Por Fernando Savater |
La policía desmanteló en una localidad gerundense un taller
donde se falsificaban Ferraris y Lamborghinis a partir de coches más modestos.
En estos tiempos no me parece un delito demasiado grave: ¡ni siquiera original!
¿No es lo mismo, mutatis mutandis, que
hacen los partidos políticos en sus congresos? Se coge un viejo partido
conservador, falsamente piadoso y sinceramente clerical, corrupto de arriba
abajo, y se le pone una carrocería importada de Cupertino, pavonada con
declamaciones de integridad acrisolada, y ya tenemos un deportivo político de
alta gama.
O se pilla un centón de grupúsculos aficionados al cantonalismo
incordiante y al retromarxismo demagógico (hoy “populista”), se cubre con un
chasis telegénico modelo Gran Timonel y se le dota no de un nuevo cambio de
marchas sino de marchas para el cambio: ya tenemos un bólido revolucionario
para entusiasmo de neófitos y jubilados. El cabecilla de los tunos tuneadores
se exculpa diciendo que los compradores sabían lo que compraban pero querían
fardar. Igual ocurre en política. ¿Quién no sabe que aquellos no quieren acabar
con la corrupción, sino disimularla hasta que sea olvidada y puedan volver a
empezar?¿No sobran evidencias históricas de que el comunismo gobernante solo ha
traído miseria carcelaria y ejecuciones, sin excepción? Pero ellos a fardar de
partidos de alta gama...
Junto al taller de los falsificadores, la policía encontró
también instalaciones para el cultivo de marihuana. ¡Excelente complemento!
Para disfrutar plenamente del viaje en un ultradeportivo ful hay que colocarse
un poco: así creeremos ir rumbo a la Europa sin déficit ni inmigrantes, o hacia
la revolución anticasta, tan radical como la guillotina y tan amorosa como un
día de San Valentín (tipo Botines Colombo). Bien fumaos y a toda pastilla en un
Ferrari falsificado: ¡Vistalegre II!
0 comments :
Publicar un comentario