Pages

domingo, 30 de abril de 2017

La política exterior, sostén clave de Macri

Por Gabriel Profiti
En dos meses Mauricio Macri se habrá entrevistado con los mandatarios de las cuatro economías más grandes del mundo y ampliará un álbum que -en 500 días de gobierno- incluyó al menos una reunión con los rectores de las diez naciones más influyentes y de diecisiete de los primeras veinte.

El mes próximo realizará visitas oficiales a China y Japón y tendrá en Buenos Aires su primer encuentro con el primer ministro italiano Paolo Gentiloni, sucesor de Matteo Renzi. En junio será anfitrión de la canciller alemana Angela Merkel.

La Argentina presidirá el estratégico G20 en 2018 y a fin de año será la sede de la próxima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), dos organizaciones con las que el kirchnerismo se llevó a las patadas.

Ese protagonismo internacional levanta las acciones de un Gobierno que todavía es escrutado por buena parte de los argentinos a partir de razones muy concretas: las medidas económicas que permitieron amigarse con el mundo no repercutieron fronteras adentro y en algún caso lo hicieron negativamente.

No obstante, que todo el mundo desarrollado diga que está haciendo bien las cosas apuntala de cara a las elecciones a un Macri cuya popularidad ya había crecido luego de la marcha del 1A, según revelaron distintos encuestadores.

Trump, limones y después

La visita a Estados Unidos y el encuentro con Donald Trump estuvieron rodeados de múltiples particularidades: se trata de un mandatario impopular en el mundo, con una imagen declinante en su país y que a diferencia de su antecesor Barack Obama exacerba el histórico sentimiento antiestadounidense argentino.

Está presente también el recuerdo del alineamiento político, militar y de modelo económico durante el gobierno de Carlos Menem, cuando Estados Unidos regía al mundo sin rivales (ahora transcurre un escenario más multipolar), cuya contribución al bienestar argentino fue nulo.

El viaje de Macri deberá transformar en beneficios económicos la sintonía personal exhibida por los presidentes, pero aun así representa un activo para el Presidente.

Se puede decir que después del inoportuno apoyo a Hillary Clinton, la relación política está encarrilada.

"Vinimos a buscar que la agenda trazada con Obama se cumpliera. En algún momento tuvimos miedo de que bajara todo como hizo con los limones pero dijo que todo va a seguir y ese es el compromiso que nos llevamos", sintetizó un funcionario argentino.

"¿Por qué es tan importante el tema de los limones?", preguntó extrañado el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross, a Susana Malcorra, antes de la cumbre presidencial.

"Porque es simbólico para la relación, hace muchos años que se viene pidiendo por esto y es poco dinero pero muy importante para la economía regional", respondió la canciller argentina.

Al día siguiente Trump mencionó el tema burlonamente durante un contacto con la prensa y, más tarde, el propio Ross le garantizó al ministro de la Producción, Francisco Cabrera, el franqueo al cítrico argentino.

La reapertura del mercado estadounidense a los limones tucumanos y el apoyo de la principal potencia mundial al ingreso argentino a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), el club de los países más ricos del mundo, fueron los principales anuncios del viaje.

Sería más significativo que finalmente Estados Unidos vuelva a permitir el ingreso del biodiésel argentino a su mercado.

Las ventas del biocombustible representaron el año pasado un cuarto de las exportaciones a ese país, U$S 1.120 millones sobre un total de 4.420 millones y ahora están frenadas en análisis por una denuncia privada de dumping.

También, que contribuya a la "lluvia" de inversiones extranjeras en la Argentina, pero esta aspiración va a contramano del esfuerzo del magnate por reindustrializar su país.

Hormiguero electoral

La política vernácula ya comenzó a moverse al ritmo electoral, pese a que faltan dos meses para el cierre del plazo para la presentación de candidaturas, cuatro meses para las PASO y seis para las elecciones generales del 22 de octubre.

En Cambiemos, la pulseada pasa por ordenar internamente al frente.

Hay chisporroteos entre el PRO y el radicalismo, el más sonoro en la Ciudad de Buenos Aires, donde las autoridades locales de la UCR respaldan a Martín Lousteau y las nacionales se encolumnan detrás de la estrategia de Horacio Rodríguez Larreta de dejar fuera del frente a su principal amenaza para 2019.

La paz llegará si ambos sectores mantienen algunos acuerdos básicos de convivencia ya fijados: donde gobierna el oficialismo, ya sea radical o macrista, el gobernante define la estrategia y al mismo tiempo debe ser generoso con sus aliados.

Mientras, el PJ entró en estado de agitación.

La Cámpora y sectores del peronismo clásico salieron a proponer la confección de una lista de unidad en Buenos Aires para desafiar a un Florencio Randazzo que logró construir una base política e insiste en competir en primarias.

Operadores del randazzismo sostienen que esa lista de unidad no será posible y que el exministro del Interior está dispuesto a enfrentar a cualquier rival, incluso Cristina Kirchner, quien sigue midiendo muy bien en el Conurbano bonaerense.

En ese contexto, Sergio Massa y Margarita Stolbizer buscaron cortar el escenario de polarización vigente entre el oficialismo y el PJ.

Presentaron conjuntamente un proyecto para eliminar el IVA en los principales productos de la canasta básica y se espera que instalen una agenda sobre temas irresueltos.

Las propuestas de Massa suelen ser taquilleras pero fiscalmente dolorosas. Con algunas les fue bien y con otras no.

© NA

No hay comentarios:

Publicar un comentario