Por Fernando Laborda
Uno de los interrogantes que aumenta la incertidumbre en
este año electoral es el papel que jugará Cristina Kirchner en los próximos
comicios. La mayoría de los dirigentes apuestan a que será candidata a un cargo
electivo, pero hoy es absolutamente prematuro pronosticar si se postulará en la
provincia de Buenos Aires, donde nació, o en Santa Cruz, donde tiene su
residencia permanente.
Y este dilema sólo podrá ser resuelto por la ex
presidenta en función del propósito personal que la llevaría a la lucha electoral:
¿irá sólo por los fueros parlamentarios de los que hoy carece o buscará dar un
batacazo electoral que la posicione nuevamente en un lugar de privilegio y que
le aseste un golpe mortal a Mauricio Macri?
La primera disyuntiva que enfrenta Cristina Kirchner es si
le conviene presentarse en estas elecciones. La mayoría de los analistas estima
que debería participar de la competencia. Quedarse en su casa implicaría el fin
de su carrera política y la posibilidad de terminar presa. En cambio, si
accediera a una banca de senadora o diputada, la Justicia requeriría de la
aprobación del cuerpo legislativo en el que eventualmente se encontrara para
poder detenerla.
El actual régimen de inmunidades para legisladores establece
que en el caso de que la Justicia disponga el arresto del funcionario, éste no
se hará efectivo hasta tanto el legislador no sea separado de su cargo. En
otras palabras, debería producirse su desafuero o su remoción. La ley de fueros
también señala que no se podrá ordenar el allanamiento del domicilio particular
o de las oficinas de los legisladores ni la intercepción de su correspondencia
o comunicaciones telefónicas sin la autorización de la respectiva Cámara.
La citada norma no impide que un legislador sea indagado por
un juez, por cuanto esto no es considerado una medida restrictiva de la
libertad. Sin embargo, si un diputado o senador no concurre a prestar
declaración indagatoria ante la convocatoria de un tribunal, éste deberá
solicitar su desafuero o remoción para que aquél se vea forzado a declarar.
Queda claro que, en el marco de su delicada situación
judicial, en la que está sometida a diversas demandas por asociación ilícita,
lavado de dinero y negociaciones incompatibles con la función pública, entre
otras cuestiones, a Cristina Kirchner le convendría gozar de fueros
parlamentarios. Su eventual detención resultaría mucho más dificultosa en el
supuesto caso de que el kirchnerismo conservara o aumentara su caudal de bancas
legislativas.
Las ventajas prácticas se advierten al observar lo que
ocurrió con el actual diputado Julio De Vido el año pasado. El ex ministro de
Planificación Federal de los Kirchner, investigado judicialmente por
enriquecimiento ilícito, pudo demorar el allanamiento judicial de su domicilio,
previsto para el 29 de abril, hasta el 22 de junio, invocando que tenía fueros.
De ese modo, se perdió el efecto sorpresa que suele darle efectividad a
cualquier allanamiento.
Por esta razón, diputados del macrismo han presentado un
proyecto de ley para modificar la ley de fueros, con el propósito de eliminar
el requisito que tienen los magistrados de solicitar autorización al Poder
Legislativo para allanar oficinas o domicilios particulares de los
legisladores.
Si está fuera de discusión que a Cristina Kirchner le
convendría volver a ocupar una banca parlamentaria, el dilema es por cuál
candidatura optar. Las alternativas serían postularse para senadora o diputada
nacional por la provincia de Buenos Aires, o bien para senadora o diputada por
Santa Cruz. De todas esas alternativas, la más riesgosa es disputar una de las
tres bancas de senadores bonaerenses, por cuanto si su fuerza política quedase
tercera, detrás de Cambiemos y del Frente Renovador de Sergio Massa y Margarita
Stolbizer, Cristina se quedaría con las manos vacías y en el peor de los
mundos. En cualquiera de las otras opciones, en cambio, tendría prácticamente
asegurado el acceso a una banca.
Claro que si las encuestas la favorecen y se siente
confiada, Cristina podría buscar una senaduría por Buenos Aires, con el sueño
de recobrar su brillo ¬-electoralmente hablando- y debilitar al gobierno de
Macri. Sin embargo, puede no ser tan sencillo, ya que antes debería enfrentar
en las primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto a los sectores
del peronismo bonaerense que no la quieren, empezando por Florencio Randazzo. Y
nadie puede descartar que buena parte del electorado, incluyendo a quienes no
están alineados con el peronismo, se proponga hundir a la ex presidenta en esa
elección.
No sería algo descabellado. Según distintas encuestas,
Cristina Kirchner promedia hoy una intención de voto del 25% en el distrito
bonaerense. Pero alrededor de seis de cada diez argentinos tienen una imagen
negativa de ella.
Así las cosas, lo más factible es que la ex mandataria
argentina acosada por la Justicia se tome su tiempo y aguarde hasta último
momento, quizás hasta fines de junio, poco antes de que venza el plazo para
presentar listas en las PASO, para tomar una decisión. Una cuestión que
seguramente desesperará a muchos dirigentes del peronismo y de otras fuerzas
políticas para quienes su estrategia electoral está condicionada por los
movimientos de Cristina.
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