Por Carlos Ares (*) |
¿Cuándo dejará de ser Cambalache nuestro tango emblemático,
el que se pide de última, cuando ya no hay más nada que decir y arrasa la
nostalgia de lo que pudo ser y no fue? ¿Cuándo dejará de cantarnos esa letra
que justifica la resignación y nos releva de hacernos cargo porque, al fin,
“todo es igual, nada es mejor”? ¿Cuándo dejará de abrumarnos, de doblegarnos la
esperanza con sus sentencias escritas como leyes sobre las tablas del tiempo:
“es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso,
estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran
profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao...”
Es Cambalache, qué duda cabe, un tango universal. El himno
que interpretó la angustia de su época y el desasosiego del ser humano frente al
abismo de la irracionalidad, fue escrito por Enrique Santos Discépolo en 1934,
después de la crisis económica de 1929 en Estados Unidos que tuvo como
consecuencia desempleo masivo, miseria, hambre y dio comienzo a la llamada
“década infame” de la historia argentina. El filo deslumbrante y sensible del
talento de Discépolo descarna hasta el hueso la desolación, describe el
despliegue de “maldad insolente” intrínseca del sistema, anticipa el horror que
se consumaría durante la Segunda gran Guerra Mundial, y prolonga hasta “el dos
mil también” el infierno que su congoja imagina como un horno ardiente, ciego y
eterno.
En términos simbólicos, Cambalache es el tango de fondo para
mirar el Guernica, la obra que pintó Picasso después del bombardeo nazi al
pueblo vasco. El resto es silencio. Sólo se escuchan las preguntas que nos
hacemos. Las de siempre, las que nos dejan sin atajo. ¿Por qué? ¿Para qué?
¿Somos esto? ¿Somos parte de esto? ¿Qué hacer? ¿Hay otra? Si “el mundo fue y
será una porquería”, ¿qué sentido tiene todo? ¿Para qué insistir en la
necesidad de educación, de salud, de condiciones dignas en las que desarrollar
la vida? Y, si no, ¿de qué se trata ? ¿De “salvarse” solo?
Acabo de recordar a Alfredo Alcón en un recital de poesía
que dio, hace ya muchos años, en el Teatro San Martín. Me veo ahí, ahora.
Alcón, solo en escena, bajo una luz cenital. Escucho esa voz. Lee “No te
salves”, un poema de Mario Benedetti. “No te quedes inmóvil /al borde del
camino/ no congeles el júbilo/ no quieras con desgana/ no te salves ahora /ni
nunca /no te salves /no te llenes de calma/ no reserves del mundo/ sólo un
rincón tranquilo /no dejes caer los párpados/ pesados como juicios/ no te
quedes sin labios/ no te duermas sin sueño/ no te pienses sin sangre/ no te
juzgues sin tiempo”
El tiempo se revuelve y te toca. Dieciséis años después del
dos mil también, millones de personas viven en campamentos de refugiados, los
botes colmados de desesperados se hunden en el Mediterráneo, la elección de
Trump y el avance de los partidos neofascistas provoca terror. Azota la
violencia de género. La Iglesia reniega de mujeres y homosexuales pero encubre
a los curas pedófilos que violan pibes en todo el mundo. Los narcos siegan
jóvenes en los campos del desamparo.
En la FM Tango, suena otra vez Cambalache... “¡No pienses
más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao!”. Genocidas
todavía libres, Milani , mafias policiales, bandas, fotos en el Congreso,
Recalde, Kicillof, Massa, ladrones, asesinos todavía sin condena, jueces
cómplices, Scioli, Alberto Pérez, De Vido, López, Jaime,.. Julio Sosa canta el
final... “Es lo mismo el que labura/ noche y día como un buey/ que el que vive
de los otros/ que el que mata o el que cura o está fuera de la ley”. Apago.
En el silencio, vuelvo a escuchar la voz de Alfredo
Alcón. Lee el final de No te salves “... pero si/ pese a todo/ no puedes
evitarlo/ y congelas el júbilo/ y quieres con desgana/ y te salvas ahora/ y te
llenas de calma/ y reservas del mundo/ sólo un rincón tranquilo/ y dejas caer
los párpados/ pesados como juicios/ y te secas sin labios/ y te duermes sin
sueño/ y te piensas sin sangre/ y te juzgas sin tiempo/ y te quedas inmóvil/ al
borde del camino/ y te salvas/ entonces/ no te quedes conmigo”.
(*) Periodista
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