Por Guillermo Piro |
Erri De Luca, para quienes no lo conocen, es un escritor,
poeta y traductor italiano muy apreciado, sus libros tienen muchos lectores y
fueron traducidos a muchas lenguas, incluida la española. Nació en 1950, y a
fines de los años 60 formó parte, en Roma, del GAOS (Grupo de Agitación Obreros
y Estudiantes), del que se originó el famoso grupo Lotta Continua.
Se desempeñó
como obrero calificado, albañil, camionero y granjero, entre otras ocupaciones.
Siempre comprometido con lo social, desde hace muchos años está preocupado por
la situación de la población carcelaria italiana. Autodidacta, estudió yiddish
y hebreo antiguo, lengua de la que tradujo algunos textos de la Biblia. Su
primera novela, Aquí no, ahora no, es de 1989. Hace poco fue absuelto después de
haber llamado al sabotaje de las obras del tren de alta velocidad que une Turín
y Lyon. La Fiscalía había pedido para él ocho meses de prisión, pero el
Tribunal de Turín consideró que no existía delito en las declaraciones que el
escritor había hecho en septiembre de 2013 al Huffington Post y a la agencia de
noticias ANSA, con las que pedía evitar por la fuerza que se perforaran unas
montañas del valle de Susa para construir un túnel.
Como se puede apreciar, se trata de alguien que lucha por
las causas nobles (en marzo de este año visitó la Argentina, y para que no
quedaran dudas de ello recorrió la ESMA y se reunió con representantes de
Abuelas y Madres de Plaza de Mayo). Nunca leí un libro suyo y no creo que vaya
a hacerlo, en parte por falta de curiosidad y en parte porque si hay algo que
la historia me enseña es que la buena literatura siempre fue hecha por
cretinos: las buenas personas jamás escribieron nada capaz de producir algún
eco vital. Ser buena persona sirve para otras cosas –por ejemplo, para ganar el
Premio Nobel. Todo esto para anunciar que Erri De Luca acaba de recibir un
premio, pero un premio que nadie quiere recibir.
La revista británica Literary Review hace entrega cada año
del Bad Sex in Fiction Award al autor capaz de haber escrito la peor escena de
sexo en una novela. Esa escena se encuentra en El día antes de la felicidad,
que publicó en España Siruela en 2009, pero que en el Reino Unido recién se
publicó este año. Se trata de una descripción más bien larga de una relación
sexual. Voy a tratar de reproducirla entera: “Soltó los brazos de mis hombros,
me guió las manos hasta los senos. Abrió las piernas, se subió el vestido y,
manteniéndome las caderas elevadas, empujó mi sexo contra la apertura del suyo.
Yo era una cosa suya que ella movía. Los sexos listos, detenidos en la espera,
se rozaban apenas, bailarines tensos sobre las puntas. Permanecimos así. Anna
miraba hacia abajo, hacia ellos. Apretó contra mis caderas, una orden que me
empujaba dentro. Entré. No sólo el sexo, yo entré dentro de ella, en sus
vísceras, en su oscuridad, con los ojos abiertos de par en par sin ver nada”.
Ya es suficiente. Tengo espacio, pero se me acabó la paciencia.
El Bad Sex in Fiction Award existe desde 1993 y sus
creadores pretenden estimular a los autores a escribir escenas de sexo tratando
de evitar las banalidades, algo que no lograron Erri De Luca ni algunos de sus
antecesores, como Morrisey (lo ganó el año pasado), Tom Wolfe, Norman Mailer,
Johathan Littell y Ben Okri. Felicitaciones a Erri De Luca. No deja de ser un
premio a una causa noble. Tal vez la más noble de todas.
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