Por Rubén Blades (*) |
Hemos escrito repetidas veces sobre Venezuela y su
situación, y a algunos parecerá que es un acto inútil, o innecesario, o
entrometido. Sin embargo, la escalada de violencia que amenaza al país hermano,
me obliga a expresarme como ser humano.
La violencia del estado contra la población civil, o de
civiles contra civiles, debe cesar en Venezuela.
No puede ser que mueran
venezolanos por la intransigencia de facciones políticas que se disputan el
poder. Esto ya ocurrió en otras latitudes, y sus consecuencias aún
causan horror y división.
Entendemos que la población venezolana esta polarizada. Por
un lado, un gobierno obstinado pretende permanecer en el poder a como de lugar,
sustentándose en una popularidad que no posee.
La mitad de la ciudadanía, tal como quedó demostrado en las
pasadas elecciones, no quiere al actual gobierno. No es solo "la
derecha" la que protesta, ese es un discurso desgastado que no puede
explicar por qué ya mas de la mitad del pueblo venezolano está en las calles
manifestándose en su contra. El gobierno del Presidente Maduro llegó al poder
con uno de los márgenes más estrechos en la historia de la política, no solo de
Venezuela, sino de América. Eso le debería indicar al gobierno que aquellas
mayorías que apoyaron a Hugo Chávez hoy han abandonado a Maduro a consecuencia
de los desaciertos de su gestión.
Es la ciudadanía la que nutre las protestas que llenan las
calles de ciudades y estados de Venezuela, en oposición al actual gobierno. Sin
etiquetas de “derechas” o “izquierdas”, son ciudadanos, son venezolanos, son
seres humanos. El gobierno ha ido cerrando todas las avenidas para una solución
democrática, al punto que hoy es casi de facto una dictadura; así lo definen
sus actos y su comportamiento: así se define al manejar el poder desconociendo
la Constitución.
Del otro lado de la ecuación, algunas figuras de la
Oposición son vistas como herederas o descendientes del pasado Adeco-Copeyano,
aun representando el interés económico de los que con sus abusos y saqueos de
Venezuela produjeron las circunstancias sociales que determinaron el ascenso de
los chavistas al poder.
La Oposición debe confirmarle al país que sus intenciones no
son las de volver al anterior y superado estado de cosas, con el simple propósito
de aprovecharse del poder.
Es necesaria la creación de un argumento nacional,
sustentado por una comunidad de intereses y capaz de producir la unidad de
todos los venezolanos, que sea elevado a Título Constitucional.
La solicitud presentada por los presidentes de América, con
el apoyo de las Naciones Unidas, exigiendo el fin de la violencia, representa
un necesario primer paso hacia esa posibilidad de entendimiento.
Con el mayor respeto para la sociedad venezolana en su
totalidad, me atrevo a sugerirle al Presidente Maduro que considere presidir
para toda Venezuela, no solo para los que le halagan, o para los que piensan
como él. Ya pasaron los tiempos de los líderes dictatoriales y cacicazgos; si
el gobierno está tan seguro como afirma de poseer la mayoría del apoyo popular,
que acceda entonces a realizar elecciones inmediatamente y con eso demuestre su
legitimidad. Con igual respeto, solicitamos a los políticos de la oposición
partidista que actúen con la debida responsabilidad cívica y humana, que no
originen actos de violencia y que resistan la tentación de llegar al poder a
cualquier costo. La polarización que hoy existe solo sería continuada y
sustentada.
Sin un verdadero consenso político, social y económico,
creado a través de una libre consulta nacional, refrendada en las urnas y
plasmada luego en la Constitución Nacional, la paz en Venezuela continuará
resultando elusiva e inconsistente.
Por el bien de todos los venezolanos y el futuro de ese
noble país, esperamos que esa voluntad se produzca.
(*) Cantante, compositor, músico, actor, abogado y excandidato
presidencial de Panamá.
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