Por Daniel Muchnik
Sin duda Macri y su equipo tuvieron un coraje especial para
tirarse a la pileta del poder después de administrar ocho años la principal
ciudad de la Argentina. Una cosa es Buenos Aires y otra, muy distinta, la
Argentina, con el peso de largos e históricos errores políticos y económicos.
Hubo y hay en el macrismo un toque de mesianismo -que se fundamenta en el
optimismo como filosofía por sobre todas las cosas- que ahora requiere
esfuerzos descomunales.
De todas maneras, cuando se presentaron en las presidenciales,
ganaron. Ayudó el creciente temor al populismo desbocado del cristinismo y de
su conductora que nos llevaban inexorablemente a copiar el modelo de Venezuela.
Por suerte. Si el populismo hubiera sobrevivido el camino hacia el abismo
estaba asegurado.
Quizás pensaban que eran menos riesgos los que tenían que
afrontar, menos obstáculos que vencer. Recién algún par de meses después de
asumir mostraron los datos del balance desastroso del cristinismo. Pero los
datos reales eran más preocupantes de los que consignaron.
Hoy, las presiones de la realidad no les dan descanso. La
amenaza social no cesa y promete multiplicarse, las marchas y bloqueos se van
sumando. El 6 de abril será la huelga general en la que se promete apagar el
país porque adhieren todos los gremios, incluido el transporte.
Seguramente que para gobernar sea necesario crear ilusiones
(entre ilusión y sueño no hay diferencias). Aunque ello pueda provocar un
boomerang peligroso. No es en vano que el ‘aguante’ de gran parte de la población ha
achicado su margen. Del 54% de las encuestas al 46/45 y en descenso. Si esa
estadística es valedera sería conveniente que puedan empezar a resolverse la
problemática de arrastre y la actual.
Por lo que se vio de las promesas del gobierno, de achicar
la inflación que mancha todo índice de mejora y la lluvia de inversiones, el
proyecto no se ha podido cumplir. Se dice que los inversores esperan a las
elecciones legislativas para decidirse y además aguardan que las protestas se
terminen. El gobierno tiene muchos recursos naturales para ofrecer pero falta
que mejoren urgentemente la infraestructura de transporte, la energética y la
de provisión de insumos. Pero así como van las cosas, con la bullanguería de La
Cámpora y de otras organizaciones todo tiende a estancarse y aparecen las
dudas. Por sus dichos el Gobierno relativiza las consecuencias electorales de
las marchas opositoras porque no tienen elementos de unión entre ellos. ¿Hace
bien?
Lo único que está en calma es la relación con los
gobernadores y un Parlamento que trabaja y que no está colgado de una nube,
pero que Los Montoneros y otras organizaciones armadas hayan sido reivindicados
en Plaza de Mayo, pertenecientes a un proceso idealizado por la juventud
militante, financiada por los intendentes kirchneristas, demuestra que una
parte de la sociedad no está decidida a ningún cambio. La bandera de los
Derechos Humanos se ha embarrado y se ha politizado. Eso sólo se explica por la
urgencia que tiene cierta oposición de presionar al gobierno y los jueces para
evitar mayores castigos judiciales a Cristina Fernández, denunciada por lazos
mafiosos y corrupción. Ella devuelve la pelota: "Es Macri el
mafioso".
El único récord mundial que ha ganado la Argentina es el del
blanqueo que superaran los u$s 120.000 millones. Supera al de Italia que llegó
a 102.000 millones en 2009. El 90% de los argentinos que siguen teniendo
propiedades en Punta del Este o en la costa uruguaya declararon sin chistar
porque la AFIP también vigila allí. Todo dinero oculto se está dirigiendo a
Miami. Desde 2010 hasta ahora, las inversiones argentinas allí han crecido un
500%.Quizás también allí llegue en el corto o mediano plazo la mano de la AFIP
porque seguramente siguen vigentes los propósitos que firmaron Macri y Barack
Obama sobre intercambio informativo. No obstante, más allá de todo, lo que se
blanqueó alcanza a una tercera parte de la plata emigrada por los ciudadanos de
este país a lo largo de los últimos años que alcanza a u$s 300.000 millones.
Estamos viviendo los meses decisivos hacia octubre, mes de
las legislativas. Hay, señala un informe de la Consultora Abeceb, tres
problemas a superar: la herencia recibida que sigue necesitando ajustes más los
errores propios (el derecho de piso) más la tardanza de los resultados prometidos
en llegar. Enfrentando también los contratiempos como el caso de los Panamá
Papers, el Correo, las jubilaciones y el Caso Avianca y los vuelos low-cost. A
eso hay que agregar la puja salarial que está recalentada al máximo. Más los
cuestionamientos desde la propia coalición macrismo-radicalismo. La oposición
se canaliza a través del cristinismo y algunos dirigentes gremiales, más
intendentes que se bambolean de un lado para otro en el espectro de lealtades.
Este año, en estos meses, es evidente que la estanflación
orada los cimientos donde se asienta el gobierno. El 40% de la industria tiene
las máquinas paradas y el consumo ha bajado notablemente. Hay señales de
recuperación en algunos sectores pero no son cifras para asombrar. Se apela a
las cuotas, pero tampoco pasa nada. La inflación está alimentada por el ajuste
de tarifas, por la batalla por mejorar salarios, por los precios que no se
pueden sujetar. Cuanto más tiempo transcurra en encontrar la calma más bajará
la lealtad al gobierno.
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