Qué hay detrás de
la videocandidatura del ex ministro K. Las mateadas de Moreno y las
dificultades del macrismo.
Por Roberto García |
Pareció una obra maestra de la picaresca criolla. Florencio Randazzo lanzó su candidatura
bonaerense sin previo aviso y en un operativo
inédito de bajo costo: divulgó el trozo de un video a viralizar en el cual le
transfiere su ambición política a un sacerdote atribulado, como si fuera una
confesión. No se conocen antecedentes de una jugada semejante. Tan barata,
aparte, para la difusión alcanzada.
Algunos creen que la travesura
escenográfica vulneró cierta confidencialidad y expuso a la Iglesia como si
respaldara la postulación. Un atrevimiento de mal gusto que afectó al clérigo,
quien redactó una carta despegándose de la jugada.
Para otros, en cambio, la introspección de Randazzo ante las cámaras y su interlocutor–“me siento obligado a presentarme” por el deterioro social, entre otras causas– responde a una comunión cierta de su nueva facción con elementos católicos vinculados a su socio en el emprendimiento electoral, Julián Domínguez, de llegada frecuente al Papa. Pero el lazo más certero con Francisco proviene del curita que escuchó la novedad del flamante candidato, un testigo estratégicamente elegido: el padre Pepe. A este eclesiástico villero se lo reconoce como un favorito en el corazón del Sumo Pontífice por su labor en las villas y al que le concede una confianza especial cuando sugiere que las donaciones a la Iglesia y a los pobres se pueden canalizar a través de él, quien no pierde el dinero ni lo malgasta y, menos, se beneficia. Por supuesto, al preferido lo conoce de su anterior vida en Buenos Aires, de sus visitas a barrios carenciados y lo recibe en el Vaticano como una extensión de lo que debería ser la actividad misionera. Se le puede atribuir osadía poco escrupulosa a Randazzo, entonces, pero no falta de ingenio publicitario. Debe ser Pepe, para el Papa, uno de los transmisores más confiables de la situación social de la Argentina: vive en la villa, circula en un auto andrajoso, tiene un padre enfermo, fue asaltado en varias oportunidades y se convirtió en un blanco oscilante de los narcos. Según el, mensaje del cual también se apropió Randazzo, la situación de los pobres ha empeorado en el último año y describe penurias familiares al respecto. Ideal para un guión opositor. Comparte, además, criterios de otros hombres de mayor alcurnia en la Iglesia, activos de la propia Compañía de Jesús, críticos de presuntas reformas liberales, quienes admiten una práctica interesada del peronismo instalado en esos rincones humildes y devastados por la miseria y el paco, pero señalando que es la única expresión política que a través de punteros o caudillejos resuelve problemas cotidianos de la gente sin recursos.
Todos unidos. Claro, aplica cierta correspondencia clientelar por ese ejercicio. Esas coincidencias sobre los pobres no sólo aluden a Randazzo, involucran a Cristina –en pacto de no agresión con el Papa, luego del afamado flirt–, se reitera en las mateadas semanales de Duhalde con Guillermo Moreno y un habitué de Santa Marta, el legislador Vera en una unidad básica de San Telmo, incluye al Scioli en proceso de “anibalización” con un amigo de Francisco a su lado en los pocos instantes de meditación que lo ocupan. Para todos ellos, la voz del Vaticano puede gravitar en las elecciones de octubre. No parece el pensamiento del macrismo: aunque detesta cualquier conflicto y desea una relación neutra, protocolar con la Iglesia, entiende –atribución endosada a Duran Barba– que ésta no modifica el amperímetro de los votos, como si el Presidente y María Eugenia Vidal no se hubieran beneficiado con ese servicio en los últimos comicios. Tibio y religioso, el lanzamiento de Randazzo venía demorado en la decisión y empujado por un dominante núcleo mediático que fastidia a la viuda de Kirchner desde todos los ángulos, quien en su momento le negó al ex ministro participar en la interna presidencial (le otorgó el dedazo a Scioli) y ni siquiera le ofreció –a pesar de las versiones– la candidatura a gobernador (y eso que contaba con la solidaridad del jefe del elenco, Carlos Zannini). El desprecio continúa, basta escuchar a Ella y al hijo de Néstor. Igual, los números de las encuestas no lo bendicen a Randazzo, más bien lo postergan, y un rumoreo sobre carpetazos posibles de su gestión pública (“a ver si aparece un chino muerto adentro de un vagón”, suele decir uno de los jefes de la UIA) le quita la respiración. Tampoco parecía claro si competiría por adentro o por afuera del PJ, ahora jura ir a la interna como el mejor justicialista. Menos nítida es la cantidad de intendentes que lo acompañarán (hasta ahora, sólo Katopodis, Zavaleta y Bucca). Ni siquiera ha previsto montar un acto, por ahora. Sí le queda, ciertamente, la disposición de la Casa Rosada para que participe en la contienda bonaerense, ya que la craneoteca oficial sostiene la conveniencia de una división adversaria para mejorar sus intereses en la Provincia. De esa fotografía poco estimulante, sin embargo, tal vez se haya beneficiado ahora por el escándalo del peronismo bonaerense de esta semana pasada, cuando Cristina trató de imponer condiciones de otro siglo. A una de las múltiples cumbres partidarias, el kirchnerismo llevó a los sin votos D’Elía, Boudou y Sabbatella (el que más escozor provoca), motivo de espanto y deserción inmediata para la mayoría de los intendentes con votos. Y, lo más grave, lo constituyó una afrenta del titular del partido, Fernando Espinoza, quien sostuvo que hasta media hora antes del cierre de las listas, la ex presidenta no daría los nombres de sus integrantes para diputados nacionales y provinciales.
Por si fuera poco, advirtió, había que esperar también hasta media hora
antes para saber si iba ella encabezando la nómina o si deriva ese lugar, por
ejemplo, para su hijo Máximo. Demasiado para la concurrencia: Cleopatra
rediviva otra vez, sin siquiera visitar un municipio y sólo en Capital,
cuando muere un obispo, realiza encuentros con los intendentes del Conurbano.
No sólo Randazzo es un dilema a elucidar en el distrito que determina el
triunfo. También Macri tropieza con dificultades, Vidal no sabe si transfiere
voluntades propias a los candidatos y hasta el reconocido médico Facundo Manes,
eventual postulante a la diputación, acumula rechazos de sus colegas del rubro
neurología. Como alternativa de suma, adquirieron el pase de Graciela Ocaña, una
de las garrochistas entre partidos con más experiencia de la Argentina, a un
precio que el propio mercado macrista no imaginaba. Tan sólo para perjudicar a
Lousteau y para que ella misma se pregunte: ¿qué habré hecho yo para merecer
tanto premio?
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