Por Gabriel Profiti |
Cualquier charla sobre el porvenir electoral arranca hoy
bifurcada en "si Cristina juega o si Cristina no juega", pero también
cualquier proyección sobre el resultado de los comicios depende en esas mismas
discusiones de "si Macri logra encarrilar a la economía o si sigue a los
tumbos".
Así, por cuestiones diferentes, Macri y Cristina Kirchner se
sostienen en el centro de gravedad política de cara a las elecciones de medio
término del presidente de Cambiemos.
La exmandataria tiene una elevadísima imagen negativa. Esa
pérdida de popularidad posiblemente se agudice con el avance de las múltiples
causas abiertas en su contra en los tribunales.
La semana que pasó concluyó la feria judicial y fue citada
junto con sus hijos Máximo y Florencia a indagatoria por la causa Los Sauces,
una de las tantas que indaga sobre las concesiones de dinero público a los
empresarios Lázaro Báez y Cristobal López que luego retornarían a la entonces
familia presidencial.
Cristina ya fue procesada por la venta de dólar a futuro y
por una supuesta matriz de corrupción en la obra pública. Además, fue
reactivada la denuncia en su contra del fallecido fiscal Alberto Nisman por
presunto encubrimiento del atentado a la AMIA.
El derrotero de la exjefa de Estado por los tribunales
seguramente mantendrá su bajo nivel de credibilidad pública pero no le restará
la adhesión de un núcleo duro que, según las encuestas, puede rondar el 30% de
los votos y que en una elección legislativa se convierte en muy trascendente.
Para Macri el fin de la feria judicial tampoco fue neutro:
el fiscal Federico Delgado sigue avanzando sobre su familia en el expediente
local del Panamá Papers y el caso del jefe de la AFI Gustavo Arribas, quien
recibió al menos una transferencia de un operador del caso de coimas
internacional Lava Jato, parece adentrarse en un camino sinuoso de
explicaciones débiles.
Camino a las urnas
Cristina Kirchner puede prescindir de una candidatura, puede
postularse como candidata a diputada nacional por Santa Cruz o Buenos Aires, o
ir por el premio más grande que sería una banca de senadora por el distrito más
importante del país.
En una elección legislativa donde influyen gobernadores del
PJ de distinto pelaje -kirchneristas, díscolos, dialoguistas y cercanos al
Gobierno- será difícil hacer una lectura nacional del resultado y el termómetro
nuevamente será Buenos Aires.
Con esos datos, el peronismo está en estado de indefinición.
En las últimas horas, aquellos que con mucho énfasis habían decidido iniciar
otra etapa sin Cristina ni los muchachos de La Cámpora -el grupo de intendentes
conocido como Esmeralda- tuvieron que retroceder para dar espacio a los ultras
en pos de "la unidad".
"Si Cristina juega y tenés que ir a una interna seguro
perdés, así que habrá que ver qué es lo que hace, el problema es que
seguramente va a jugar a la indefinición hasta el final", se confesó un
referente de los Esmeralda.
El frente oficialista constituyó una mesa política -por el
PRO estarán Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Humberto Schiavoni y Emilio Monzó-
junto a referentes radicales y algunos convidados de la Coalición Cívica y del
partido Fe de Gerónimo Venegas.
En Buenos Aires, la estrategia sería que el PJ vaya lo más
dividido posible, incluso sumando peronistas a las filas del oficialismo en un
clásico juego de suma cero.
El "si Cristina juega" también ronda el campamento
de Cambiemos. Pese a que creen que el rival a vencer es Sergio Massa, porque
comparten un amplio universo de votantes que podría inclinarse por uno y otro
espacio, el rol que tomará la expresidenta será central para definir las
candidaturas propias.
La gobernadora María Eugenia Vidal preferería una elección
sin grandes figuras en la que su estrella permita llevar a candidatos de bajo
relieve a una victoria trascendental para la pretensión oficial de equiparar
las fuerzas en el Congreso nacional.
"Pero si Cristina juega nadie le va a poder impedir a
Lilita Carrió que juegue en la provincia", sostuvo hace unas horas uno de
los hombres que se encamina a ser candidato por Cambiemos.
En el oficialismo se esmeran en afirmar que la figura de
Massa se desplomó luego de su jugada por Ganancias de final de año, pero
también reconocen que tiene un potencial de recuperarse.
El tigrense regresó a la escena pública en los últimos días
con una versión renovada de la tercera posición que busca encarnar entre
"el Macri liberal y el kirchnerismo corrupto".
Brotes verdes y de
furia
Desde que Macri asumió, la sociedad que espera algún cambio
positivo de sus reformas vive en una transición permanente. Del primero al
segundo semestre y ahora hasta mitad de año, pero en el medio hay quienes
empiezan a sentirse defraudados.
Dentro de esa última franja se encuentra los dirigentes de
la CGT que esta semana anunciaron un plan de lucha: abandonó la mesa de diálogo
entablada con el gobierno y los empresarios y anunció movilizaciones y un paro
para marzo.
Los dirigentes referenciados en Juan Domingo Perón protestan
por los despidos -sobre todo en el sector industrial- pese al compromiso
empresarial de suspenderlos y no ven una reactivación firme como pretende
instalar el Gobierno.
En los últimos días, el equipo económico salió a afirmar que
de la mano de sectores como el automotriz, el de producción de motos, de
algunos rubros para la construcción y de agroindustria, enero mostraría una
mejora interanual en torno al 0,5%. Economistas privados ratifican un lento
despegue.
Pero en contrapartida, anunció aumentos en las tarifas
eléctricas -nuevamente por encima de lo esperado-, peajes, combustibles y prepagas.
Esos incrementos ponen en tela de juicio la pauta de inflación proyectada para
2017 de 17%, que es la base sobre la que el Gobierno quiere que se discutan
salarios.
Los gremios lo rechazan de antemano y esa pulseada llevó a
17 provincias a tratar de unificar criterios frente a la siempre conflictiva
paritaria docente, que este año el gobierno nacional dejó en manos de los
gobernadores. La moneda sigue en el aire.
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