Por Daniel Muchnik
El termómetro muestra un cuadro febril que hay que
solucionar de manera contundente. Es el clima de violencia, de desborde, de
falta de límites lo que está enfermando a la sociedad, por lo que le quita
respaldo al Gobierno.
Pero la gente no tiene memoria o no quiere tenerla y odia la
anarquía importante en la Ciudad, las huelgas que no cesan o que surgen de la
noche a la mañana por capricho o decisión de las cabezas directiva, la
inflación que no disminuye como debería y que además se prometió y participa atónita
y por precaución, en una baja considerable del consumo en un cuadro típico de
estanflación, la ocupación del espacio público por cualquier protesta,
volviendo locos a los conductores.
Hay una ‘actitud
masiva golpista’ que no se frena como se debiera.
El Gobierno sigue defendiéndose con Twitter. La comunicación oficial no ha
cambiado y eso se decide desde el centro mismo del poder. La huelga docente se
parece más a un intento de desequilibrar al Gobierno que a un pedido de aumento
de salarios. O porque hay una cabeza (apenas un celador y no un docente)
kirchnerista que convence a los otros y los arrastra o porque realmente no
soportan más a las autoridades.
¿Qué hacen los gobernantes? Guardan silencio, se agolpan
detrás de un parapeto, no desean ni ceder ni otorgar, no contestan las
agresiones verbales, no denuncian como se debiera a las corrientes de opinión
guiadas sólo por la mala leche. No hacen política. Creen que con gerenciar es
suficiente. No ven lo que está ocurriendo.
Esta lluvia ácida que cae sobre el país no tropieza con
alguien que ls diga a la sociedad qué pasó en el pasado cuando las cosas se
pusieron en clima de animadversión. Desde la llegada de la Democracia hubo dos
gobiernos (el de Alfonsín y el de De la Rúa) que fueron sacados por la ventana.
El resto fue todo peronismo. Pero no un peronismo de principios, sí un
peronismo de oportunismo y robo, con crecimientos y pozos recesivos
importantes.. De amenazas, de discrepancias violentas, de denuncias desde el
atril como dueños de la verdad.
Menem, con la Convertibilidad, los hizo vivir en un paraíso
ficticio, irreal. Por supuesto que entonces los empresarios hicieron buenos
negocios, que la clase media agotó los pasajes aéreos para visitar el mundo,
que todo lo moderno en tecnología se hizo presente. Duhalde desde el mundo
político, un grupo de periodistas y otro de economistas advirtió que en 1995,
con el tequilazo, comenzaban los estertores de la Convertibilidad. La Alianza
persistió en dormir con ella, agitando la bandera de la anticorrupción. Todo
terminó con un desastre. De la que costó salir y a través de la cual muchos
dirigentes terminaron quemados.
Casi un desconocido Kirchner, político
atrevido, hizo su aparición, acumuló
poder ("que es lo que quiere la gente", confesó) y
trazó el diagrama de la más extremas de las corrupciones. Que tapó con los
subsidios. Argentina invirtió en los subsidios sociales increíbles millonadas
que no terminaron con la pobreza. Cifras más, cifras menos en estos días
tenemos la misma relación que hace 10 o más años: 1 argentino entre tres
argentinos es pobre y no saldrá de ello.
Los últimos datos de la Universidad Católica son
contundentes: en 9 meses de 2016 un millón y medio de argentinos ingresaron en
la pobreza. Fue consecuencia de la actual estanflación, de la que no se ve la
salida. El arzobispo Jorge Lozano, titular de la Pastoral Social ha asegurado
que los números de la pobreza muestran que no hay (ni habrá en el corto plazo)
paz social en la Argentina. No se crearon escuelas de perfeccionamiento en
distintos oficios, no se orientó, nadie pensó en un New Deal que diera
esperanzas, nadie se ocupó de los ni ni (ni estudian ni trabajan, con
adolescentes vagando o drogados en los barrios o con chicas de 14 y 15 años
embarazadas). El subsidiado quedó fuera del mercado de trabajo para siempre.
Vive de la dádiva.Ya no le da la cabeza para operar las nuevas maquinarias en
las fábricas.
Esto no fue dicho. Este gobierno no hizo el balance de lo
recibido cuando era imprescindible hacerlo, en enero, no esperar a la apertura
del Parlamento. Muchos funcionarios, en distintos rincones de la administración
pública dan muestra de impericias. Este hecho motoriza la falta de confianza en
el gobierno porque la gente que antes admiraba el reconocimiento del error (siguiendo
la estrategia de la prueba y subsanar la metida de parte) por parte de la Casa
Rosada ya no soporta la excusa.
¿Es la clásica ansiedad e irritabilidad argentina frente a
lo imposible o hay algo más que perturba? Es que vivir para gran parte de la
sociedad es difícil y la impotencia crece cuando el gobierno no da muestras de
tener iniciativas al respecto.
Para los economistas que participaron de la Primera Jornada
del Congreso Económico Argentino hay evidencias prontas de recuperación pero el
proceso será lento. Dicen que es el comienzo de una reactivación. Hay otros que
dicen lo contrario y advierten que el atraso cambiario impide una propuesta de
desarrollo. No faltan quienes dicen que el stock de reservas internacionales
creció notablemente. El 10 de diciembre de 2015 eran de u$s 24.862 millones.
Hoy ya fueron duplicadas. Pero hay compromisos duros a enfrentar que
requerirían u$s 15.000 millones, aproximadamente.
Como si fuera poco el presidente Macri lleva portación de
apellido, de muchas macanas que concretó su padre que estaban ocultas y hoy
salen a la luz. Y portación de amigos que han estado muy ligados a la obra
pública en el pasado. La misma obra pública que las autoridades quieren ver
crecer. El clima ‘golpista’
hay que frenarlo con hechos.
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