Por Fernando Savater |
El señor Mototeru
no es un personaje de Tintín, sino un
horticultor japonés de 90 años que ha patentado una variedad de begonia con el
nombre de kimjongilia, en homenaje al
llorado líder de Corea del Norte Kim Jong-il. Sigue el ejemplo de otra begonia
anterior (o quizá fuese un cardo) llamada kimilsungia en
homenaje a Kim Il-sung, fundador de la dinastía roja que tanta prosperidad y
libertades ha traído a su país.
Mejor no burlarse de Mototeru, porque a esos
líderes coreanos los visitaban en su día reverentemente los comunistas
europeos, españoles incluidos. Volvían encantados. Tuve en la universidad
compañeros inteligentes (después fueron puntales de nuestra democracia) que se
proclamaban prochinos o maoístas, repitiendo versículos de El pequeño Libro Rojo como si fuesen de Hölderlin.
Dado que Mao Zedong
es, como está bien documentado, el mayor asesino de masas del siglo XX, por
delante de competidores tan reputados como Hitler o Stalin, no resulta fácil
entender cómo se ganó esas adhesiones fervorosas. Pero sucedió hace medio
siglo, cuando en España padecíamos una dictadura y la lucha ideológica contra
ella nos forzaba a asumir indeseables compañías.
Más raro resulta
que hoy, en democracia y con toda la información requerida a nuestro alcance
(puede consultarse el tercer volumen de Los enemigos del comercio de
Antonio Escohotado) haya quien blasone de tener ideas comunistas y mande
begonias de homenaje a los Castro, Chávez o Maduro mientras celebra como hito
de la emancipación humana la llamada Revolución de Octubre.
Imposible aceptar
que estos creyentes ignoren la ineficacia teórica y la criminalidad práctica
del comunismo. ¿Entonces...? Hay que rendirse a la evidencia. Ocurre que están
enamorados y por tanto no ven lo que tienen ante los ojos: igualito que la
Infanta...
© El País (España)
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