¿Y si le redoblamos
la apuesta al ministro?
Por Américo Schvartzman
En 2008, el destacado filósofo Daniel Dennett (autor, entre
otros textos, de La conciencia explicada
y Romper el hechizo: la religión como un
fenómeno natural) planteó una idea tan innovadora como perturbadora.
Propuso que no se debe prohibir que se les enseñe religión a
niños y niñas, sino todo lo contrario: enseñarles, pero no aquellas creencias
que se les inculcan tradicionalmente, las supuestas virtudes de las religiones
en las que creen sus familiares, sino la otra cara: “Propongo que les enseñemos acerca de los hechos de su propia religión
que sus mayores no quieren que sepan [o que probablemente tampoco saben]. Así
ellos no serán víctimas de la religión de sus padres. Creo que hay que abrir
las compuertas. Enseñar a los niños acerca de las religiones del mundo.”
¿Y si le redoblamos la apuesta al ministro Esteban Bullrich,
autor de esta nueva boutade? (Que dicho sea de paso, la presenta como una
tolerante apelación a la buena onda de este gobierno de coaching marketinero: “Por más que soy católico, trato de ser un
apóstol y buen discípulo, sí creo que en las escuelas debemos enseñar otras
religiones también, que también
tienen lecciones para aprender”, dijo un poco caóticamente el ministro
Bullrich, en respuesta al reclamo de un cura cavernícola que en Corrientes, le
reclamó impartir educación católica en las aulas. Y nótese especialmente el
“también” remarcado).
¿Por qué no, entonces?
Vamos, enseñemos todas las religiones en la escuela. Todas.
Las que han sido o son en la actualidad religiones de Estado.
Pero enseñémoslas científicamente. Como enseñamos todo lo
otro.
Es decir: de la mano de la historia de la cultura, mostrando
sus orígenes, exhibiendo cómo todas ellas carecen de originalidad porque son
reformulaciones de cultos anteriores (a los que, sin embargo, desprecian o
niegan); de la mano de la sociología, explicando sus relaciones con las clases
dominantes de cada sociedad y de cada época; de la mano de la antropología y la
historia de las ideas, desarrollando con precisión cómo el discurso religioso
fue (y es) empleado para legitimar diferentes formas de dominio; de la mano de
la psicología, para que se aprecie cómo se imbrican con los miedos individuales
y colectivos de los seres humanos; de la mano de la historia de la ciencia,
para recordar cómo las religiones (casi todas) intentaron oponerse a los
avances sociales, científicos y políticos; de la mano de la literatura, citando
autoras y autores a los que casi no se menciona para no incordiar, y que desde
antaño denunciaron sus abusos; de la mano de la filosofía, en suma, mostrando
cómo justificaron guerras “santas” de todo tipo, desigualdades, racismo,
esclavitud, conquistas, etnocidios, machismo y asesinatos en masa.
¿No sería una buena idea? ¿No podría constituirse en un gran
aporte para que niños y niñas comiencen desde la escuela a desterrar de sus
mentes el fanatismo, la intolerancia, el pensamiento mágico?
En nuestra Argentina hay antecedentes ilustres, aunque no se
los recuerde. Una “Historia de las Religiones” y de “Las Instituciones libres”,
precisamente con el enfoque que hoy reclama Dennet, eran las cátedras que
dictaba el gran Alejo Peyret –ese ilustre igualitarista casi olvidado– hace más
de cien años, tanto en el Colegio del Uruguay fundado por Urquiza en Entre Ríos
(el primero laico del país) como en el prestigioso Colegio Nacional Buenos
Aires. Testimonio de ello son las ediciones de sus clases, hoy casi inhallables
salvo en repositorios bibliográficos. En la primera de ellas, concluía
diciendo, en 1886: “Hemos tenido las religiones fetichistas, las religiones
locales, las religiones de la tribu, las religiones de la ciudad, las
religiones nacionales, las religiones internacionales; para llegar al último
término de la evolución, es preciso constituir la religión de la humanidad, con
la eliminación de los dogmas intolerantes”.
“La toxicidad de la religión depende de la ignorancia
forzada de los jóvenes”, dice Dennet. De nuevo entonces: ¿Y si le redoblamos la
apuesta a Bullrich?
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