Por Pablo Mendelevich |
Hay una tendencia a pensar que en la Argentina la historia
siempre se repite. Quizás pueda ser atribuida al mito de que más o menos cada
diez años estalla una crisis, pero también a la perdurabilidad del peronismo,
cultura política central cuya liturgia no ha renovado el verbo alberdiano
poblar, tampoco el sarmientino educar ni puso a punto el horizonte frondicista
de desarrollarse. El verbo peronista por antonomasia, se sabe, es volver.
Puede ser que el peronismo vuelva en algún momento a
gobernar la Argentina (quién sabe si en versión neoliberal, progresista,
evitista, camporista, lastirista, lopezrreguista o con un modelo renovado),
pero no hace falta esperar para advertir que la historia mantiene hoy mismo un
altercado con las constantes. Al menos quince novedades histórico políticas
atraviesan al gobierno de Macri y a su contexto, paquete suficientemente
voluminoso como para perturbar a quienes al analizar el futuro sólo hurgan en
los comportamientos seriales.
He aquí quince cosas que están pasando y antes no habían
ocurrido:
1) Macri es el primer presidente de la historia surgido de
un ballottage. El sistema de doble vuelta había estado vigente en 1973, cuando
hubo dos elecciones presidenciales, y a partir de 1994, pero recién fue
estrenado en 2015. Convirtió en mayoría absoluta (51,34%) el segundo lugar
obtenido en la primera vuelta (Scioli, 37,08; Macri, 34,15%; Massa, 21,39%). El
sistema de doble vuelta supone la conformación de mayorías ad hoc y construye
un votante de menor anclaje partidario, algo que también es propio de esta
época. Además, Macri es el político con mayor experiencia en ballotages, porque
en la ciudad ya había participado en tres (perdió uno y ganó dos).
2) Es el primer presidente ni peronista ni radical desde que
existe el peronismo (el anterior fue el conservador Ramón Castillo, quien
gobernó hasta el golpe de 1943).
3) Es el primero que procede del ámbito empresario y el
primero que se entrenó como dirigente en un club de fútbol. Entre quienes
juegan en las primeras ligas de la política Macri es el más nuevo. Nacido
cuando gobernaba Arturo Frondizi, empezó a dedicarse a la política de lleno
recién en el siglo XXI. También es el primer presidente educado en
instituciones privadas y el primer presidente que se psicoanaliza. La sumatoria
de estos y otros datos sólo ratifica que el molde presidencial tradicional se
esfumó.
4) Presidente ingeniero es el segundo de la historia, porque
Agustín P. Justo (1932-38) también lo era. Pero en Justo prevalecía la
condición de general de división, no su título universitario (aparte de la
reposición del fraude y del Pacto Roca-Runciman de 1933, con su mentalidad de
ingeniero llevó la red caminera de 2.100 kilómetros a más de 30 mil y en su
época se hicieron desde el Obelisco hasta el trazado de la General Paz).
5) Cambiemos es la segunda coalición que gobierna la
Argentina, luego de la fallida Alianza (1999-2001). La novedad es que la
Alianza estaba conducida por el radicalismo, partido que ahora, por primera
vez, se somete a un liderazgo ajeno. Lo hace bajo condiciones orgánicamente
precarias. A esta altura ya se vio que Macri no es De la Rúa y Cambiemos no es
la Alianza.
6) Integra también la coalición gubernamental Lilita Carrió,
cuyo poder de veto explícito se ha demostrado si no más potente, más fulminante
que cualquier debate interno e incluso más eficaz que cuantiosos berrinches
opositores. Todo ello -la coalición que lidera el presidente sin deliberaciones
sustanciales fuera de su círculo cercano y el control de calidad sui generis
que practica Carrió- conforman un modelo de poder sin precedentes.
7) Macri es el presidente más débil de la nueva democracia
por cantidad de bancas parlamentarias (el oficialismo sólo tiene uno de cada
tres diputados y uno de cada cuatro senadores) y a la vez es el que más leyes
propias importantes consiguió aprobar en el primer año de gobierno mediante
negociación, sin controlar ninguna de las dos cámaras.
8) María Eugenia Vidal tiene, por su lado, varios records
constitutivos, además de ser la primera gobernadora mujer de la provincia de
Buenos Aires y la persona más joven que ejerce el cargo desde 1983. El más
significativo es haber desalojado al peronismo del principal distrito del país.
