Por Rubén Blades (*) |
Estimado Jesús:
He leído con mucho interés tus comentarios y los agradezco.
Quiero comentar, con el mayor respeto, sobre los párrafos de
mi artículo a los que te refieres.
Hoy, leyendo la prensa internacional, me encontré con una
declaración del Papa Francisco, en la que indica que uno de los problemas para
producir una solución a la crisis en Venezuela esta representado por "...
las divisiones dentro de la oposición venezolana". Esa situación, descrita
por una persona que es considerada mundialmente como políticamente neutral, es
una de las causas a las que me refiero cuando señalo por qué parte del sector
popular no se acaba de sumar a la propuesta que reclama un gobierno distinto en
Venezuela.
Ese sector, seguramente, no confía en los motivos de la
oposición y teme un regreso al pasado igualmente amargo de la corrupción
politiquera que precedió al chavismo y que ignoró las necesidades y las vidas
de la población. El conflicto interno de la oposición en nada ayuda a disipar
ese recelo, no importa cuánto se haya intentado suavizar y soslayar el hecho
por parte de la MUD.
No hay duda de que Leopoldo López y Henrique Capriles
comparten el deseo de que el desgobierno actual desaparezca. También es claro
que hasta allí llega la unidad opositora; el país lo sabe. Como políticos
tradicionales, cada uno busca consolidarse como el líder de la oposición y
futuro candidato a la presidencia de Venezuela. Creo que es a eso precisamente
a lo que se refiere el Papa Francisco cuando habla de, "divisiones en la
oposición". Repito: este hecho seguramente contribuye a que exista una
desconfianza que evita que se le sumen, públicamente, aquellos que habiéndose
identificado al principio con Hugo Chávez, hoy ya no simpatizan con el régimen
actual.
En cuanto a la violencia, concuerdo en que el gobierno fue
el responsable directo desde el inicio por su aparición y entiendo que algunos
argumenten la necesidad del ciudadano, la de poder defenderse de la agresión
estatal.
Pero violencia engendra más violencia, inocentes se verán
afectados por ella y esto genera repudio hacia ambos grupos, oposición y
gobierno, imposibilitando aún mas la gobernabilidad del país.
Si el sistema actual desaparece violentamente reemplazado
por la oposición, es muy probable que solo se produzca una inversión de la
ecuación actual de poder, pero sin resolver la polarización política, social y
económica que hoy divide a Venezuela.
Para evitar un escenario así, luce prudente el que la
oposición explique a la ciudadanía, con argumentos claros, transparentes y
contundentes, cuáles son sus planes para lograr un mejor país, distinto al del
pasado politiquero corrupto, y superior al que el actual gobierno chavista
propone.
Un asunto tan serio como determinar el futuro de Venezuela
no debe degenerar en un simple "quítate tu, pa' ponerme yo". El tema
es complejo, requiere de una negociación responsable y sobre todo, de un
consenso nacional basado en la honestidad del argumento. Lo de "primero
ganamos y después hablamos" no es una premisa persuasiva, menos en
condiciones tan urgentes, traumáticas y peligrosas como las que hoy,
trágicamente, encara Venezuela.
Mis comentarios no representan una defensa de lo
indefendible; son un llamado de atención para que no se repitan situaciones que
ya hemos experimentado a nivel internacional: la pérdida de la oportunidad para
crear una sociedad más justa, para todos, que no sea víctima de las ambiciones
personales y/o de los afanes de revanchas ideológicas.
Gracias otra vez por tus palabras y por dedicarle tiempo a
lo que escribo.
(*) Cantante, compositor, músico, actor, abogado y excandidato
presidencial de Panamá.
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