Por Carlos Gabetta (*) |
La estrecha victoria del liberal-centrista Emmanuel Macron sobre la
ultraderechista Marine Le Pen en la primera vuelta de las presidenciales
francesas ha acentuado los temores sobre el futuro del país y de la Unión
Europea. La previsible, pero no segura, victoria de Macron en la segunda vuelta
establecerá el peso de cada una de las fracturas políticas que dividen a la
sociedad gala.
En 2002, cuando Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, consiguió colocar al “Front National” en la segunda vuelta de las presidenciales, la sociedad no dudó: el gaullista Jacques Chirac se impuso con el 82,21% de los votos, con una tasa de abstención del 20,29%, apenas por encima del promedio histórico: 20%. En la primera vuelta, esa tasa había sido del 28,4%; o sea que los abstencionistas de la primera no sólo votaron en la segunda, sino que lo hicieron por Chirac.
Nada es menos seguro ahora, ya que el “Front Républicain”, que designa la coincidencia de derechas e izquierdas ante la extrema derecha durante una elección, está lejos de aquella unanimidad. Aunque el liberal François Fillon, tercero en la primera vuelta (20,01%), llamó a votar por Macron, todo indica que una parte de su electorado lo hará por Le Pen; el problema es saber cuántos. Más problemático aún es estimar cuántos votantes del populista “de izquierdas” Jean-Luc Mélenchon (19,58%) se inclinarán por Le Pen. El 26 de abril, Le Pen y Macron visitaron a los trabajadores de Whirlpool, una gran empresa a punto de cerrar y llevar sus bártulos a Polonia. Le Pen fue mayoritariamente aclamada y Macron ídem… pero repudiado. En marzo, el desempleo había aumentado 1,3%, llevando el total a 3,5 millones de ciudadanos. Mélenchon dejó librado el voto a la “libertad de conciencia” de sus bases, quizá apuntando a la politique du pire (cuanto peor, mejor), ya que un buen resultado de Le Pen, por no hablar de una victoria, fortalecería a la ultraderecha y dejaría sin argumentos a centristas, liberales y a la mayoritaria derecha del partido socialista. Campo orégano para el populismo “a la bolivariana” de Mélenchon, que dicho sea de paso tiene algunas coincidencias programáticas con Le Pen.
Este fenómeno se refleja en las encuestas: según Rolling Ifop-Fiducial, el 24 de abril Macron aventajaba a Le Pen 60,5% a 39,5%. Pero al día siguiente había perdido un punto: 60%-40%; totalizando una caída de 5 puntos desde el 20 de abril, según Opinionway-Orpi. Si en 2002 tanto la izquierda como los abstencionistas apoyaron masivamente a Chirac, ahora hay sectores importantes que se inclinan por Le Pen. El debate público Macron-Le Pen, el 3 de mayo, puede resultar decisivo.
En cualquier caso, y aún perdiendo, el Front National se habrá consolidado como el primer partido político de Francia, ya que por ahora Macron no representa a un partido con historia y doctrina sino a una joven, heteróclita e informal coalición. Los dos sectores que se han alternado en el poder en la V República, liberales y socialdemócratas, han perdido su hegemonía electoral y se encuentran divididos. Habrá que esperar hasta las elecciones legislativas, previstas para septiembre, para estimar las posibilidades de un eventual gobierno de Macron.
Ante ese panorama político fracturado, enfrentado, con la crisis económica
internacional y el terrorismo de fondo, ¿qué será de Francia, de la Unión
Europea, de las alianzas político-económicas internacionales, de la paz
mundial? Si se miran bien las cosas, ninguna propuesta es nueva ante la crisis
estructural capitalista, y todas las viejas vienen fracasando. La política
francesa, europea, mundial, deviene un culebrón, con Donald Trump en cabeza de
cartel y la francesa Marine, el holandés Geert Wilders, el inglés Nigel Farage,
el húngaro Viktor Orbán y varios otros como estrellas en ascenso, o
expectantes.
Cualquiera sea el resultado en Francia, habrá que estar atentos a los próximos capítulos.
(*)
Periodista y escritor
© Perfil.com
0 comments :
Publicar un comentario