Por Gabriel Profiti |
Pasó el paro general de la CGT, las huelgas docentes tienden
a ceder y esas señales de distensión, junto a un lentísimo despegue de la
economía, transmiten la impresión de que el Gobierno dejó de estar contra las
cuerdas de cara a su examen electoral.
El aire renovado se sintió en las últimas horas en las
principales oficinas de la Casa Rosada donde circulan encuestas que muestran
una recuperación de la figura de Mauricio Macri, luego de haber acumulado meses
de caída.
El seguimiento de la relación entre la sociedad y el
Gobierno -del que se ocupa la consultora Isonomía- indicó también que una
mayoría de los consultados estaba en contra de la huelga general dispuesta por
todas las vertientes del sindicalismo.
Frente al asedio de las últimas semanas, el Gobierno decidió
salir a confrontar, especialmente con el kirchnerismo, pero también con los
docentes y los sindicalistas, a quienes el Presidente llegó a llamar
"mafiosos" durante un acto.
La nueva postura oficial fue avalada en los sondeos y
también con la marcha del 1A, obviamente en una sociedad todavía muy dividida
que asimila en esa polaridad el cambio radical de modelo.
Dos caras
El jueves, mientras el triunvirato cegetista definía a la
medida de fuerza como "contundente" y reclamaba un cambio de rumbo de
la política económica, el establishment internacional reunido en Buenos Aires
en el capítulo latinoamericano del Foro de Davos elogiaba el giro instrumentado
por Cambiemos.
En ese ambiente, el Gobierno volvió a recubrirse de elogios,
de esos que son mirados de reojo -por los antecedentes- como los del FMI, pero
también de otros actores con mayor credibilidad.
Entre estos últimos estuvo la secretaria Ejecutiva de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) -organismo de Naciones
Unidas-, Alicia Bárcena, quien celebró que la Argentina "haya instaurado
como política de Estado" los programas de ayuda social.
Durante una clase magistral en la Universidad Di Tella,
Bárcena elogió también la regularización del mercado cambiario en la Argentina,
la contención de la inflación, el blanqueo de capitales y la normalización de
la deuda externa.
"Aunque en la CEPAL no estábamos muy de acuerdo con el
arreglo con los fondos buitres, era necesario para permitir la llegada de
inversiones", sostuvo.
En ese marco, al jefe de Gabinete, Marcos Peña, le
preguntaron cuáles eran las inquietudes de los eventuales inversores
internacionales y respondió que eran dos: dónde se puede invertir y "si el
cambio llegó para quedarse".
Y Macri comenzó a jugar públicamente con esa necesidad de
ratificación en las urnas: "¿Dónde vamos a dirimir las cosas en las que
sigamos teniendo diferencias? En la elecciones de octubre.
Y creo que cada vez más se ve con claridad quienes queremos
construir un futuro y quienes se aferran a un pasado que no nos dio respuestas
ni a la pobreza, ni al desarrollo, ni a la mejora de la calidad de la educación
pública", sostuvo.
Más o menos así se plantea la pelea electoral: del lado de
oficialismo pedirán elegir por "el futuro o el pasado" y/o
"nosotros o los feos, sucios y malos"; del otro hablarán de
"hambreadores y ricachones contra el pueblo".
¿Y Massa? En ese contexto, los números de la economía siguen
dando señales mixtas.
Luego de la salida de la recesión -con crecimiento mínimo en
los últimos dos trimestres de 2016- el Gobierno sostiene que el PBI se
expandirá 0,9% en el primer cuarto de 2017, aunque la industria sigue dando
malas noticias y las metas de inflación parecen difíciles de alcanzar.
El mismo jueves del paro, cuando los gremios industriales
llevaban la batuta de la protesta, el Indec difundió que el uso de la capacidad
instalada de la industria cayó al 60% y está pasando el peor momento de los
últimos 14 años.
La industria no es la prioridad de este Gobierno, aunque los
voceros oficiales creen que esa tendencia se revertirá a partir de factores
todavía difusos, como una recuperación del consumo por el cierre de las
paritarias y una reactivación de Brasil, que es el principal destino de las exportaciones
argentinas.
De todos modos, habrá que ver si el impacto de la suba de
los precios regulados -tarifas de servicios públicos, nafta, etcétera- ya
fueron asimiladas por los consumidores o si todavía secarán bolsillos y
contribuirán al malhumor del electorado.
En contrapartida, hay cierta euforia por las consultas para
tomar los créditos hipotecarios lanzados recientemente de manera oficial.
El objetivo es llevar de 2.000 a 10.000 los créditos
otorgados mensualmente en este rubro.
El Peronismo se activa
Por ahora el único factor aglutinante del PJ es el combate
de las políticas aplicadas por Mauricio Macri, pero internamente sigue
organizado en tribus que se amalgaman o disuelven a la espera de que se definan
los actores de la contienda electoral.
El foco está puesto sobre la Provincia de Buenos Aires,
donde la principal protagonista es Cristina Kirchner.
Con niveles muy altos de adhesión en el Conurbano, la
expresidenta tiene a todos atentos a su decisión de competir o reservarse.
Entre los expectantes está Florencio Randazzo, quien dejó
trascender su intención de enfrentarla pero todavía no salió al ruedo.
Mientras tanto, el grupo Esmeralda, compuesto por
intendentes que propulsaron la figura del exministro, comenzó recorridas
conjuntas.
"No vamos a esperar a que se definan, porque perdemos
un tiempo importante", señalaron voceros de ese conglomerado.
Lo mismo pensó Daniel Scioli.
Luego de haberse presentado ante la Justicia a responder las
preguntas en la causa por enriquecimiento ilícito, puso en marcha su
candidatura hace dos semanas con recorridas en distintos municipios.
"Daniel cree que no se puede esperar y busca que el PJ
vaya unido a la elección porque el adversario es Macri, pero si hay internas se
va a presentar", anticiparon en su entorno.
Tanto Scioli como Randazzo creen que Cristina no jugará.
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