Por Carmen López Imizcoz
Desde una mirada totalmente económica, el nuevo régimen de
feriados nacionales, que comenzó a regir el martes y elimina los días puente,
es celebrado por exponentes de la industria. El sector turístico, en cambio, advierte
que el impacto final es incierto.
A través del Decreto 52/2017, publicado el lunes, el
Ejecutivo definió un nuevo esquema que, según los considerandos de la norma,
busca contemplar tres dimensiones: el ciclo lectivo escolar, el fomento de la
actividad productiva y el desarrollo del turismo. La norma eliminó los dos
feriados al año con fines turísticos creados en 2010 y trasladó todos los que
caen martes y miércoles al lunes anterior y los que coincidan con jueves y
viernes al lunes siguiente, exceptuando el 1 de enero, el lunes y el martes de
Carnaval, el Viernes Santo, el 1 de mayo, el 25 de mayo, el 9 de julio, el 8 de
diciembre y el 25 de diciembre (notoriamente el 24 de marzo quedó fuera de esta
lista).
Para el Gobierno, al trasladarse una mayor cantidad de
feriados, se genera un balance entre el desarrollo de la actividad turística y
el fomento de otras actividades productivas, "encontrando un punto medio
que beneficia a todos los sectores", según el texto del decreto. Por otra
parte, centralizar en una única norma el régimen de los feriados permite
planificar las actividades económicas. En 2010, Cristina Kirchner dispuso que
los feriados del 17 de agosto, 12 de octubre y 20 de noviembre se pasaran a lunes
y que, en dos casos por año de feriados que cayeran martes o jueves, se sumara
un día "puente" (feriado turístico).
Según el decreto publicado el lunes, "el
establecimiento de dos feriados con fines turísticos por año tuvo en miras
disminuir los efectos negativos de la estacionalidad del sector turístico y
contribuir al desarrollo de las economías regionales, pero generó dificultades
para el cumplimiento de los días dispuestos para el ciclo lectivo y afectó la
competitividad del sector productivo".
La mirada industrial
Según estimaciones de la Fundación Observatorio PyME, en
promedio, cada día laboral aporta un 0,4% de las ventas anuales, considerando
245 días hábiles. La estimación supone que todos los días de trabajo son
similares en cuanto al proceso de producción, que no existen procesos que al
verse interrumpidos conlleven costos indirectos, que existe una capacidad
productiva tal que un mayor número de días puede ser productivo sin sobrecargar
las plantas y que la demanda se mantiene relativamente estable.
Bajo estas condiciones, más días de trabajo darían más
ventas. Por otra parte, resalta el Observatorio, la diferencia de días
laborales de un año a otro en los últimos cinco años fue pequeña. De hecho, en
2017 habrá un total de 247 días hábiles (365 menos 105 días de fines de semana
y 17 feriados, de los cuales cuatro caen sábado o domingo), la misma cantidad
que existió en 2016, que fue año bisiesto pero tuvo un día feriado más.
Para el presidente de la Cámara Argentina de la Industria
del Juguete (CAIJ), Matías Furio, la medida permitirá a la industria contar con
dos días laborables adicionales (los feriados puente), lo que posibilitará
incrementar la productividad. La CAIJ estima en más de un millón de dólares las
unidades fabricadas por un mayor aprovechamiento de las capacidades productivas
instaladas de la industria gracias a los días hábiles extra del nuevo
calendario de 2017.
En tanto, con respecto a la quita de los feriados puente,
Teddy Karagozian, presidente de la empresa textil TN&Platex, considera que
"solo los países ricos pueden darse el lujo de tener muchos días de
ocio". "Tenemos que trabajar mucho más que otros países para
recuperar nuestra fortaleza y disminuir la pobreza", sostiene y evalúa que
"el sistema de feriados ya estaba desbocado". "Esto genera
desocupación porque la cantidad de feriados encarece la producción, que, en el
caso de las manufacturas, luego es reemplazada por productos importados y, en
el de los servicios -por ejemplo, en el comercio o en la hotelería-, se traslada
al precio ya que los días se trabajan igual, pero se cobran el doble",
argumenta. Los precios suben y cae la demanda. "Ésta y otras medidas en la
misma dirección, con el tiempo, irán bajando el costo de vida", agrega.
"Las compañías programan sus tareas en función de su
objetivo de venta y, en caso de que decidan no trabajar un feriado, pueden
planificar de muchas formas el recupero del tiempo productivo: intensificar
tareas, incrementar la cantidad de horas extras o pagar premios por
productividad", describe el economista Mariano Kestelboim, consultor y
exdirector ejecutivo de la Fundación Pro Tejer. La variante más económica es
intensificar el trabajo en los horarios habituales. "Esta práctica es
común sobre todo en actividades administrativas que, antes o después de los
feriados, se recargan", agrega.
Impacto distributivo
Por otra parte, Kestelboim enfatiza que si las empresas
deciden no detener sus actividades en un feriado, se produce una redistribución
de ingreso en favor del trabajador, que recibe, según la Ley de Contrato de
Trabajo, un adicional de al menos 100% en el caso del trabajo registrado,
dependiendo del convenio de cada sindicato. Por caso, los químicos que trabajan
en feriados perciben un 300% de aumento. Por otra parte, para los empleados no
registrados (en negro) que no trabajan los feriados y cobran mensualmente, el
ingreso promedio por día es más alto.
Por otra parte, el costo extra de los feriados afecta
proporcionalmente más a las PyME que a las empresas grandes. "El mayor
costo laboral que implica el feriado afecta proporcionalmente más a las PyME,
ya que las pequeñas y medianas empresas suelen hacer un uso más intensivo de
mano de obra", explica Kestelboim. Otra cuestión es si los feriados
impulsan el consumo o solo lo redistribuyen geográficamente. "Las
decisiones de gasto en un contexto de esparcimiento suelen ser mayores que en
uno de trabajo", sostiene Kestelboim, para quien, si bien los feriados
pueden provocar mermas en algunas actividades comerciales que dependen del circuito
laboral (por ejemplo: en viajes en taxis o en almuerzos ejecutivos), la demanda
se anticipa o se posterga y el cambio de rutina dispara decisiones imprevistas
de consumo y de inversión turística e inmobiliaria y en actividades productivas
vinculadas.
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