Procurador fiscal ante la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, Víctor Ernesto Abramovich, quién emite un acto de
administración en el que sostiene que, sin ser inconstitucional, la Educación
de la religión católica en las escuelas públicas salteñas es impositiva
y coactiva de conciencias [Fuente: El Tribuno de Salta, edición del
14abr17].
Las falacias
A la luz de las condiciones lógicas de todo debate, la
protagonista es la argumentación, que no es un arte, sino una necesidad de
invocar la Verdad para sostener conceptos. Cuando se habla de la habilidad para argumentar, mala tos le
siento al gato, porque justamente, no es una habilidad como la requerida para
manejar un avión, o hacer una torta sabrosa, por ejemplo. El argumento es algo
que nos habla de la salud mental, emocional y ética de quién expone. De modo
que concluyo que, enfatizar en silogismos contenedores de premisas falsas para
sostenerse en un debate, no convierte
más que en un vulgar sofista a quién utiliza este recurso perverso de
mentir sin que se note. Pues, a la masa.
Quienes defienden [de tercera mano] la obligatoriedad de
incluir la enseñanza religiosa, cualquier enseñanza religiosa, en la Educación
proporcionada por un Estado libre, utilizan argumentos falsos, que ya vienen
falsificados por las usinas religiosas dogmáticas, por lo tanto atentatorias de
la más concreta Libertad con que nace y se desarrolla cualquier ser humano: La Libertad
de Conciencia. Para defender lo indefendible, recurren a una primera
falacia: Cualquier opinión contraria a la
imposición de la educación religiosa, constituye
un ataque a la Religión, en nuestro caso la católica, apostólica y romana
de Salta. Falacia de falsedad absoluta, pues quien habla desde su Libertad
de expresión, criticando y contrariando, solamente busca espacio para ejercer
lo que su Conciencia le dicta; para el caso, que no se le imponga a la
sociedad, una parcialidad revestida de una supuesta generalidad o
universalidad. La ICAR, aunque sea
mayoría aquí, no es universal; por lo tanto su tan mentado magisterio, sólo
debe estar limitado a sus templos, cuando así lo convengan los feligreses y la
burocracia eclesial que corresponda. En otras palabras, no convertir de hecho
al Estado republicano en depositario de las responsabilidades particulares de
una confesión religiosa también por supuesto particular, por lo tanto parcial,
aunque sea mayoría. De paso, digo: La ICAR es una mayoría ilegítima, porque se sustenta en el número, en la
colonización de conciencia, abusadora de la Libertad, por el simple hecho de
estar sustentada en dogmas de fe,
los que obran como juicios lógicos apodícticos, por lo tanto incontestables.
Vamos a la segunda Gran Falacia.
Pues eso, confundir al Pueblo con aquello de
legalidad es legitimidad. Argumento falso si los hay. Si el
constituyente en su oportunidad imprime valor de entidad en la Constitución de
la República [particularmente en el caso argentino] a la religión de la ICAR],
cuando afirma que: ...el Estado sostendrá
el Culto católico apostólico y romano, no
hace más que reconocerle el derecho a Ser, a existir. Interpretar esto como
el derecho de colonizar mentes, corazones y conciencia de los paisanos de
manera educativa oficial obligatoria, constituye la siguiente premisa falsa: La CN nos da entidad, por lo tanto nos legitima para imponer nuestra
parcialidad, como si fuera una totalidad. Tan es así, que hay un avance
pragmático sobre los dineros del Pueblo en su conjunto, pues los intérpretes
eclesiales obligan al Estado a proporcionarle una buena parte de los
presupuestos públicos [reitero: plata
del Pueblo que el gobierno administra] para sostener a la ICAR. Esta es la otra premisa falsa, cuya conclusión
[falsa, por cierto], es: La Religión católica está legitimada, por lo
tanto tiene Poder de Conciencia, y además de pagarle suculentos
presupuestos, el gobierno de la República debe educar conforme sus dogmas. Los demás, que se queden afuera en las
horas de Religión del curriculum.
La tercera, y tan atroz como las otras, falacia argumental
para sostener el culto católico apostólico y romano como conductor de la
Educación en la República, es: Existen
como parte de la naturaleza de la realidad, dos Educaciones: La Laica y la Libre. Esto ni se
sostiene, por lo siguiente. La especie humana emergió de la Naturaleza sin
concebir el dios católico, independiente de cualquier interpretación ni
siquiera precientífica [mucho menos, científica]. Tal como nace cualquier ser
humano del Planeta, sin concepción mental ni consciente de un dios católico.
Este dios es un constructo de los concilios como el Vaticano I, el de Letrán
[cuyas discusiones no están cerradas, llevando siglos su debate],
interpretadores de las Escrituras, y de las bulas ex-Cátedra de los papas. El
Magisterio de la Iglesia es una
construcción no universal, por lo tanto debe quedar limitado a sus
claustros, y su sostén económico, de suyo emergerá del peculio de los papas,
cardenales y obispos, ni siquiera del aporte popular. En cuanto a la
Educación-Bifurcada, pues señores, no. Desde el punto de vista, firme
científicamente, por cierto, de la Pedagogía general, de la Historia de la
Educación, y si quieren también, de la Filosofía de la Educación, hay una sola, única instancia de la
perpetuación de la Especie en términos culturales y sociales: la Educación, a secas. Plantear la
disquisición entre Educación Laica o
Libre [religiosa], es simplemente desafiar
a un debate vacío de contenido lógico, perverso además, por inducir a que
la educación laica es mala; a la manera de los sofistas.
Si quiere, Doña Clota, le amplío: Discutir esa falsa
disquisición, es tomar un particular para concebir un universal, en este caso,
tratar de imponer los contenidos
educativos, como base universal de la Educación, cuando son
particularidades culturales, científicas y religiosas, los contenidos
educativos. Las leyes de la Naturaleza son estables y así se enseñan, al menos,
hasta que una evidencia comprobada científicamente [incluyendo la verificación
empírica, si fuera necesaria] supere su vigencia.
Finalmente, una falacia central, esta vez en boca del máximo
dirigente católico de Salta, el ciudadano Mario Cargnello: Hay que redefinir el bien común y cultivar la “sana laicidad”. Como si la
laicidad en la gestión de Estado
fuera una entidad por naturaleza, enferma, porque no sigue el mandato del Dogma
católico.
Tanta falacia junta está dirigida a generar sentimiento de
culpa en el Pueblo y su gobierno republicano. Tanto que doña Clota me hace
señas esotéricas que evocan a exorcismos,
en este mismo momento. [Santo cielo].
© Agensur.info
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