Miguel Lifschitz, gobernador de Santa Fe. |
Por Analía Argento
Miguel Lifschitz fue el primer y único gobernador en cerrar
el 2016 con decreto provincial de convocatoria a elecciones para el año que
comienza. El 27 de diciembre decidió unificar las elecciones provinciales con
la elección nacional por lo que habrá Primarias Abiertas Simultáneas y
Obligatorias (PASO) el 13 de agosto y elecciones generales el 22 octubre,
comicios en los que se elegirán 9 diputados nacionales, 12 intendentes,
concejales y también presidentes de varias comunas.
Fue una decisión de riesgo que el gobernador socialista,
según dijo a El Cronista, se animó a
tomar para garantizar la gestión durante el 2017. Santa Fe es una provincia
donde el Frente Progresista mantuvo por muy poco la gobernación (en junio del
2015 se impuso por 1496 votos a Miguel Del Sel y por 25.446 a Omar Perotti, que
luego en octubre ganó la elección para senador nacional). Pero sobretodo, es
una provincia con sistema electoral propio (boleta única) y una alianza
provincial del Partido Socialista con la Unión Cívica Radical y la Coalición
Cívica-Ari.
"Supongo que el radicalismo irá dividido", asumía
días atrás, sin dramatismo, el gobernador, mientras que el jefe de la UCR, José
Corral, aseguraba que en las elecciones nacionales competirán como aliados de
Cambiemos aunque en la provincia se mantiene el acuerdo. Por eso en el cuarto
oscuro (como ocurrió en 2013) los santafesinos votarán con la boleta única para
la elección local y la sábana para la elección nacional (ambas en papel), en el
mismo día y en el mismo acto eleccionario.
El intríngulis serán las combinaciones de alianzas distintas
e incluso la posibilidad de que la UCR también a nivel local se divida. Todo
puede pasar. Hasta el personalismo de la Coalición Cívica de Elisa Carrió juega
un partido propio en Santa Fe: Pablo Javkin es el secretario general del
municipio de Rosario que gobierna la socialista Mónica Fein.
Obligado por el avance del PRO en las dos últimas elecciones
(2011 y 2015) Lifschitz buscó fortalecer su alianza con el radicalismo y eligió
entre sus aliados a seis de sus 14 ministros (Economía, Obras Públicas,
Trabajo, Seguridad, Desarrollo Social y Ambiente) . "¿Se imaginan lo que
sería gobernar con cuatro elecciones a lo largo del año y además convivir y
trabajar con quienes en la Provincia son nuestros aliados y en la elección
nacional nuestros adversarios?", preguntó a un grupo de periodistas para
justificar su anticipada decisión de unificar los comicios. Claro que la movida
tiene su ventaja: la pelea no podrá ser demasiado cruel.
El riesgo (o no) es la nacionalización de la elección y el
efecto arrastre que pudiera tener la figura de Mauricio Macri, siempre en caso
de que mejore la situación económica, entre otros factores. Por ahora, aseguran
en el entorno del gobernador, las encuestas le marcan un crecimiento en la
imagen positiva y una leve caída en la del Presidente. Pero además, el
socialismo podría volver a jugar con el ex gobernador Antonio Bonfatti quien
podría encabezar la lista de diputados nacionales. En su haber tiene más que
todos: en 2015 fue electo diputado provincial con 40,48% de los votos, es decir
más del doble de lo que sacó el justicialista Héctor Cavallero e incluso más
que la suma del Frente Justicialista y el macrismo que quedaron en segundo y
tercer lugar.
La provincia hoy recibe al mismo tiempo los efectos
positivos de la quita de retenciones al agro y los negativos de la caída del
consumo, la apertura de importaciones (la balanza se inclinó a favor de Brasil)
y la caída de la recaudación que provocaron un cimbronazo en sectores como los
pequeños productores (lechería y porcinos), industria del calzado, línea de
blanco y el sector automotriz, fundamentalmente en la producción de ejes y
semiejes. Ese combo empujó a Santa Fe a concentrar los esfuerzos en créditos a
tasa subsidiada para reconvertir a algunos sectores, impulso a exportaciones y
recursos para la obra pública, además de necesitar bajar los índices de
inseguridad y sentarse en la mesa de negociación con el gobierno nacional por
el pago (probablemente en un plan de cuotas) de lo adeudado por Coparticipación
después del fallo a su favor de la Corte Suprema de Justicia.
Pero además, Santa Fe tiene una particularidad política: la
provincia no puede reelegir gobernador, razón que ha obligado al socialismo a
alternar su dirigencia y a potenciar la imagen de Bonfatti y Lifschitz después
de Hermes Binner.
El proyecto hasta ahora
postergado de reforma constitucional, podría revitalizarse si el Frente Progresista gana con holgura las
elecciones de este 2017. Lifschitz confirmó a este diario que le gustaría
avanzar en ese sentido pero aclarando que "la reelección del gobernador no
es prioridad". Sí, en cambio, incluir o ampliar derechos ciudadanos y,
subrayó, limitar los mandatos de legisladores e intendentes que tienen
reelección indefinida, hoy sin posibilidad de cambio a través de una ley como
estableció, por ejemplo, la vecina Buenos Aires.
"Después se verá si la reelección del gobernador se
incluye o no y en caso de que así sea, se debatirá a partir de cuándo estará
vigente, lo mismo que con los legisladores provinciales", prometió el
socialista que todavía tiene ocho meses por delante, antes de la primera prueba
a su gestión.
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