sábado, 4 de marzo de 2017

Cine, poesía y viceversa

El cartero de Neruda, película basada en Ardiente paciencia, novela corta 
de Antonio Skármeta: la voluntad poética del cine.
Por Miguel Munárriz

Luis Buñuel  llamó al cine “instrumento de poesía, con todo lo que esta palabra pueda contener de sentido libertador, de subversión de la realidad, de umbral al mundo maravilloso del subconsciente”.

Teniendo en cuenta que la poesía está en el aire, es decir, que no hay que escribir en verso para que lo que se haga pueda destilar poesía, hay películas que han nacido con voluntad poética, como , por ejemplo, El lado oscuro del corazón (1992), film que se nutre de poemas de Benedetti (que hace un cameo), de Juan Gelman y de Oliverio Girondo. Dirigido por Eliseo Subiela, podemos decir que esta peli es la búsqueda de la mujer etérea. “No puedo enamorarme de una mujer que no sepa volar”, dice en un momento el protagonista tras una de sus relaciones. No estoy seguro de que resistiría un nuevo pase.

El cartero de Neruda, o Ardiente paciencia (1994), que fue como tituló Antonio Skármeta su novela, cuenta la historia de la amistad entre Pablo Neruda y un joven cartero en una isla italiana.

Howl (Aullido), el poema de Allen Ginsberg, fue llevado a la gran pantalla en 2010. Una  película experimental interpretada por James Franco, que gira en torno a la figura del poeta y a la lectura de “Howl” que marca el inicio de la generación beat.

Robert Altman dirigió Short Cuts, una película basada en la especial respiración de nueve cuentos y un poema de Raymond Carver.

Estas cuatro películas tienen en sus protagonistas la figura de un poeta como eje central del relato:

El desencanto (1976), documental de Jaime Chávarri sobre el poeta Leopoldo Panero, según los testimonios de su mujer, Felicidad Blanch, y de sus hijos Juan, Leopoldo Mª y Michi Panero.

La noche oscura (1989), sobre la persecución y reclusión de Juan de la Cruz por sus “ideas heréticas”.

Cravan vs. Cravan (2002), un documental biográfico del poeta y boxeador Arthur Cravan, al que la revista Poesía, del Ministerio de Cultura de los años 80, le dedicó un número magnífico.

El cónsul de Sodoma (2009), biopic inspirado en la vida de Jaime Gil de Biedma.

Las influencias son de ida y vuelta. La poesía también se ha nutrido del séptimo arte y muchos poetas del siglo XX han hablado en algunos de sus poemas de actores, actrices, escenas, títulos…, como Rafael Alberti en su libro Cal y canto (1929):

Yo nací –¡respetadme!- con el cine.
Bajo una red de cables y de aviones.
Cuando abolidas fueron las carrozas
de los reyes y al auto subió el Papa.

… que Jaime Gil de Biedma, en  “Infancia y confesiones”, del libro Compañeros de viaje (1959), parafrasea:

Yo nací (perdonadme)
en la edad de la pérgola y el tenis.

Los poetas novísimos tienen muchas referencias al séptimo arte, véase Pere Gimferrer y su poema “En las cabinas telefónicas”:

En las cabinas telefónicas
hay misteriosas inscripciones dibujadas con lápiz de labios.
Son las últimas palabras de las dulces muchachas rubias
que con el escote ensangrentado se refugian allí para morir.
Última noche bajo el pálido neón, último día bajo el sol
alucinante,
calles recién regadas con magnolias, faros amarillentos de
los coches patrulla en el amanecer.
Te esperaré a la una y media, cuando salgas del cine
-y a esta hora está muerta en el Déposito aquélla cuyo
cuerpo era un ramo de orquídeas.
Herida en los tiroteos nocturnos, acorralada en las esquinas
por los reflectores, abofeteada en los night-clubs,
Mi verdadero y dulce amor llora en mis brazos.
Una última claridad, la más delgada y nítida,
parece deslizarse de los locales cerrados:
esta luz que detiene a los transeúntes
y les habla suavemente de su infancia.
Músicas de otro tiempo, canción al compás de cuyas viejas
notas conocimos una noche a Ava Gardner,
muchacha envuelta en un impermeable claro que besamos
una vez en el ascensor, a oscuras entre dos pisos, y tenía
los ojos muy azules, y hablaba siempre en voz
muy baja-se llamaba Nelly.
Cierra los ojos y escucha el canto de las sirenas en la noche
plateada de anuncios luminosos.
La noche tiene cálidas avenidas azules.
Sombras abrazan sombras en piscinas y bares.
En el oscuro cielo combatían astros
cuando murió de amor,
y era como si oliera muy despacio
un perfume.

“El cine de los sábados” es el título de un poema de Antonio Martínez Sarrión, del libro Teatro de operaciones:

El cine de los sábados
maravillas del cine galerías
de luz parpadeante entre silbidos
niños con su mamá que iban abajo
entre panteras un indio se esfuerza
por alcanzar los frutos más dorados
ivonne de carlo baila en scherezade
no sé si danza musulmana o tango
amor de mis quince años marilyn
ríos de la memoria tan margos
luego la cena desabrida y fría
y los ojos ardiendo como faros

Otro de los novísimos de Castellet, el senior Manuel Vázquez Montalbán, a lo largo de su obra poética tiene infinidad de referencias al cine. Como ejemplo estos tres poemas: el primero, en “Variaciones sobre un 10% de descuento”, que en su parte II dice:

“Si Ud. no hace regalos le asesinarán / vea las películas de Losey… (del libro Ars amandi, en su apartado “Liquidación de restos de serie”).

