Por Mariano Beldyk
El Donald Trump real, el que comanda la Casa Blanca, no es
@realdonaldtrump. O eso demuestran sus primeros 100 días de gobierno en los que
sus promesas más radicales se toparon con los frenos del sistema republicano.
Las órdenes ejecutivas para cerrar las fronteras de los Estados Unidos quedaron bloqueadas en los tribunales, su propio partido saboteó la reforma al Obamacare en el Congreso y el Norte de su política exterior terminó más cerca del pragmatismo que del harto repetido grito de guerra Make America Great Again.
Las órdenes ejecutivas para cerrar las fronteras de los Estados Unidos quedaron bloqueadas en los tribunales, su propio partido saboteó la reforma al Obamacare en el Congreso y el Norte de su política exterior terminó más cerca del pragmatismo que del harto repetido grito de guerra Make America Great Again.
Aunque el mundo aún mira a la Casa Blanca con igual recelo
ante lo imprevisible, el margen de incertidumbre se acotó de forma
significativa. "Trump trató de mostrarse como un hombre fuerte en sus
primeros días de gobierno, dispuesto a cumplir sus promesas de campaña a golpe
de decretos. Pero cosechó muchos fracasos. Hoy, Trump ya no es tan fuerte como
parecía, y el establishment político y económico, el llamado 'gobierno
permanente' de los Estados Unidos, le está poniendo más límites de los que él
imaginó", explica Leandro Morgenfeld, profesor de la UBA y co-coordinador
del Grupo CLACSO "Estudios sobre EEUU". Y añade: "Llega a sus
primeros 100 días como el presidente más impopular de los últimos 60 años, con
apenas un 42% de respaldo".
Cuando faltaban semanas para la elección, en octubre de
2016, Trump lanzó su Contrato con los Votantes Estadounidenses, un documento de
dos páginas con la firma del futuro presidente estampada en una de ellas. Allí
delineaba su plan de acción para los primeros 100 días. Separadas aquellas
decisiones ejecutivas de las que necesitan el respaldo del Congreso, aún así el
balance es negativo y no es porque Trump no lo haya intentado.
De 18 compromisos asumidos, 14 se han materializado en
órdenes concretas, pero dos de ellas -la que corta el financiamiento a las
"ciudades santuario" e impide el ingreso al país de ciudadanos de
países "terroristas"- están en litigio. Por su parte, la suspensión
de contrataciones estatales fue levantada en abril y aquella promesa de poner
coto al poder paralelo en Washington, el del lobby político de ex funcionarios
y legisladores, dejó afuera a los ex miembros del Congreso. No fue el único
gesto hacia ellos: Trump también pasó por alto su promesa de limitar los
mandatos legislativos como parte de su reforma política para "limpiar a
Washington de la corrupción y la colusión de intereses especiales".
Pese a todo ello, el Capitolio no ha sido todo lo
complaciente que se esperaba con una mayoría republicana en ambas cámaras y en
aquellos proyectos que habían unido a las distintas alas del partido durante la
gestión Obama.
Obamacare
El caso más emblemático es la anulación y reemplazo del
Obamacare. Si se frustró, fue porque el llamado Liberty Caucus -los resabios
del Tea Party que abrazaron al Trump candidato-, creyeron que su campeón los
había traicionado una vez que llegó a la Casa Blanca en cómo y cuánto podar el
sistema de salud de Obama. Los demócratas se limitaron a observar todo desde la
platea.
En paralelo, algunas de las críticas más duras hacia la
administración Trump y su conducción de la política exterior también partieron
de legisladores republicanos, como el senador John McCain, apodado el Critic in
Chief (Crítico en Jefe). Sólo el proyecto de presupuesto 2018 presentado que
multiplica los fondos para Seguridad y Defensa tanto como los recorta del resto
de las carteras, calmó los ánimos de la elite industrial-militar republicana.
Luego llegaron el bombardeo a Siria y la "madre de todas las bombas"
en Afganistán como exhibiciones de musculatura bélica que insuflaron orgullo al
pecho del sector pero que, de momento, no pasaron de eso.
Es en materia comercial donde más lejos avanzó Trump si de
sus promesas se trata. La orden de retirar a los EE.UU. del Acuerdo de
Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) fue de las primeras en
concretarse. Y la Casa Blanca ya emitió la orden a la Secretaria del Tesoro
para que elabore una lista negra con todos los países que recurren al dumping.
Paradójicamente, es también en esta área donde Trump ha roto uno de sus
compromisos mayores: China. De denunciarla por manipulación de divisas y
amenazar con romper la política de "Una China" en su coqueteo con
Taiwán a hospedar al presidente Xi Jinping en su residencia de Mar-A-Lago, en
Florida, y celebrar el vínculo bilateral. Hasta su hija Ivanka salió
beneficiada de la buena sintonía de su padre con Pekín al conseguir dos nuevas
licencias para comercializar sus productos en aquel país.
Así mismo, en las próximas semanas se espera la propuesta de
renegociación para el NAFTA. El premier Justin Trudeau, no recibió más que
elogios en su visita a la Casa Blanca, pero eso no impidió que Trump aplicara
un 20 por ciento de tributo a la madera canadiense. En contrapartida, el
mexicano Enrique Peña Nieto todavía lidia con los desplantes tuiteros de su
vecino y la recurrente promesa de levantar el muro -otra idea que tuvo su
propio decreto aunque aún se debate cómo financiar los u$s 20.000 millones de
obra- pero, al menos, todavía zafa del 35 por ciento a sus exportaciones
anunciado en campaña. "La gran historia respecto a los 100 días de Trump
es de qué modo la realidad se entrometió en su idea de lo que un presidente puede
lograr. Es una experiencia por la que atraviesan todos los que llegan a la Casa
Blanca y Trump debe aprender a lidiar con esto mucho más que otros",
explica John Frendreis, politólogo de la Universidad de Loyola, en Chicago.
Traza un paralelo con la gestión de Bill Clinton, que arrancó a los tropezones
pero que, al final, cerró con cierto éxito razonable, "algo que puede
ocurrirle también a Trump". De momento, no es el mejor panorama para un
presidente con un equipo incompleto que perdió a su Consejero Nacional de
Seguridad original por la trama de espionaje, hackeo y connivencia con Rusia y
todavía adeuda nombramientos entre las segundas líneas de los ministerios,
mientras el Senado aprueba a las últimas cabezas de Departamento y Oficinas
especiales. "Nadie ha hecho tanto como yo en 90 días de gobierno",
insiste Trump con su doctrina de frases hechas, propagadas a través de su ya
archiconocida cuenta de Twitter. La realidad prueba que está equivocado.
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