Por Guillermo Piro |
Acabo de corroborar que todavía están vigentes las
excursiones turísticas por los lugares que solían frecuentar los personajes de
Los Soprano. La cosa no me sorprende en absoluto. De hecho no encuentro otra
excusa mejor que ésa para visitar Nueva Jersey. Sé de buena fuente que en el
Hotel des Bains del Lido de Venecia se sigue sirviendo el cóctel que Gustav von
Aschenbach bebe en Muerte en Venecia, de Thomas Mann –no recuerdo qué cóctel
es–.
Otro objeto de interés son las casas más o menos imaginarias que
inspiraron novelas, como el castillo de Drácula, o que fueron construidas
respetando las descripciones del texto y transformadas luego en museos. Paula
Erizanu hizo una lista para la CNN de famosas casas ficticias y les pidió a
distintas inmobiliarias que calcularan cuánto costarían hoy teniendo en cuenta
sus dimensiones, su ubicación, etcétera. Por ejemplo, la mansión del Gran
Gatsby. Símbolo de la opulencia de los nuevos ricos de los años 20, era un edificio
enorme construido en la ficticia West Egg, la actual Kings Point en el condado
de Nassau, en el estado de Nueva York. En la época de la novela de Francis
Scott Fitzgerald, alquilarla por todo el verano requería 20 mil dólares. La
mansión está inspirada en la residencia Beacon Towers, en Great Neck, Long
Island, no muy lejos de donde vivía Fitzgerald mientras escribía la novela.
Pertenecía a Alva Vanderbilt Belmont y fue demolida en 1945. Para comprarla hoy
harían falta 33 millones de dólares.
En la Spaso House, residencia de la Embajada de Estados
Unidos en Moscú desde 1933, tiene lugar un famoso baile de El maestro y
Margarita, de Mijail Bulgakov. La Spaso House es una de las casas más caras de
Moscú, pero gracias a un acuerdo de la época soviética, entre 1990 y 2004 el
gobierno de EE.UU. pagó solamente 2,5 dólares por año para alquilarla. En 2004
el costo del alquiler subió mucho, pero la cifra nunca fue dada a conocer. Para
comprarla hoy se necesitarían 153 millones de dólares.
Todos los lectores de las novelas de Conan Doyle saben que
la casa de Sherlock Holmes se encuentra en la Baker Street, en el número 221B,
en Londres. Pero cuando Conan Doyle inventó a Holmes, la Baker Street sólo
llegaba al número 200. En los años 30 la calle fue numerada de nuevo y el
número 221 le tocó a un banco, el Abbey National, que empezó a recibir tantas
cartas dirigidas a Sherlock Holmes que tuvo que contratar a una persona para
responderlas. En 1990 abrió sus puertas un museo dedicado a Sherlock Holmes,
pero en el número 239. Gracias a un permiso especial concedido por la
municipalidad de Londres, aunque las cartas estén dirigidas al número 221B no
llegan al banco sino al museo. Para comprar el edificio (el edificio, no el
banco) hacen falta casi 6,5 millones de dólares.
De la descripción que hace Bram Stoker del castillo de
Drácula, los historiadores deducen que está inspirado en el castillo de Bran,
dado que es el único de esas características en toda Transilvania: al borde de
un precipicio horrendo y en medio de un bosque, horrendo también. Stoker era
irlandés y nunca fue a Rumania. Probablemente lo imaginó a partir de la
descripción del castillo de Bran que hace Charles Boner en el libro
Transylvania: Its Product and Its People, publicado en 1865. El castillo de Bran
fue construido a comienzos del siglo XIII y no tiene ningún contacto con Vlad
el Empalador, que se supone que fue la figura inspiradora del conde vampiro. De
todos modos, es visitado cada año por 800 mil personas y en 2007 la revista
Forbes dijo que era la residencia más cara de Europa. Para comprarlo se
necesitan 128 millones de dólares.
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