El segundo “El hombre que sabía demasiado”, título de un poema que pertenece al libro Una educación sentimental, y por último “Nunca desayunaré en Tiffany”, poema del mencionado libro Ars amandi:

Nunca desayunaré en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso
Modigliani como tu garganta
nunca
aunque sepa los caminos
llegaré
a ese lugar del que nunca quiera
regresar
una fotografía, quizás
una sonrisa enorme como una ciudad
atardecida, malva el asfalto, aire
que viene del mar
y el barman
nos sirve un ángel blanco, aunque
sepa los caminos nunca encontraré
es barra infinita de Tiffany
el jukebox
donde late el último Modugno ad
un attimo d’amore che mai più ritornerà
y quizá todo sea mejor así, esperado
porque al llegar no puedes volver
a Ítaca, lejana y sola, ya no tan sola,
ya paisaje que habitas y usurpas
nunca,
nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca
quiero llegar a Ítaca aunque sepa los caminos
lejana y sola.

“Vaya con Dios, mi amor”, es un poema de Guillermo Carnero (lo antologó Castellet en Nueve novísimos poetas españoles. Dice así:

“que nunca viste a Greta Garbo sollozando / I vant to be alone, ni a Vivien Leigh / en el puente de Wateerloo…”.

Otro novísimo, José María Álvarez, escribió un poema titulado “Noche en la ópera”, con este final:

“Hablo de aquellos tiempos / de Humphrey Bogart en Casablanca”.

José Hierro en su Cuaderno de Nueva York titula “La ventana indiscreta” uno de sus poemas y José Agustín Goytisolo, en el poema “Las mujeres de antes”, del libro Del tiempo y del olvido, escribe estos versos: “que no podía ser / que la hermosa película no iba a durar siempre”.

“Travelling” es el título de un poema de Luis Eduardo Aute de su libro La liturgia del desorden, cuyo final dice: “y Groucho ha muerto”.
Pablo García Baena en “Palacio del cinematógrafo”: “Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero / como siempre” y Carlos Edmundo de Ory escribió este…

SONETO A GRETA GARBO
Ábreme las dos puertas de tu casa
quiero besar tu boca que me deja
adivinar el aire cuando pasa
tu corazón envuelto en una abeja
O bien decirme puedes qué te pasa
pálido rododendro triste y vieja
bajo la luna que te pone lasa
mientras te llueve el mundo en una oreja
Sin duda como sueles llorar lloras
Sin duda te desnudas a la luna
Sin duda de costumbre te adormeces
Quiero besar tu boca en esas horas
muertas que mueres tú también de una
supuración de amor algunas veces

Jorge Guillén, como muchos poetas (Nicolás Guillén y su “Poema para la voz de Marliyn Monroe”, por ejemplo), dedicó estos versos al mito de Hollywood:

Caminantes callad.
La hermosa actriz ha muerto,
ay de la publicidad.
Entre fulgor y ruido,
aquella desnudez,
extravió su sentido.
Era tan observada
por los  ojos de todos
que se escondió en la nada.
Allí no habrá ya escena
donde suene un fatal
arrastre de cadena.
El bello cuerpo yace
libre, por fin, a solas.
¡Uf!
Requiescat in pace.

También el nicaragüense Ernesto Cardenal escribió:

ORACIÓN POR MARILYN MONROE
Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia (según cuenta el Times)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso…
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo -de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo de Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century-Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.
Señor
en este mundo contaminado de pecados y de radiactividad,
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda
que como toda empleadita de tienda soñó con ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad (pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,
el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo.
Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos
se le recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje insistiendo en maquillarse en cada escena
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y se apagan los reflectores!
Y desmontan las dos paredes del aposento (era un set cinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur, un baile en Río
la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue
como alguien que ha marcado el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco que le dice: WRONG NUMBER
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor:
quienquiera que haya sido el que ella iba a llamar
y no llamó (y tal vez no era nadie
o era Alguien cuyo número no está en el Directorio de los Ángeles)
¡contesta Tú al teléfono!

Leopoldo Mª Panero refleja el mundo del cine en muchos de sus poemas. Este es una declaración de principios con los elementos del western que el poeta conoce a  través del cine:

Sitting Bull
Deseo de ser piel roja
(Sitting Bull ha muerto, los tambores
lo gritan sin esperar respuesta)
La llanura infinita y el cielo su reflejo.
Deseo de ser piel roja.
A las ciudades sin aire llega a veces sin ruido
el relincho de un onagro o el trotar de un bisonte.
Deseo de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto: no hay tambores
que anuncien su llegada a las Grandes Praderas.
Deseo de ser piel roja.
El caballo de hierro cruza ahora sin miedo
desiertos abrasados de silencio. Deseo
de ser piel roja.
Sitting Bull ha muerto y no hay tambores
para hacerlo volver desde el reino de las sombras.
Deseo de ser piel roja.
Cruzó un último jinete la infinita
llanura, dejó tras de sí vana
polvareda, que luego se deshizo en el viento.
Deseo de ser piel roja.
En la Reservación no anida
serpiente cascabel, sino abandono.

En la poética de Así se fundó Carnaby Street (1970), L.M. PANERO dice:

“Todas las palabras son la misma que se inclina hacia muchos lados, la palabra FIN, la palabra que es el silencio, dicha de muchos modos. Porque es un FIN que incluye a todos en la única tragedia, la que solo se puede contemplar participando en ella”.

© Zenda – Autores, libros y compañía / Agensur.info

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