Alfonso Prat-Gay |
Por José Del Río
Hay una máxima en el mundo corporativo y es que el
organigrama tiene que quedar claro. A iguales responsabilidades y abundancia de
jefes recrudecen las internas y los cruces entre los distintos protagonistas.
También ante el exceso de compartimentos estancos.
Con la salida del ministro
de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, el Presidente decidió avanzar en una idea fuerza
que aplicó desde el primer día de su mandato: dividir el poder económico. O al
menos la figura del titular de esa cartera.
El almuerzo no estaba agendado, ni mucho menos. El ahora ex
ministro Alfonso Prat-Gay se enteró hoy, poco después de las nueve de la
mañana, que debía almorzar en Villa La Angostura con Mauricio pero ya con traje
de ex titular de Hacienda. Fue el jefe de gabinete, Marcos Peña, quien le
comunicó la decisión esta mañana. El resultado fue inversamente proporcional al
que esperaba: Prat-Gay venía insistiendo en la necesidad de absorber otras
subcarteras para ganar autonomía y la respuesta fue que otra decisión estaba
tomada: su ciclo estaba cumplido y su puesto se dividiría ahora en dos. La
llegada de Nicolás Dujovne a Hacienda (ahora con fuerte foco en el déficit
fiscal) y Luis Caputo avanzando dos casilleros en Finanzas ratifica la
construcción del Presidente de un perfil de súper ministro con los riesgos que
conlleva. Al igual que Néstor Kirchner que buscaba concentrar todas las
decisiones en una libreta de superávit gemelos, es ahora el presidente junto a
sus dos vicejefes de gabinete: Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, quien llevará
el detalle de todas las decisiones.
Tal como ocurrió con Isela Costantini, ex titular de
Aerolíneas, a quien invitaron "amigablemente" a una renuncia
imprevista, en el caso de Prat-Gay se intentó dar también razones de cohesión.
"Es todo en buenos términos", se encargaron de aclarar desde
presidencia de la nación. "No estaba prevista su salida y durante los
últimos meses nos enterábamos de infinidad de operaciones en su contra a través
de los diarios. Sabemos quién es quién", se enojaron desde el círculo más
íntimo de Economía. "Acá hay que jugar en equipo", lamentaron desde
Balcarce 50.
Las versiones sobre la posible salida de Prat-Gay comenzaron
al día siguiente del comienzo del segundo semestre. El ahora ex titular de
Hacienda fue protagonista junto a Federico Sturzenegger, titular del Banco
Central, de la salida del cepo, también de la normalización de las relaciones
internacionales, de su propio proyecto de ganancias y del sinceramiento fiscal
que va camino a quebrar un récord y también de un recrudecido contraste de
decisiones entre el Central y el equipo de Prat-Gay. Es un hombre del
gradualismo.
Sin embargo, no fue ese cruce el que los llevó a su partida.
"Completará esta semana y dejará el cargo", resumió Peña con gesto
adusto. "Queremos trabajar en equipo y Alfonso solía jugar solo",
agregó por lo bajo otro de los hombres clave del Gabinete. Desde Hacienda la
visión es distinta: "siempre tuvo su autonomía y nunca le perdonaron tener
un nombre propio", dispararon.
Con su partida gana varios casilleros la dupla
Lopetegui-Quintana a quienes Prat-Gay nunca reconoció como sus jefes. De hecho,
uno de los integrantes del gabinete económico asegura que el ahora ex titular
de Hacienda asistía a los encuentros que convocaba el presidente y mandaba a
sus funcionarios clave cuando otro convocaba.
Entre los empresarios siguen de cerca la jugada. Se refieren
a la figura de "Frankenstein económico" a la que hace ya varios meses
hacen referencia al describir la fórmula de gestión. "Entendemos que la
idea es no tener un superministro de economía o un «padre de la criatura», como
hubo en la década del 90, pero la atomización de las responsabilidades complica
la concentración de los resultados una y otra vez". Así de concreto y a la
vez irónico resumió uno de los principales CEOs argentinos la coyuntura local.
Lo hizo en el marco de un almuerzo en el que otro directivo tan crítico del
kirchnerismo como del gobierno actual sumó una declaración que empiezan a
repetir los hombres de negocios: "La idea del Presidente de ser el último
decisor económico lo expone a él. Más, con la experiencia argentina, donde los
líderes económicos son los primeros en cambiar".
La división de tareas empieza a encontrar también algunos
silos. En uno de los ministerios dicen no tener ninguna responsabilidad sobre
la inflación cada vez que se les pregunta por medidas concretas. En otro
aseguran que la avanzada y retroceso de los aumentos de tarifas fue porque el
ministro de Energía, Juan José Aranguren, había jugado solo al principio y
recién ahora empieza a integrarse al equipo. De hecho, las contradicciones
aparecieron también cuando la misión política era negar futuros aumentos este
año y no todos avanzaron en esa línea. Entre el Central y Hacienda las paces
quedaron selladas tras infinidad de encuentros de rutina. Si bien surgen
constantes debates respecto de los tiempos para modificar las tasas, de la
cotización ideal del dólar y hasta de los niveles tolerables del dólar, la
conclusión fue que hay que dirimir esos debates puertas adentro para luego
unificar el discurso en el afuera. Alfonso Prat-Gay no quería irse. No con el
barco a mitad del río y sin capear aún el temporal de la inflación y la caída
del PBI. Pero eso sí: "la salida se produjo en buenos términos". Al
mejor estilo corporativo.
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