El Universo se expande pero el tiempo histórico se
comprime (de Ernesto Sabato
a Miss Marple)
Miss Marple, el personaje creado por Agatha Chritie. |
Por Agustín Fernández Mallo
Buscando detalles acerca de cómo en
el cine británico es presentado el césped y los campos de hierba en general, se
me dio por repasar películas basadas en novelas de Agatha Christie, sobre todo
aquellas en la que interviene la detective Miss Marple.
La anciana vive en un
pueblo, y por lo tanto cabe esperar que la pantalla muestre abundante campo
domesticado: ese tipo de jardín inglés, calculadamente descuidado y surgido en
el Romanticismo, donde una pradera perfectamente dibujada convive con hiedras
enmarañadas y con tres o cuatro peñascos de aspecto tan dramático como salvaje.
Pero mi objetivo no era, ni mucho menos, documentarme para alguna novela; eso
de documentarse para las novelas es un invento de los talleres de Escritura
Creativa de Nueva Inglaterra, chorrada que a través de una ridícula pretensión
de verosimilitud lo único que hace es lastrar las historias; la novela fue
inventada para inventárselo todo, así que dejemos la documentación para los
textos de teoría (y a veces ni eso). Y lo cierto es que tampoco es que yo
tuviera pensado escribir un sesudo ensayo acerca del color y la geometría de la
hierba de la campiña inglesa, no, ocurrió que estaba aburrido y me pareció ésta
una actividad tan lúdica como otra cualquiera.
Así las cosas, tomé muchas notas de
la longitud, ancho y curvatura en que son presentadas las briznas de hierba,
así como parámetros generales, por ejemplo hacia dónde suele inclinarse el
césped, o la forma de los propios campos y sus vallados, contra todo pronóstico
casi todos polígonos irregulares. Y fue en ese recorrido cinematográfico en el
que me percaté de que el personaje de Miss Marple, lejos de hacerse
mayor, rejuvenece. Observen si no la secuencia de sus caracterizaciones en
pantalla a lo largo de los años. ¿No es asombroso cómo el tiempo conduce al
rostro de Miss Marple hacia atrás en el tiempo? A medida que el crono pasa y en
eso que abusivamente llamamos “vida real” todo se destruye y envejece, en la
ficción ella se va haciendo más y más joven. Veo perfectamente haciendo hoy de
Miss Marple a mujeres jóvenes como Meryl Streep o Kate Winslet , y dentro de
muy pocos años a otras aún más jóvenes como Nicole Kidman o Catherine
Zeta Jones. O a mí mismo, hoy, haciendo de anciano Hércules Poirot.
Naturalmente, la irreductible conclusión a la que me lleva todo esto es que
habrá un día en que Miss Marple sea físicamente contemporánea a una joven de,
pongamos, entre 30 y 40 años de edad. Dicho de otro modo: aún siendo dos cosas
totalmente distintas, y como si de dos organismos vivos se tratara, la ficción
va al encuentro de la realidad en la misma medida en que la realidad va al
encuentro de la ficción, al punto de que en cada instante son indistinguibles.
Y ahí radica la relatividad no sólo de la ficción, sino, lo que me parece mucho
más interesante, de la realidad.
Recordé entonces que un similar
achatamiento del tiempo ya lo había señalado Ernesto Sabato en su primer —y
para mí mejor— libro, Uno y el Universo (Seix
Barral) escrito cuando en 1945 él y su esposa se retiraron a vivir a una cabaña
sin luz ni agua corriente en un bosque de las sierras de Córdoba, Argentina. Se
trata de un breve volumen articulado en forma de enciclopedia, que al autor le
sirve de excusa para ir comentado toda clase de conceptos y asuntos que a él le
interesan. En la entrada Personajes Históricos viene a decir que entre la vida
de Sócrates y la de Aristóteles median más 100 años, y que sin embargo para
nosotros ambos filósofos ya son entre sí contemporáneos, y que dentro de 10.000
años nosotros mismos seremos contemporáneos de Sócrates y de Aristóteles. De
esto no se puede extraer sino una segunda conclusión: el Universo se expande,
sí, pero el tiempo histórico, como ocurre con el tiempo cinematográfico, se
comprime.
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