El peronismo ganó allí siempre que hubo elecciones libres desde 1946, con la sola
excepción del período 1983-87. Pero en 1983 el radical Alejandro Armendáriz, un
político entonces poco conocido, había sido beneficiario de la ola triunfal de
Raúl Alfonsín, mientras que en 2015 fue al revés: Vidal obtuvo 474.533 más
votos que su propio candidato a presidente, quien perdió la elección. El
parecido entre 1983 y 2015 está en el alto rechazo generado por el candidato
peronista, Herminio Iglesias entonces, Aníbal Fernández ahora. En última
instancia, fallaron o acertaron los estrategas que escogieron a Fernández y a
Vidal. Podría decirse que la concatenación de aciertos le significó a Macri
llegar a la presidencia, aunque los opositores prefieren insistir en que no
sabe nada de política y que sólo tuvo suerte.
9) Un replanteo del federalismo respecto del sistema
autocrático del kirchnerismo le permitió a Macri construir con los
gobernadores, la mayoría opositores, un fuerte sustento político con
sustanciales efectos parlamentarios.
10) Nunca como ahora, quizás, los gobernadores fueron tan
silenciosos, de tan bajo perfil. La mayor parte de la opinión pública nacional
incluso desconoce los nombres de muchos gobernadores (como Peppo, Bordet,
Casas, Passalacqua, Gutiérrez, Uñac, Ledesma). De los peronistas sólo tiene
presentes, tal vez, a tres o cuatro (como Urtubey, Schiaretti, Manzur, Alicia
Kirchner). Eso se explica por tres razones: que son nuevos, que privilegian
negociar con el Ministerio del Interior en vez de hacer declaraciones públicas
y, fundamentalmente, que prefieren postergar su posicionamiento en las aguas
revueltas del peronismo.
11) Sucede que la mayor singularidad política del momento en
la oposición es la falta de líder del peronismo, algo que casi no tiene
antecedentes. El peronismo tuvo períodos cortos de bicefalías (Menem-Duhalde o
Kirchner-Duhalde, por ejemplo), pero casi no vivió una acefalía como la actual,
debido a la particular situación político-penal y de desgaste creada con quien
fuera líder hasta el 10 de diciembre pasado. Cristina Kirchner conserva algo de
poder dentro de un peronismo que en buena parte busca despegarse de ella de
manera pacífica, pero no encuentra el cómo ni con quién.
12) Sergio Massa es en sí mismo otra novedad de la política
argentina, donde ocupa un lugar que antes no existía. Árbitro mayor, corporiza
antagonismos: es un poco oficialista y un poco opositor, un poco peronista y un
poco externo al peronismo. Imposible olvidar que en 2013 fue quien interrumpió
el sueño de eternidad kirchnerista y que en 2015 obtuvo uno de cada cinco votos
para presidente.
13) Macri va camino de ser el primer presidente no peronista
al que el sindicalismo peronista no le hace un paro nacional o un hostigamiento
feroz en su primer año de gobierno. Varios analistas entienden que este
beneficio se explica en gran medida por la actuación de un nuevo actor de la
política argentina, el papa. Nada más novedoso.
14) Con uno de cada tres argentinos en la pobreza, Francisco
tiene justificación suficiente para interesarse en la suerte del gobierno, la
política y la economía de su país. Macri no es el primer presidente que
coexiste con papa argentino sino el segundo, pero, una vez más, es el primer no
peronista. Tiene una cosmovisión política distinta de la de Jorge Bergoglio,
cuya cercanía al peronismo en los años sesenta está documentada en la
bibliografía sobre Guardia de Hierro. Con un peronismo sin líder es altamente
significativo que Macri haya acercado posiciones con el influyente -en términos
de política doméstica- Vaticano. En los sesenta la gobernabilidad pasaba por
Madrid. Ahora, de algún modo, pasa por Roma.
15) Macri no es ni de lejos el primer presidente al que la
economía no le arranca después de haberlo prometido hasta con fecha. Pero es,
quizás, el que está siendo favorecido con los mayores niveles de paciencia
colectiva que se recuerden. Algunos encuestadores, que registran este fenómeno,
lo explican con una combinación de factores: evidencia de que la economía no
crecía desde bastante antes del cambio de gobierno, el desaguisado que dejó el
kirchnerismo, hartazgo de la confrontación, temor al 2001, disposición del
gobierno a reconocer errores y dificultad del peronismo para esbozar un
proyecto alternativo.
© La Nación
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