Por Gabriel Profiti |
Cuando en mayo de 2015 Florencio Randazzo dijo que quería
ser candidato a Presidente para que el "proyecto" kirchnerista no
quedara "manco" seguramente no pensó que dos años después podía
pararse frente al mismo adversario interno, Daniel Scioli, pero en el rol
opuesto de "renovador".
La historia es conocida: cuatro semanas después de aquella
sonora disertación del entonces ministro ante los intelectuales K de Carta
Abierta, Cristina Kirchner decidió que "el candidato" del modelo iba
a ser Scioli secundado por Carlos Zannini, hasta entonces principal aliado de
Randazzo en el Gobierno.
El encargado de renovar los trenes y agilizar los DNI lo
sintió como una traición, rechazó el consuelo de ser candidato a gobernador de
Buenos Aires, se peleó feo con la dueña de la lapicera electoral y permaneció
en la Casa Rosada como un paria hasta el cambio de gobierno el 10 de diciembre.
Tras la salida del Gobierno, se recluyó y reapareció ahora
con intenciones de liderar otra etapa en el PJ, apostando fuerte en las
elecciones bonaerenses de este año y mirando el 2019.
En esa línea, este martes se mostró con senadores del PJ,
justamente aquellos que más rápido decidieron despegarse de la entonces
Presidenta, como Miguel Pichetto, a quien Cristina Kirchner llegó a acusar de
"traidor h de p" en charlas telefónicas con su vigente secretario
Oscar Parrilli.
Randazzo buscó el apoyo de esa franja de poder partidaria,
más simbólica que influyente en la elección bonaerense, y les anticipó que si
esta vez no hay candidatos elegidos a dedo se presentará a competir en las
primarias del partido.
La condición-pedido que hizo a los senadores muestra que la
sombra de su exjefa sigue presente. Si bien ya no es figura excluyente,
Cristina retiene un rol preponderante a partir de encuestas que la sitúan con
niveles elevados de intención de voto (compensados por su imagen negativa) en
Buenos Aires.
La expresidenta mantiene la indefinición sobre si será
candidata. Su irrupción podría tirar del mantel pejotista bonaerense y nacional.
Cerca de Randazzo aseguran que está decidido a enfrentarla. Como alternativas o
en tándem con Cristina aparecen la intendenta de La Matanza, Verónica Magario,
y Scioli, pero las opciones no se agotan allí.
Quizá haya influido en el exministro una conversación que
tuvo con el estratega del PRO Jaime Durán Barba, quien le aseguró que podría
ganarle esa primaria a Cristina si electores no peronistas van a votar
específicamente contra la expresidenta en lugar de hacerlo en la interna de
otra fuerza.
Frente al oriundo de Chivilcoy se paró nuevamente Scioli. El
exgobernador decidió mantenerse a tiro del kirchnerismo y hoy camina la
provincia de Buenos Aires, cobijado por quienes siguen tomando como referencia
a la exmandataria.
Sus columnas ahora son varios intendentes K del Conurbano y
La Cámpora, pero también tiene llegada a referentes del PJ orgánico. Bien al
estilo Scioli, su álbum acumula fotos todos los días. Sus allegados aseguran
que será precandidato.
Por su parte, en un escenario todavía frágil y volátil,
Randazzo cuenta con apoyo del grupo Esmeralda de intendentes, del Movimiento
Evita y de algunas figuras centrales de la última década como Julián Domínguez.
También se apoya en una pata sindical, entre los que están Oscar
Romero, referente del movimiento MASA y Sergio Sasia (Unión Ferroviaria).
Héctor Daer, triunviro de la CGT y alejado de Sergio Massa, es contado como
propio por los randazzistas.
Pero hay actores todavía indefinidos. Martín Insaurralde,
intendente de Lomas de Zamora y co-fundador de los Esmeralda fue el primero en
tomar distancia de Randazzo y recibió a Scioli. Mariano Cascallares (Almirante
Brown) sigue sus pasos.
Insaurralde y Cascallares tienen sus razones: Cristina mide
muy bien en la tercera sección electoral como para enfrentarla y en el caso del
lomense se ilusiona con emerger como candidato de un consenso entre los grupos
Esmeralda y Fénix -alcaldes no reacios a los Kirchner- para ser gobernador en
2019. De ese entente podría aparecer también el nombre de Magario.
Así, con la película todavía rodándose, Scioli y Randazzo
parecen pararse nuevamente frente a frente, aunque con roles opuestos a los de
2015.
Si bien el entonces gobernador de Buenos Aires nunca se
despegó del legado K, prometía encabezar una etapa superadora en la Nación y
era mirado de reojo por los más radicalizados.
Será interesante ver, en caso de que se concrete, cuál será
el mensaje que tendrá cada candidato. Randazzo ya avisó que defenderá las
conquistas del kirchnerismo con más énfasis sobre sus "aportes",
combinado con un discurso "propositivo" -al mejor estilo Scioli- y
críticas al modelo económico de Cambiemos.
Por lo pronto, despunta una pelea muy competitiva en el PJ
con la posibilidad de que el ganador -si repite en las generales- lidere al
partido en los próximos dos años.
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