Los problemas
propios y las candidaturas en cadena le complican planes al oficialismo. Tiempo
de cambios.
Por Roberto García |
Justo cuando Mauricio Macri determina una fecha
cercana para relevar tres ministros (Martínez, Bullrich y Buryaile) y aprueba
lista de candidatos en distritos de todo el país,se le vino encima el
simultáneo lanzamiento de opositores (Cristina, Massa, Lousteau) en
una sola jornada.
Demasiado aguacero para un solo día. Aunque más lo inquieta otra tempestad:
la secuela del ultimátum de su socia en Cambiemos, Elisa Carrió,
quien literalmente le planteó el desproporcionado “yo o ella” en referencia a
la continuidad de la número dos de Inteligencia, Silvia Majdalani.
Demasiado
desafío para conservar una funcionaria de categoría menor, peso liviano, al
menos en comparación con la ahora candidata porteña del Presidente, peso
pesado. Por si no fuera poco el desborde, el mandatario exhausto por una larga
gira en el exterior, debe lidiar con el affaire Odebrecht que
involucra en el escándalo a otro gobierno y a su propio staff. Quizás le
otorgue cierta tranquilidad si se concreta la compra de la participación de esa
empresa brasileña en el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, proyecto que
para algunos ya está consumado gracias a la municipalidad capitalina que
se hará cargo (Horacio Rodríguez Larreta) luego de que fracasara el mismo
intento de los nuevos titulares de Iecsa (Marcelo Mindlin), la compañía que
fuera de sus entrañables parientes (Angelo Calcaterra) y que había ganado la
licitación en tiempos de Cristina. Demasiada tensión también para un
solo hombre, basta observar sus últimos problemas de salud. Por algún lado,
dicen, el estrés le cobra a su víctima.
La salida del trío de ministros, quienes parten para competir en las
elecciones del 22 de octubre, tal vez se produzca antes de lo imaginado a esa
fecha. A Martínez, en Defensa, lo reemplazaría –como corresponde al reparto
político en el Gobierno– un hombre del radicalismo afín, Horacio
Quiroga, el “Pechi”, tres veces intendente de Neuquén, aunque resta una
presunta poda en la vasta estructura de la cartera que genera conflictos con la
Jefatura de Gabinete, la compra de media docena de vetustos aviones Super
Etendard y esclarecer una causa judicial que incluye la filmación de un militar
de contaduría con un bolso con dinero. Lopecito hizo escuela, lindezas de la
gestión. A pesar de que a Esteban Bullrich no le debe agradar dejar el
Ministerio de Educación para competir en la provincia de Buenos Aires –lo
suplantaría su colega bonaerense, Alejandro Finocchiaro– hasta él
mismo debe tener dudas de su importancia: le han inhibido en público su
anunciada novedad de que Facundo Manes lo acompañaría como primer diputado en
la nómina que encabeza para el Senado. Hay que compensar otras voluntades. Con
la partida de Buryaile hay menos ruido, o menos intereses.
Y siguen las firmas. Otro tridente, en este caso opositor, empezó a
desvelar a Macri: tanto Cristina como Massa y Lousteau se han revelado como
aspirantes no sólo al comicio de octubre, indican –si no les va mal– que sueñan
competir con el actual Presidente en el 2019. Las cartas sobre la mesa, otro
juego empieza después de las elecciones. Otro enigma para inversores. La viuda
de Kirchner salió a robustecer su facción más que a tentar otras voluntades, el
alicaído Massa se ha tentado para enfrentar esta aparición y Lousteau, bajo la
apariencia de que pugna con Horacio Rodríguez Larreta en la Capital, en rigor
apunta a liderar un bloque con sueños de mayor estatura: hoy Macri es su
adversario oculto (o no tanto, ya que éste lo advirtió cuando trató de dormirlo
en Washington). Lousteau hasta puede asimilar la voz del massismo para su
candidatura porteña siempre que ayer hayan coincidido en la misma estrategia
–en un encuentro discreto– su delegado sostén en la UCR, Emiliano Yacobitti,
con la más influyente figura del Frente Renovador, Graciela Camaño. En suma, el
jefe del PRO creía en ampliar su partido en la próxima elección, ahora hay cada
vez más gente dispuesta a jibarizarle esa quimera.
Mientras, una foto compromete su coalición: Carrió se arrebató de
cólera, luego de varios días con denuncias varias, por la instantánea en la que
aparece retratada con un informante en Paraguay, viaje del cual hasta ella misma había comentado por sus investigaciones
sobre la efedrina. Entiende que la persiguen, le atribuye la
responsabilidad a Majdalani y reclamó su destitución. Al margen de
otros episodios tormentosos (descalificaciones a Angelici, Lorenzetti, Jorge
Macri, el comisario Bressi, y siguen las firmas) con resultados diversos, en este
caso prometió su deserción de Cambiemos si no remueven a la funcionaria.
Pareció olvidar que Majdalani responde a Macri desde hace muchos años en esa
área oscura de los espías y el dinero secreto –Eduardo Amadeo sostuvo que la
número dos de la AFI no hace nada sin consultar al Presidente–, reporta a
Nicolás Caputo, “mi hermano de la vida” según el propio ingeniero, y que por
razones de origen familiar, dispone de un vínculo con el apellido Awada, de la
cual la primera dama Juliana es heredera, casi una “conexión turca” de acuerdo
a una vulgaridad simplista. Como suele ocurrir, se inventó una pesquisa para
buscar a los culpables y demorar una medida, raro que no se haya creado una
comisión ad hoc como forma de enfriar el conflicto.
Vínculos. También para blanquear el entorno presidencial, se dijo que el Gobierno le reclama a Odebrecht toda la información
disponible para descubrir las coimas que repartió esa empresa
en la Argentina, la más comprometedora para la Casa Rosada se anida en el
soterramiento del Ferrocarril Sarmiento. Se justifica en que la Justicia
ampara, con su lentitud, al ex gobierno de Cristina, en particular a Julio de
Vido (hace una semana apenas decidieron allanar las oficinas, luego de años de
advertirse la mordida). Una exigencia que tal vez no responda a Derecho, pero
que satisface ciertas almas defraudadas. Mientras, la empresa
italiana Ghella que aporta la tuneladora al proyecto ha pedido el
esclarecimiento del affaire para no ser sospechada. No vaya a ser que la
compliquen, como si esa compañía desconociera lo que sus socios traficaron en
la operación.
Algo parecido a las viudas que dicen ignorar la fortuna que construyeron
sus maridos.
© Perfil
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