Delicias en torno a
cómo banqueros y empresarios ven
al gobierno de Macri desde la costa uruguaya.
Por Roberto García |
Así como son un clásico de Punta del Este, al menos para la guía de un
obeso incorregible, las medialunas de La Barra, los wafles de la Brava, cierta
pizzería de Maldonado, los churros del centro, el restaurante que define a José
Ignacio o el francés con precios argentinos de Pedragosa Sierra se han vuelto
tradición en algunas cenas empresariales.
Los banqueros, por ejemplo, han
repetido como ritual su reservado encuentro de principios de año, casi en
silencio, optimistas a futuro por las ganancias registradas y alentados
desde el exterior por colegas más importantes que aconsejan “comprar
Argentina”, ocurra lo que ocurra, total ellos siempre salen primero si se
avecina una crisis en el caso de que no se cumplan las Escrituras Financieras.
Alguno, eso sí, se inquieta por la nueva estrategia de achicar la curva de
vencimientos de deuda en lugar de alargarla en un marco de suba de tasas,
peligrosa maniobra.
Empresarios de otros sectores, mientras, también institucionalizan como
un clásico las convocatorias a la chacra de Santiago Soldati, en Rocha,
para fingir una reunión de amigos cuando entre todos se encuestan para saber lo
que deparara este 2017, metabolizar el primer año de Mauricio Macri y
establecer tendencias a pesar de estar cargados de dudas. Tanta repercusión
genera Soldati, que ha debido dividir en dos sábados sus cenas; esta noche
tiene la segunda, aunque esa ampliación pareció limitar presencias singulares
como la del chileno Piñera y el mexicano Slim en los últimos años.
Cierta sorpresa provoca la confrontación de los encuentros: aunque
Prat-Gay es un hombre del rubro, los banqueros parece que le desconfiaban por
inclinaciones tributarias que podrían afectar al sector. Nadie, entonces,
sufrió con su
alejamiento. Al revés de lo que ocurría en lo de Soldati, donde más
de un invitado conversador (Bulgheroni y su esposa Betina, Jorge Neuss,
Cristiano Rattazzi, entre otros) decía lamentar la partida del ex ministro, al
que le reconocen una copiosa agenda internacional, solidez técnica y hasta
algún grado de superioridad sobre su sucesor, Nicolás Dujovne.
Hubo quien exageró en devaluar al nuevo funcionario: es un consultor de
empresas, dijo. Curiosa acusación, como si Prat-Gay no hubiera servido como
asesor de las empresas del Grupo Fortabat durante años. Se percibió cierto tono
crítico a la Administración Macri a pesar de las promesas de bajar el gasto,
molestias con la ineficiencia de ministerios como Salud (presidido por el
diletante y habitual ausente Lemus) o Seguridad, en la que prima aún la porfía
inútil entre Patricia Bullrich y Eugenio Burzaco –ahora asesorados por Ricardo
Avellaneda, alguien que supo ser famoso en los 90 por su vinculación a ciertos
negocios– o el conflicto jurisdiccional con la Policía de la Ciudad, que
justifica no proceder.
Alguien objetó el
desplazamiento en Aerolíneas Argentinas de Isela Costantini (ahora
se dice que la razón de su renuncia obedece fundamentalmente a una controversia
por el precio de los seguros con el ministro Dietrich, tema que nunca se
develará porque ella ha prometido silencio de clausura) y hubo coincidencia en
señalar la pasión del Gobierno por lograr una paz transitoria con todo tipo
de demanda social o política pagando al contado o por anticipado. En esa
línea, más de uno sospecha por el precio a oblar desde el Gobierno ante el
último acuerdo con el gremio petrolero, que reduce costos absurdos y presuntas
conquistas y que, singularmente, recogió el mismo entusiasmo en Macri que en
los sindicalistas a la hora de fotografiarse. Demasiado buen humor para consentir
restricciones.
Avatares. El enigma no cautivó, los invitados se entretenían con una dama de
joyería que era capaz de sacar muestrario para colocar sus chucherías de oro.
Jorge Telerman hablaba de las obras en el San Martín, Enrique Llamas de
Madariaga explicaba el fin de los diarios y revistas y Jorge Pereyra de
Olazábal admitía el vínculo de su potentada tía Elena Hirsch con Lilita Carrió
(a quien se espera en el balneario para febrero). Como enigma político, sí
interesaba Carrió: ¿competirá en la Provincia o en la Capital, atrae o espanta
peronistas en el distrito bonaerense o, en el ámbito porteño, será ariete
contra Martín Lousteau, con quien mantiene –a través de un primo de éste de
apellido Lage– un óptimo diálogo? (A propósito, fuerte indignación reveló por
teléfono Macri con su embajador en Washington porque la fuerza política que
representa votó en la Capital contra una concesión inmobiliaria al grupo
Elsztain en La Boca). Dudas metafísicas ante otras certezas: en marzo se
instala, por obra de Carrió, el juicio político al titular de la Corte Suprema,
Ricardo Lorenzetti, una complejidad institucional porque entonces tal vez
prospere el mismo ejercicio acusatorio contra la procuradora Alejandra Gils
Carbó.
La pregunta más común entre los empresarios: ¿quién de todos los colegas
tiene más problemas con el gobierno Macri? Coinciden en un nombre: Eduardo
Eurnekian, postergado de emprendimientos que siempre le parecieron a su
medida.
Hubo consideraciones sobre el propio Macri, conductas,
responsabilidades, apartamientos, Rattazzi recordó que el ingeniero no era
contemplativo y ni pestañeaba al momento de tomar decisiones complejas. ¿O
acaso no lo conocemos desde hace mucho?, señaló con su habitual impavidez, sin
saberse si lo que decía era un elogio, una prevención o una advertencia. Al
sector automotor también lo acecha algún tipo de medida para bajar costos,
quizá tan tenue como las aplicadas en Tierra del Fuego, paraíso de subsidios
que le atribuyen a Moreno, Débora Gorgi y la misma Cristina, sin mencionar que
los grandes hacedores de esas ventajas son los mejores amigos de Scioli y del
propio Macri.
Hubo, por lo tanto, allí y en otros cónclaves, algunas quejas sobre la
marcha del Gobierno, aunque siempre pesa una reflexión final: ¿cómo sería el
país si lo gobernaran Scioli y Zannini, lo teledirigiera la viuda de Kirchner y
Fernández estuviera en el lugar de Vidal? Por no citar a Kicillof, a quien
recuerdan en sus letreros algunos negocios de Punta del Este con este
argumento: “Oferta Kicillof, lleve cinco y pague cuatro”.
© Perfil
0 comments :
Publicar un comentario