Por Fernando Savater |
Sin conocerlas a
todas, no me atrevo a decir que Leni Riefenstahl fue la mujer más notable del
siglo XX: lo que puedo asegurar sin miedo a equivocarme es que fue tan notable
como las más notables.
Por supuesto no digo mejor, ni más inteligente o más
artísticamente creadora, ni la más ejemplar: sólo notable, nada más ni nada
menos que notable.
Fue bailarina,
actriz, directora de cine (una de las mejores de la historia), exploradora,
fotógrafa, submarinista (empezó a bucear con más de setenta años) y vivió
activa y lúcida para presentar un libro gráfico adecuadamente titulado Cinco vidas que celebraba su primer siglo en este
mundo. Misión cumplida, murió al año siguiente.
Su memoria está
indeleblemente marcada por la famosa infamia de su documental El triunfo de la voluntad sobre el congreso nazi
de Núremberg del año 1933, estéticamente irreprochable visión de la
organización criminal que cuatro años después espantaría al mundo. Le costó
varios años en campos de desnazificación tras la guerra y un baldón que la
acompañó toda su larga vida.
Pero los hombres de
su vida no fueron nazis ni arios, sino los Nuba, una tribu en Sudán del sur:
“Extraordinariamente bellos, generosos, valientes”. Ellos le descubrieron el
mar y ella, con su Polaroid, les hizo descubrirse a sí mismos. A cada foto que
aparecía mágicamente en el papel, se decían unos a otros sonrientes: “Mira,
éste eres tú”. Como carecían de espejos, no habían visto nunca su propio
rostro.
En nuestra era de
milagros técnicos, sería bueno que inventasen una Polaroid de almas y así ver
por fin la cara que llevamos y desconocemos, señalándonosla mutuamente:
“¡Mírate, eres tú!”. Cuántas sorpresas, que amargo despertar. Ni bellos, ni
generosos, ni valientes, nada que ver con los felices Nuba.
© El País (España)
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